Es domingo, 11 de septiembre y participamos
por segunda vez en La Retrovisor; Marcha Cicloturista para Bicicletas Clásicas
que se celebra en Solares. Participamos el año pasado quedamos encantados y no
esperamos menos de este año. Más de cien ciclistas ataviados a la manera
tradicional nos encontrábamos en la finca Marqués de Valdecilla para tomar la
salida. Los dorsales, recogido la tarde anterior, nos permitió tener algo más
de tiempo para saludar a conocidos y amigos. A la firma coincidí con Tomás,
"Señor de las Encartaciones" con el que haría parte del recorrido.
Pasadas las diez se dio la salida siempre controlada por el equipo organizador,
que tras un sinuoso recorrido por los alrededores, nos condujo al centro de
Solares, lo que agradecieron numerosos curiosos y aficionaos que se congregaban
en las aceras aplaudiendo a nuestro paso, lo que te producía una extraña
sensación, entre orgullo y satisfacción.
Por la ladera sur de Peña Cabarga, final de
etapa de la última Vuelta, nos dirigiremos al Parque de la Naturaleza de Cabárceno, no sin antes
tener que superar las fuertes rampas que dan acceso a la localidad de
Somarriba. El Parque es un poco especial, está emplazado en una antigua mina de
hierro y su característica más importante es el régimen de semilibertad en que
se encuentran los animales. Pertenece al gobierno de Cantabria y su propósito
es el de la educación ambiental y los trabajos de investigación sobre la
conservación animal. Y ablando de animales y sin ánimo de ofender, los
ciclistas de décadas pasadas debían ser unos verdaderos "bestias"
para poder mover unos desarrollos que me atrevo a calificar de inhumanos. Un
plato pequeño de 42 dientes juega con unos piñones en el que el mayor no
superaba los 20. Toda mi admiración para ellos, porque yo debo de ser un "flojeras"
pues he puesto un piñón de 28 a mi Vitus y apenas puedo moverlo.
Imagen: La Retrovisor
Reagrupados en Cabárceno y tras atravesar el
parque, reanudamos la etapa por carreteras más accesibles donde las rampas no
eran tan agónicas. Por Obregón, Sarón y Abadilla nos introducimos en la ribera
del río Pisueña, hasta la localidad de Esles donde la organización nos sirvió
un estupendo tentempié en un bello paraje dominado por la ermita de San
Cipriano. Con energías renovadas nos dirigimos hacia Lloreda y Arenal, cruzamos
la A-8 cerca de La Helguera y por la N-634 nos dirigimos a Pamanes. Tras unos
cuantos pueblos, barrios, carreteras y caminos asfaltados que recorren toda
esta zona ganadera, llegamos a la localidad de La Cavada, lugar de un emotivo
acto en el que Enrique Aja entregó el trofeo Vicente Trueba a unos de los
ciclistas más longevos -96 años de historia del ciclismo- de Cantabria: Antonio
San Miguel Lata. Las bonitas localidades de Líérganes y Ceceñas serán las
próximas que atravesaremos para por un camino cercado por los campos de maíz
subir hasta nuestro destino en Valdecilla.
Imagen: La Retrovisor
Guardar la bicicleta, una ducha rápida y a
sentarnos a la mesa con los amigos. Bastante conseguido el arroz en paella, a
base de carne y marisco. No estaría nada mal cuando valencianos y levantinos no
pusimos pega alguna. A los postres se realizó el habitual sorteo donde la
suerte me sonrió en dos ocasiones; la primera era una distinción al ciclista
más lejano y mira por donde éramos tres, y los tres murcianos y una mano
inocente me eligió a mí. De nuevo la fortuna llamó a mi puerta para que no me
faltara con que desayunar las próximas semanas; un lote de sobaos y cafés El
Dromedario. No quiero alargarme más, solo felicitar a la organización por su
buen hacer, a Enrique Aja y su familia por su cordialidad, y citar a los amigos
para vernos como mínimo el año que viene en esta bonita localidad de Solares.
Mariano Vicente; Murcia, 12 de septiembre de
2016.
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