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sábado, 20 de febrero de 2016

Inazares 2016



 
Frío, nieve, barro, sudor, sonrisas cómplices para una mañana perfecta. Hemos ido a Inazares buscando la nieve en este cálido invierno, pero la poca que había caído ayer hoy estaba prácticamente derretida, en su lugar piedra y barro para divertirnos.

Hacía frío en Inazares cuando hemos llegado, el termómetro tiritaba rondando los cero grados. Lo primero un Belmonte para entrar en calor, después, montar las bicis. Abrigados y equipados convenientemente comenzamos la subida; que así en frío, se pega un poco. La húmeda niebla lo invade todo, circulamos casi a tientas, en el collado se abre un poco para volverse a cerrar.


Hemos venido a disfrutar, a vagabundear por la sierra, sin nada preconcebido, solo una idea se fijaba con más fuerza que las demás; a pisar nieve, sin importarnos demasiado los elementos. Amenazaba lluvia, que en estas alturas sería nieve, pero no nos preocupaba; es más lo estábamos deseando; pero no pudo ser, precisamente esto es lo que ha hecho desistir a la mayor parte del grupo, al final, solo Ángel, Jesús y yo hemos acudido a la cita.


Decidimos introducirnos por un pequeño camino, así, a la aventura. Está señalizado como PR y pronto se vuelve impracticable y se transforma en un pedregal, pretendíamos seguirle hasta los Obispos, pero pronto supimos que sería difícil; pero resulto imposible. El pedregal nos obliga a desmontar, pronto transmuta en rampas imposibles. Desistimos.


Regresamos sobre nuestros pasos. Jesús empieza a tener problemas con el freno trasero, por más que bombea no obtiene resultados. Aun es temprano, Jesús se retira hasta el pueblo y Ángel y yo decidimos continuar un poco más. Investigamos un camino que se interna en un barranco. El piso comienza a malear y el barro se vuelve protagonista, rodamos penosamente, incluso nos frena hasta detenernos. Limpiamos un poco y seguimos pedaleando. Así una y otra vez hasta que decidimos buscar un mejor camino. Salimos a la pista que sube desde el camino de la Rogativa hacia los Obispos. Comprobamos la hora y decidimos no dejar abandonado por más tiempo a Jesús, que luego tiene que conducir y la soledad acodado en la barra de un bar puede llegar a ser muy peligrosa.


Regresamos en constante subida hasta el collado y de aquí a Inazares es pan comido, solo un poco de precaución con la gravilla, que las ruedas despiden como proyectiles al rostro; que se soluciona con unas buenas gafas y la boca cerrada.


La última parte de la ruta la hemos realizado en el Nogal, con una buena jarra de vino que acompañamos; primero con un plato de oreja, después, una fuente de “marranerías” a la brasa, en la que no faltaban las morcillas, los chorizos, el tocino, el lomo y las chuletitas de cordero. De postre un combinado de pan de calatrava, tarta de queso, leche frita, dulce de chocolate y tocino de cielo, rodeando un buen trozo de helado de turrón. Café y orujo. Hasta la próxima.



Mariano Vicente, 20 de febrero de 2016.


domingo, 26 de enero de 2014

Vuelta a Revolcadores 2014


Salida y llegada: El Hornico (Caravaca-Región de Murcia)
Distancia: 37 km.
Índice IBP: 51 (MTB)
Tiempo: 4.00 h.
Desnivel +: 870 mt.
Altura mínima: 1.159 mt.
Altura máxima: 1.507 mt.

Recorrido
Ruta circular alrededor del macizo de Revolcadores. Desde la localidad del Hornico subiremos por la rambla de Venta Seca, bordeando la sierra de Gadea hasta la rambla de de Inazares y la población del mismo nombre a los pies de Revolcadores. Desde aquí a la rambla de la Rogativa y Puerto Alto, regresando por Cañada de la Cruz hasta el Hornico.

Época: Todo el año, en invierno puede estar cubierto por la nieve

Dificultades
Esta ruta ofrece solo la dificultad de la orografía, con largas subidas, pero sin dificultad técnica pues todo el recorrido se realiza por caminos y pistas en buen estado, así como un tramo por carretera sin tráfico.

Atractivos de la ruta
En general la propia comarca de la Sierra de Moratalla, con el techo de la Regíon de Murcia y los valles de Inazares y el Moral que ofrecen múltiples atractivos para la práctica de la bicicleta de montaña. Paisajes, bosques y fauna crean una enorme riqueza medioambiental en una de las zonas más despobladas de la Región.

Participantes: Juan Bautista Tudela, Matías M. Gil, Ángel Martínez, José Luis Rodríguez “el Puma”, Paco “Bombas”, Antonio Máximo y un servidor.


Crónica:

¡Dieciocho grados! Esa es la temperatura en Murcia en pleno mes de enero ¡a las ocho de la mañana! Esperábamos temperaturas más bajas, sobre todo en el Noroeste y solo hay ¡ocho grados! El Hornico, con caserío de estrechas y sinuosas calles, nos espera. Esta pedanía, hoy perteneciente  Caravaca, pero que siempre estuvo adscrita a su vecina de El Moral, será nuestro punto de partida para la conquista del macizo de Revolcadores. Viejos casones con cuadra y corral, de fachadas encaladas y puertas de tablas retorcidas por el sol, la helada y los siglos, rodeadas de cerros donde enseñorea el esparto…, el romero…, el espliego…  y los almendros trazan líneas grisáceas en sus laderas enmarcando la pequeña ermita de la Virgen de los Dolores. Tierra de pastores, despoblada, dura, donde solo aguantan unos pocos. Tierra de migas ruleras, de torta de garbanzos y en los días de fiesta; guiso de cordero o andrajos.


La semana pasada estaba nevada; hoy, solo los picos más altos refulgen bajo el incipiente sol de la mañana. Días de vientos cálidos de poniente han barrido los pocos centímetros que cubrían las calles acabando con la ilusión que nos habíamos hecho de abrir roderas sobre la nieve virgen. Sobre las diez teníamos nuestras monturas preparadas y nosotros dispuestos para continuar esta jornada que había comenzado horas antes en la capital de la Región.


Pasada la ermita giramos hacia el norte por un camino bordeado de almendros aún sin flor, entre cerros que motean manchas de pinos. Pedaleamos junto a la rambla, hacia un cortijo ganadero. El sol, por nuestra espalda, rodeando la sierra de Gadea, templa la mañana durante la suave ascensión hasta superar el collado. Bajamos ahora hacia la rambla de Inazares entre pinos y antiguos cortijos; en el pueblo, que tiene a bien ser el de mayor altitud de la Región de Murcia, entre el macizo de Revolcadores y la sierra de Villafuertes, hacemos un alto y reponemos fuerzas para rodear la compacta sierra de Moratalla, plagada de picos calizos considerados el techo de la Región; Revolcadores con 1.999 metros, Los Ovispos con 2015 y los Odres con 1878. El fuerte viento del noroeste nos castiga, pero continuamos; estoicos, nuestro pedalear.


Cabras, gatos y tejones se mueven entre grietas y carrascas, sesteando bajo la sombra de pinos y encinas que sobrevuelan águilas, búhos y halcones peregrinos. El camino se empina entre romero, piorno, lentisco y enebro, aromatizados de tomillo; más allá, rabo de gato, esparto y  rosales silvestres. Llegamos así al collado y buscamos hacia el oeste la rambla de la Rogativa y la pista que nos llevará a Puerto Alto, al oriente de la sierra de las Cabras.


A nuestros pies; Cañada de la Cruz, nombre que le viene por ser cañada de ganados y la primera que allá por el s. XIII abrazo el milagro de la Cruz, antes que la propia Caravaca. Tierra de razzias musulmanas que defendía la Encomienda de Santiago. Tierras de almendro y cereal, de cordero segureño, que recuesta sus viejos casones a la solana de Revolcadores. Por esta misma solana, entre almendros y barbechos,  continua una modesta carreterilla que sin grandes altibajos nos llevará de nuevo al Hornico.


Mariano Vicente, enero de 2014

domingo, 1 de enero de 2012

Ruta 3 de Piñero – Sierra de Villafuerte



Desempolvando un poco la biblioteca me reencontré con un viejo amigo: Murcia, en Bicicleta por sus Serranías. De Pedro Piñonero Crevillén.

Me sumergí con fruición en las páginas de este tomo, pionero de las rutas en bicicleta por la Región de Murcia, lo que me trajo recuerdos de antiguas y épicas salidas. Son ya muchos años de rutas, pero releí un par que aun no había realizado y me puse manos a la obra, se trata de los itinerarios 3 y 11, sobre la sierra de Villafuertes y las antiguas explotaciones mineras del Chaparral.



La primera la he realizado este viernes, último del año. Nos pusimos en marcha y sobre las nueve y media estábamos en Inazares. Hacia frío, que combatimos con unos belmeontes, lo que acondiciona nuestro cuerpo para resistir la cortante brisa que sopla a esa hora de la mañana. Éramos siete, aunque dos, decidieron acortar el recorrido hacia Puerto Ortiz. 

Pedalearemos hacia la sierra de Villafuertes; en nuestro deambular transitaremos por los cortijos de Majarazán, hoy convertido en coto de caza, y el abandonado de Alazor. Pasaremos cerca del antiguo balneario de Cantalar, hoy manantial de agua mineral, y descenderemos por el camino de Hoya Lóbrega, que recorre la rambla de las Casas de Moya, para regresar a Inazares.



Dominando como pudimos la tiritona, comenzamos una suave y constante subida por un camino soleado, entre carrascas y pinos que ya no abandonaremos hasta llegar al collado del Alazor. Pasamos una fuente de aguas heladas donde el sol se enreda entre sus cristales, la temperatura en este tramo es agradable, resguardado como se encuentra de la brisa dominante. Pasamos el señorial cortijo del Majarazán, hoy especializado en temas de caza y continuamos subiendo por una bien cuidada pista que asciende la rambla del Parriel. Llegamos a los dominios del antiguo caballero don Diego López; la Hoya del Alazor, donde los musulmanes cultivaban esta planta; aprovechando sus flores de color azafrán, para teñir; y sus semillas, para producir un aceite comestible.



Con una fuerte subida nos encaramamos al collado. Conviene hacer un alto y volver la vista a tras, Revolcadores se nos ofrece en todo su esplendor. Un poco más a la derecha, la sierra del Taibilla, detrás la de las Cabras. Del otro lado; Tras la sierra de Villafuerte, el Campo de San Juan, cerrado por el norte por la sierra del Zacatín. En frente el manantial del Cantalar y su planta embotelladora; en la hondonada, el Calar de la Santa.
Descendemos la umbría de las Cabellas, que pinta el camino de blanco y nos hace extremar la precaución ante el temor de deslizar en el hielo. Subimos a su collado, punto más alto del recorrido, lo que nos coloca a 1.650 metros. Pequeño descenso hasta el collado del Aire, donde se abre el paisaje para dejar espacio el cortijo de Hoya Lobrega. No llegamos hasta él, para sumergirnos por nuestra derecha en un antiguo camino, hoy en desuso, que en fuerte descenso nos introduce en el cauce de la rambla de las Casas de Moya, más de siete kilómetros de arena y baladres, que pondrán a prueba nuestra pericia.



El paisaje, cada vez más abierto, deja paso a los cultivos. También nosotros dejamos a nuestra compañera, que se dirige a Archivel, en la confluencia con la rambla de Puerto Ortiz. Comenzamos el ascenso del cauce por un camino en perfectas condiciones con las laderas flanqueadas por bosques de oscuro pino segureño. Como pasa demasiadas veces en este país, alguien ha puesto puertas al camino de Inazares ¡Y se quedan tan tranquilos!
Desde el Cortijo de Puerto Ortiz, nos espera una recompensante bajada entre cultivos. Encinas solitarias se mezclan con aislados pinos, hasta llegar a la carretera. Para superar el desnivel hasta Inazares, sufriremos; además de la pendiente, una inhóspita y fría brisa que nos escoltara hasta llegar al resguardo de la población. 



Nos vengamos a base de buche y costillicas de cordero, todo regado convenientemente, pero eso ya es otra historia que no voy a contar.

En este enlace las FOTOS
Y en este otro el TRACK

Mariano Vicente, primer día del mes de enero de 2012

lunes, 6 de diciembre de 2010

Vuelta a Revolcadores sobre un manto blanco y helado.



Algunos agoreros argüían que no saldría bien. Se equivocaron; a pesar de los pronósticos que vaticinaban el día más frío del otoño y probablemente del año en la Región de Murcia, pasamos un día maravilloso, emocionante y divertido.

El noventa por ciento de la “grupeta” se “rajo” a pesar de que algunos “son del norte”, allí donde empezó la Reconquista. Otros adujeron compromisos familiares y otros directamente pensaron que estábamos locos. Pero no, no lo estábamos y pasamos un día realmente memorable.



Comenzamos con cinco grados por debajo del cero, pero después de los “carajillos” en el restaurante de Los Odres ya superamos el positivo. Comenzamos a pedalear en dirección al Hornico para dirigirnos al collado Ballesteros. Era divertido pasar haciendo equilibrio sobre los charcos helados para comprobar con asombro que aguantaban estoicos nuestro paso, y eso que yo supero los cien kilos.

Divertida y vertiginosa bajada hacia la rambla de Inazares horadando la nieve virgen y helada. Había que extremar la precaución, este manto blanco y puro, podía ocultar sorpresas desagradables lo que hacía subir la adrenalina.

En Inazares, repusimos fuerzas en el restaurante El Nogal ante un buen plato de embutido y una jarra de vino. Eso sí, con gaseosa para hidratarnos.

A continuación nos esperaba una dura y resbaladiza subida sobre la nieve helada. El pedalear se hacía difícil; constantemente la rueda trasera perdía tracción y, nosotros el equilibrio.

Ya en el collado nos hicimos las fotos de rigor y disfrutamos de unos reconfortantes y luminosos rayos de Sol que templaron nuestros cuerpos. A partir de aquí, lo mejor de la jornada. Nos esperaba la bajada hacia la rambla de la Rogativa. Virgen, impoluta, helada, esperaba la pista nuestro paso. Descendimos abriéndonos camino sobre dos palmos de nieve que se hundía a nuestro paso crepitando ruidosamente. Os puedo asegurar que nos divertimos como nunca. Ya, más abajo, cuando la nieve solo alcanzaba algunos centímetros me atreví a rodar un pequeño video que dejara constancia de nuestro paso.

La subida desde la ermita de la Rogativa no fue especialmente difícil, salvo en la parte final, junto a Puerto Alto, ya que el camino se iba convirtiendo poco a poco en una pista de patinaje. Más duro fue el descenso hacia Cañada de la Cruz por un asfalto traicionero, en el que las placas de hielo; pulido como el acero, se alternaban con rodadas de nieve helada que nos obligaban a escoger con sumo cuidado la trayectoria.






No hemos pasado frío, al contrario, ha sido un día estupendo, que terminamos como a nosotros nos gusta, alrededor de una mesa disfrutando de los amigos; gente de buen yantar y mejor beber, que no se arrugan por un poco de frío y se crecen ante las dificultades.

Mariano Vicente, sábado 4 de diciembre de 2010.