Miedo. Miedo a la meteorología, a mojarnos, a caernos, miedo a no sé muy bien qué, pero miedo al fin
y al cabo fue lo que caracterizo el comienzo de la VI Salida Ciclista
Ferroviaria. Cierto que el día amaneció
cubierto y que el pronóstico del tiempo no era nada bueno, pero tampoco lo había sido el día anterior y no había caído ni una gota. Tampoco es menos cierto que en Murcia, llover,
llueve poco, por no decir nada a lo largo del año,
circunstancia que contribuye a que los ciclistas murcianos sean un poco como
los gatos y huyan del agua. Pero nos mojamos y disfrutamos con ello,
estrechamos nuestra amistad y al final de la jornada, durante la comida, nos reímos de ese miedo, de ese recelo, de la
desconfianza y aprensión que impregnaba la
jornada. Juntos nos mojamos y juntos disfrutamos, que al fin y al cabo era de
lo que se trataba.
La etapa.
Poco después
de las ocho ya estaban aquí
los ferroviarios alicantinos, circunstancia que
aprovechamos, ya que la salida no sería
hasta las nueve, para tomarnos juntos unas tostadas y café rico, rico. Poco a poco se fueron
concentrando en el aparcamiento de la estación
del Carmen el resto de ferroviarios y ciclistas que nos acompañarían en la salida. A las nueve en punto, con un cielo amenazante,
dimos el pistoletazo de salida.
Durante el trayecto se nos unió el club Ciclista Moto 5, que nos acompañaría hasta Casas Nuevas. En la cuesta del Cañarico se produjeron los primeros cortes que no llegaron a más al reagrupamos antes de llegar a Casas Nuevas donde giramos
hacia Librilla y la Cola del Caballo. Aquí comenzaron a marcarse las diferencias, salen a relucir las
carencias de algunos de nosotros, mientras que por delante se desatan las
hostilidades por coronar primero, creo que fue algún
alicantino, pero hay diferentes versiones y no lo he podido confirmar.
Acudimos al furgón
para hidratarnos, nuestros amigos de Cocacola y Estrella de Levante habían hecho un verdadero esfuerzo para que no pasáramos sed, aunque el tiempo, sin ser frío,
no invitaba a ello. Polémica sobre si hacer la ruta completa, acortarla o irnos
directamente a Murcia. Se decidió que la completaríamos a pesar de todo y si llovía
nos atendríamos a las consecuencias. Algunos no estuvieron de acuerdo y
regresaron a Murcia. Y así
fue como solo nos quedamos…los que nos teníamos que quedar,
los que pusieron lo que había que poner.
Llegando a los Calderones comienza una tenue
llovizna, más típica del norte de España que de la Región de Murcia, llovizna que nos va empapando poco a poco. Comienzan las
cuestas de Pliego, el agua cae del casco en rápidas gotas, de manera constante. Las gafas, que ya estaban
inservibles por las gotas acumuladas, se empañan
y apenas dejan ver la carretera. La rueda delantera vierte sin miramientos
chorritos de agua sobre nuestros pies; primero al uno y luego el otro según nos balanceamos con el pedaleo. Nos ponemos de pie para superar
los últimos repechos y al sentarnos sentimos el "chofsss" de la
badana empapada. Descendemos con cuidado bajo la lluvia hasta llegar a Pliego y
al avituallamiento. Bajo la pertinaz llovizna tomamos algo, riéndonos al contemplarnos los unos a los
otros. Empapados y orgullosos continuamos hacia nuestro próximo reto, Puerto Espuña.
Cada uno subió como pudo, pero nos reagrupamos en el cruce de Fuente Librilla. Ya
no llueve y parece que hasta despeja un poco, el personal se anima e imprime un
buen ritmo hasta alcanzar la población. Fuera ya
chubasqueros para tomar el camino hacia Barqueros. Escaramuzas en la subida,
descenso vertiginoso, algunos se descuelgan, en los siguientes repechos se
agudiza la distancia y los cortes, se forman grupos, el último repecho se atraganta. Descendemos a tumba abierta hacia
Alcantarilla a pesar de la humedad de la carretera. Reagrupamiento en la
rotonda de Mercadona, ¿quién falta?,
esperamos. Ya todos juntos continuamos hacia Murcia.
El cielo se oscurece de nuevo, negras nubes
cubren la capital, nos tememos lo peor y antes de Nonduermas se confirman
nuestros pesares. Llueve, y lo hace con ganas, para rematar la faena, cuando
solo nos quedan unos pocos kilómetros, no queda más remedio que aceptarlo con resignación.
Otra vez empapados, la mayoría ha traído ropa para cambiarse, pero no calcetines, y algunas zapatillas
estén chorreando. Rápido al bazar chino, llegan pantuflas y calcetines, nos reímos confortados, todos a la mesa.
Comenzamos con unos platos de ensalada de
perdices y tomate con boquerones, riquísimas
patatas chips con aceitunas. No podían faltar unos
platos de jamón y queso con frutos secos. Los calamares a la plancha estaban
fabulosos y sabrosísimo el queso de cabra con cebolla caramelizada. Exóticas las delicias de col rellenas de carne con una salsa para
chuparse los dedos. Y qué decir del rollito
de ternera, hay que probarlo. El postre; deliciosa esa tarta de la abuela con
chocolate fundido...
Incidencias:
Mencionar que Pepe Ramos, Ángel Nicolás y otro amigo, un
alicantino y dos murcianos, de forma inexplicable, se pierden. Rodeo de más de veinte kilómetros por Mula para retomar la rutaen Pliego que tampoco
completan, al regresar por el recorrido de ida y volver a perderse. Vieron un
cartel que ponía Alcantarilla y,
ciegos, tomaron por él. Albudeite,
Campos del río, Alguazas… ¡y
eso que les dimos un rotómetro! Algún día nos explicarán como paso, mientras tanto las cábalas
y apuestas en el grupo están al rojo vivo.
A Juan Bautista su precioso sillín blanco se le tiño de rosa. Son las
equipaciones que nos confeccionó Protegebike para el Camino de la Vera Cruz. ¡Destiñen! Los primeros problemas los tuvimos en junio durante el viaje cuando
al lavar la ropa, camisetas interiores y calcetines, tomaron un color que en la
huerta de Murcia nominamos "panza burra", que es un indefinido color grisáceo que en este caso incorpora toques de
marrón y algo de rosa. Tampoco el corte se adapta al cuerpo, forma unas
arrugas inexplicables en el culote, que provocan que se suba la pernera hasta
dejar medio muslo al descubierto, lo que obliga a bajarlo constantemente.
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