miércoles, 8 de octubre de 2014

Calar Alto, Sierra de los Filabres





De Bacares; a pesar de encontrarse a mil doscientos trece metros, se sale subiendo. Da lo mismo para un lado que para otro, pero siempre en subida. La ruta la habíamos planteado para subir al Calar Alto por la Tética y el Alto de Velefique bajando por Las Menas, o quizás al revés, escogiendo este último.
Recorrido en un principio reconocible puesto que lo pedaleamos hace un par de años cuando hicimos la travesía entre Sorbas y Caravaca de la Cruz, pero no por ello menos indigesto; salir con el desayuno a medio asimilar, en frío y con porcentajes de escalofrío, no tiene que ser sano, ha de sentar mal a la fuerza, noto las tostadas flotando, a punto de naufragar, en las procelosas olas del café. Viene en mi auxilio la pista que nos lleva a la fuente del Layón, lo que permite a mi estomago afianzarse y cumplir su cometido con entereza. Comienza aquí la parte más divertida de nuestro recorrido; primero por lo desdibujado del trazado, apenas insinuado entre la maleza, a pesar de que el gps se empeña en señalar que ese es el lugar del camino. Después, porque en algunos puntos era casi impracticable. Y vaya que si lo era, una senda comprometida por su estrechura y la verticalidad de la ladera, mezclada con algunos pinos insidiosos que dificultaban el avance.



Llegamos así a una fuente y abrevadero, creo que en el barranco del Layón, junto al abandonado cortijo de Las Cabañicas; lugar idílico por su umbría y aislamiento, incluso su abandono le da un aire placentero. Recuperamos un camino más amplio que rodea, por el norte, el Pozo de la Nieve en dirección a Las Menas; abandonándolo por otra senda que se dirige a cruzar el Barranco de la Cañada del Ramal. Senda con vocación de montaña rusa, pedregosa y estrecha, con el vértigo siempre presente por la empinada ladera.  



Al otro lado del barranco; la desolación. Ruinas, ilusiones rotas, esfuerzo, sudor, representan los restos de las minas abandonadas, con sus costillares blancos que semejan esqueletos de animales prehistóricos. Se suman la mala planificación; al no construir tres kilómetros de túnel para travesar la Sierra de los Filabres y llevar el mineral al puerto de Almería, se opto por un tendido de cables aéreos que llevaban el mineral hasta Serón y de allí, por ferrocarril, hasta el embarcadero del Hornillo en Águilas, sistema más lento y costoso, que junto al costo más bajo del material extraído en excavaciones a cielo abierto, llevo a su cierre en 1968. Hoy se intentan recuperar algunas de las edificaciones para su transformación en un centro de ocio, hotel y camping.  



Ahora la pista es ancha y de perfecto firme, pero también monótona y aburrida, barrida por el vendaval que levanta turbonadas de arena con escozor los ojos y rechinar los dientes. A veces, cuando subo por una de estas pistas, anchas y bien niveladas, con fuertes rampas, tengo la sensación de ser un rudimentario y lento artilugio mecánico al que esta apunto de acabársele la cuerda. La fuerza ejercida; ora sobre un pedal, ora sobre el otro, proporciona una renqueante oscilación a un lado y al otro, de tal manera que consigue recargar el movimiento. Se diría que en ese balanceo, en ese lento tambalearse a uno y otro lado está la esencia del movimiento, del avance, proporcionando un nuevo impulso cuando parece que esta apunto de detenerse.



Las blancas cúpulas del sofisticado observatorio hispano-alemán, se ven desde hace tiempo lejanas e ingrávidas. Densas nubes comienzan a cubrir el firmamento, cada vez más negras, cada vez más bajas, hasta posarse sobre la tierra. Las bóvedas albas de los telescopios juegan al escondite, unas veces ausentes, otras lejanas. Pasado el collado del Conde el camino está roto, se vuelve áspero y pino, de respiración jadeante, avanza en línea recta hacia las desvanecidas cúpulas. Llueve, hace frío, el viento aúlla sobre las peñas y zarandea los pinos, aparece de nuevo el observatorio desdibujado por la niebla, cerca, casi al alcance de la mano. Hemos llegado, estamos a 2.168 metros. 



Mariano Vicente, Calar Alto 16 de septiembre de 2014.

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