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jueves, 27 de septiembre de 2018

Calar Alto y la Tetica de Bacares



Estamos en Bacares reposando las migas con una buena siesta. Claro que pensareis que pintan unas migas aquí y que hacemos en Bacares. Todo tiene una explicación y hasta de cierta lógica. Nuestro amigo Ángel lloraba por un ojo para comer unas migas en la rambla del Saliente. Pura envidia, sana eso sí, desde que hace cuatro años hicimos una excursión al santuario del Saliente y nos comimos unas espléndidas migas que él no pudo probar al no venir, y desde entonces nos esta dando la matraca. Si unimos que hace un par de semanas tuvimos que abortar una excursión en la zona por indisposición de nuestro compañero Antonio Máximo y que a su vez la meteorología nos impidió, la otra vez que subimos a Calar Alto (enlace), terminar la ruta ascendiendo la Tetica de Bacares, tenemos la excusa perfecta para estar aquí. Además, desde Albox, solo hay cuarenta kilómetros más y estamos en plena celebración nuestra particular Semana Europea de la Movilidad

Al final de la tarde nos acercamos en coche hasta el observatorio de Calar Alto y comprobar en que estado esta la pista que nos tiene que llevar hasta la Tetica. De regreso al pueblo, una cena ligera y a la cama. A las ocho de la mañana estábamos dando cuenta de unas estupendas tostadas que nos pondrían en situación de afrontar lo que en pocos minutos se nos vendría encima; subir al collado del Ramal. La “mala sombra” que tiene este tramo es que nada más salir del pueblo, en frío, tienes que superar rampas continuadas del 12 por ciento. Sobre las 8 y media nos ponemos en marcha Juan Bautista, Angel y yo. 100 metros de bajada y a sufrir. Matías salió algo después y en dirección contraria, directo a la Tetica.



Siete, ocho, nueve, ya no me quedan piñones, he metido todo lo llevo y eso que he salido con el plato pequeño de los tres que lleva mi bicicleta, una Cannondale Rush de doble suspensión. No dejo de pensar en que probablemente con el desarrollo de la bici de carretera no podría subir estas rampas. A pesar de la hora y la buena temperatura; no habrán más de 15 grados, no dejo de sudar. La crema solar se ha convertido en una especie de barrillo blanquecino que gotea por las muñecas dejando un reguero húmedo sobre el asfalto. Me duelen las piernas y las tostadas quieren saltar fuera del estomago, vamos formando un “rosario” a lo largo de la carretera donde la última cuenta soy yo. Recorremos de esta guisa los poco más de 5 kilómetros que nos separan del dichoso collado del Ramal ¡Una hora hemos tardado en recorrerlos! Más que para hacernosfotos, hemos parado a descansar. Yo, que soy motor diésel, necesito al menos una hora de pedaleo para empezar a sentirme bien sobre la bici, así que no os cuento como lo paso si nada más salir comienzo a subir rampas que mantienen una media del 10 por ciento y que en algunos tramos superan el 14.



Un poco repuestos, seguimos pedaleando hacia el siguiente collado; del Conde. Esto es otra cosa, los porcentajes son más humanos y es casi un placer pedalear entre la sombra de los pinos. Lo superamos. Una pequeña bajada y continuamos en ascenso hacia el collado de Venta Luisa. En alguna curva ya se dejan ver las enormes cúpulas del observatorio, que desde aquí parecen pequeñas esferas blancas sobre el horizonte. El observatorio de Calar Alto esta situado sobre una pequeña meseta de las sierra de los Filabres (Almería) a una altura de 2.168 metros y su nombre oficial es Centro Astronómico Hispano-Alemán (CAHA). En alemán; Deutsch-Spanisches Astronomisches Zentrum (DSAZ), actualmente está operado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (España) y el Instituto Max Planck para Astronomía de Heidelberg (Alemania). Es el mayor observatorio de la Europa Continental con tres telescopios de 1.23, 2.2 y 3.5 m., este último con montura ecuatorial. Hay un par de telescopios más; uno de 1.5 m. operado por el Observatorio Astronómico Nacional de España y otro robótico que ostenta el Centro de Astrobiología INTA-CSIC. En 1994 el observatorio captó la colisión del cometa Shoemaker-Levy 9 contra Júpiter y actualmente una de sus prioridades es la detección y estudio de enanas marrones.



Bebemos y nos aprovisionamos en la pequeña fuente de Venta Luisa, en esta época del año algo perezosa, ya que solo dejaba caer un hilito de agua con desgana. Nos detenemos en el cruce y miramos hacia arriba, una fuerte rampa, se interpone entre nosotros y las cúpulas de los telescopios. No será fácil llegar hasta allí, durante un par de kilómetros tendremos que superar unos porcentajes nada despreciables. Pero en realidad ha sido más fácil de lo que parecía en un principio; tiene algún descansillo que ayuda a no desfallecer. Una vez arriba nos hacemos las fotos de rigor, Juan Bautista aun se entretiene en subirse al monolito del punto geodésico y hacerse un “selfi”. Bajamos de nuevo al collado. Juan y yo nos hacemos un autorretrato para la posteridad bajo el cartel: Venta Luisa 1.970 m. Justo enfrente, sale una pista que recorre casi toda la cuerda de la sierra de los Filabres, sobre el veril de los 1.900 metros, hasta enlazar con la carretera de Velefique. Pista monótona, con un piso excelente y un ligero desnivel negativo en el sentido de nuestra marcha. Cerca del lugar donde desemboca en la carretera nos estaba esperando nuestro amigo Matias que ya estaba de regreso de su subida a la Tetica.



El cerro Nímar, más conocido como la Tetica de Bacares por su semejanza según la imaginación popular con un pecho femenino, se alza imponente enfrente nuestro, erizada de antenas y casi inaccesible a 2.088 metros de altura. Unas cicatrices zigzagueantes cortan en perpendicular su cara sur brillando bajo el duro sol del medio día. ¡Te vas a enterar Mariano! Pienso acongojado mientras contemplo el desnivel que tengo enfrente, ¡y el sol pegando de plano! Inicio la subida. Al principio es tendida, entre pinos y sin demasiado porcentaje, pero al llegar a la base la vegetación desaparece y el porcentaje se aúpa a los dos dígitos. Me sorprendo porque subo con un pedaleo alegre y aún me queda algún piñón por meter. En plena solana, a la hora del medio día y en contra de lo que había supuesto, el calor no aprieta demasiado. Tramos rectos enlazados por retorcidas curvas se suceden uno tras otro. En las rampas finales, en especial en la última de cemento, sí que tengo que meterlo todo, pero ya estoy arriba. La vista es grandiosa, se domina todo el Valle del Almanzora con sus numerosos pueblos moteando de blanco el gratis predominante del paisaje. Del otro lado, una vasta panorámica abarca toda la sierra de los Filabres y los valles que la ciñen por el sur, hasta que la imponente mole de Sierra Nevada cierra el horizonte. Esta cumbre, junto al Mulhacén desempeño un papel importante para la unión geodésica entre Europa y Argelia, realizada por el ingeniero militar Carlos Ibañez de Ibero en 1.858. Por este hecho la reina regente le otorgó el título de marqués del Mulhacén.



Matías nos espera en el cruce y nos dirigimos hacia Bacares, en un principio pensábamos utilizar un sendero que desemboca justo en el pueblo -que ya utilizamos en nuestra travesía por tierras andaluzas- pero después de tanta subida, la bajada por una carretera de impecable asfalto, surtió el efecto de una potente droga que anulo por completo nuestra voluntad y nos impulso en una espiral de lujuria y adrenalina, curva tras curva, hasta Bacares. Solo restaba ya darnos una buena ducha y reponer fuerzas. A la mesa nos esperaban unos untuosos huevos rotos y un soberbio entrecot. Esta es la parte de la ruta que más me gusta y mejor se me da, mantuve  un interesante intercambio de posiciones en la delantera del pelotón con Juan Bautista y Matias hasta el postre; Angel, a pesar de batirse valientemente, quedo rezagado.



Mariano Vicente, 21 de septiembre de 2018

miércoles, 8 de octubre de 2014

Calar Alto, Sierra de los Filabres





De Bacares; a pesar de encontrarse a mil doscientos trece metros, se sale subiendo. Da lo mismo para un lado que para otro, pero siempre en subida. La ruta la habíamos planteado para subir al Calar Alto por la Tética y el Alto de Velefique bajando por Las Menas, o quizás al revés, escogiendo este último.
Recorrido en un principio reconocible puesto que lo pedaleamos hace un par de años cuando hicimos la travesía entre Sorbas y Caravaca de la Cruz, pero no por ello menos indigesto; salir con el desayuno a medio asimilar, en frío y con porcentajes de escalofrío, no tiene que ser sano, ha de sentar mal a la fuerza, noto las tostadas flotando, a punto de naufragar, en las procelosas olas del café. Viene en mi auxilio la pista que nos lleva a la fuente del Layón, lo que permite a mi estomago afianzarse y cumplir su cometido con entereza. Comienza aquí la parte más divertida de nuestro recorrido; primero por lo desdibujado del trazado, apenas insinuado entre la maleza, a pesar de que el gps se empeña en señalar que ese es el lugar del camino. Después, porque en algunos puntos era casi impracticable. Y vaya que si lo era, una senda comprometida por su estrechura y la verticalidad de la ladera, mezclada con algunos pinos insidiosos que dificultaban el avance.



Llegamos así a una fuente y abrevadero, creo que en el barranco del Layón, junto al abandonado cortijo de Las Cabañicas; lugar idílico por su umbría y aislamiento, incluso su abandono le da un aire placentero. Recuperamos un camino más amplio que rodea, por el norte, el Pozo de la Nieve en dirección a Las Menas; abandonándolo por otra senda que se dirige a cruzar el Barranco de la Cañada del Ramal. Senda con vocación de montaña rusa, pedregosa y estrecha, con el vértigo siempre presente por la empinada ladera.  



Al otro lado del barranco; la desolación. Ruinas, ilusiones rotas, esfuerzo, sudor, representan los restos de las minas abandonadas, con sus costillares blancos que semejan esqueletos de animales prehistóricos. Se suman la mala planificación; al no construir tres kilómetros de túnel para travesar la Sierra de los Filabres y llevar el mineral al puerto de Almería, se opto por un tendido de cables aéreos que llevaban el mineral hasta Serón y de allí, por ferrocarril, hasta el embarcadero del Hornillo en Águilas, sistema más lento y costoso, que junto al costo más bajo del material extraído en excavaciones a cielo abierto, llevo a su cierre en 1968. Hoy se intentan recuperar algunas de las edificaciones para su transformación en un centro de ocio, hotel y camping.  



Ahora la pista es ancha y de perfecto firme, pero también monótona y aburrida, barrida por el vendaval que levanta turbonadas de arena con escozor los ojos y rechinar los dientes. A veces, cuando subo por una de estas pistas, anchas y bien niveladas, con fuertes rampas, tengo la sensación de ser un rudimentario y lento artilugio mecánico al que esta apunto de acabársele la cuerda. La fuerza ejercida; ora sobre un pedal, ora sobre el otro, proporciona una renqueante oscilación a un lado y al otro, de tal manera que consigue recargar el movimiento. Se diría que en ese balanceo, en ese lento tambalearse a uno y otro lado está la esencia del movimiento, del avance, proporcionando un nuevo impulso cuando parece que esta apunto de detenerse.



Las blancas cúpulas del sofisticado observatorio hispano-alemán, se ven desde hace tiempo lejanas e ingrávidas. Densas nubes comienzan a cubrir el firmamento, cada vez más negras, cada vez más bajas, hasta posarse sobre la tierra. Las bóvedas albas de los telescopios juegan al escondite, unas veces ausentes, otras lejanas. Pasado el collado del Conde el camino está roto, se vuelve áspero y pino, de respiración jadeante, avanza en línea recta hacia las desvanecidas cúpulas. Llueve, hace frío, el viento aúlla sobre las peñas y zarandea los pinos, aparece de nuevo el observatorio desdibujado por la niebla, cerca, casi al alcance de la mano. Hemos llegado, estamos a 2.168 metros. 



Mariano Vicente, Calar Alto 16 de septiembre de 2014.

miércoles, 11 de julio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca - Completo



A modo de presentación...


Yo era un hombre sedentario. Deporte; más bien poco. Cuando viajaba lo hacía en coche o en moto. Un día subiendo La Cuesta, venía de Cartagena con dirección al Puerto de Mazarrón, me encontré con un ciclista. Era un hombre joven, por la pinta, extranjero y pensé: hay que estar un poco loco para hacer esto. Apenas se le veía entre sus grandes alforjas, en el manillar llevaba atados sacos y mantas. Avanzaba lentamente, pedalada a pedalada con un esfuerzo enorme.

domingo, 24 de junio de 2012

Por tierras andaluzas...hasta Caravaca. Segundo día: Bacares-Baza



Segundo día, martes 29 de mayo de 2012

 Me despierto y me acerco a la ventana; el cielo tiene ese color sucio entre el negro de la noche y la claridad del día. Pan con aceite y buen jamón nos preparan para el inicio de la jornada, que será dura al principio.

El color del paisaje comienza a cambiar, abandona el negro de la pizarra por un pardo amarillento tachonado por el verde de los pinos de repoblación.