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viernes, 8 de febrero de 2013

Río Quipar



La escarcha blanquea en las cunetas y el indicador luminoso del tablero parpadea indicando una cifra inferior a los cero grados. Estamos en la Almudema, comienzo de nuestro viaje. Queremos seguir el Quipar, el Al Quipir de los árabes. Este pequeño río, afluente del Segura, se forma por la confluencia de las ramblas que drenan por el sur el macizo de Revolcadores y la sierra del Mojantes. Discurre, placido, entre los campos de Caravaca, formando estrechas e intrincadas formaciones de olmedas, alamedas, choperas y saucedas, acompañadas de cañaverales, juncales y zarzales.

Aparece La Encarnación y el Estrecho, fascinante vado del Quipar y paso obligado en las comunicaciones entre la Alta Andalucía y el Levante desde los albores de la historia. En un cerro cercano, se hallan los restos de uno de los templos romanos más importantes del occidente mediterráneo. Pero hay más; restos argáricos en la Placica de Armas, ibéricos en los Villares, musulmanes en la Cueva del Rey Moro, e incluso algún neandertal en Cueva Negra. 

El viejo camino que lleva a la Cañada de las Cuevas y al Rincón de la Bernala, está cerrado. Nuevos terratenientes de hoy, muy modernos ellos, se comportan como caciques de antaño. Cierran caminos a su antojo, vallan y prohíben, sin respetar nada ni a nadie. Regresamos para continuar por el camino de Lorca a Cehegín, casi el único que aún está abierto.

Confluimos con nuestro compañero en la cañada de las Zorras, igual que lo hace la vereda real de Moratalla y el canal del Taibilla, bajo los contrafuertes de la sierra del Quipar. Poco antes, nos encuentra Juanfra, ciclista de Cehegín, que generosamente se ofrece a guiarnos y dejarnos en el buen camino. Aceptamos y nos lleva a través del camino del Taibilla a cruzar la autovía del Noroeste. Cehegín, se afana a la sombra de Peñarrubia. Contemplamos la belleza de su caserío, dominado por las torres de santa María Magdalena y la Purísima Concepción.

Cruzamos la autovía bajo los cerros de la Cagueta hacia el cerro de la Fuente del Abad, que bordeamos por el sur, buscando la Vía Verde del Noroeste (GR-250). Descendemos hacia las ruinas de Begastri, para desviarnos hacia la carretera del Chaparral por las inmediaciones de la ermita del Escobar.
Pedaleamos por el asfalto junto a nuestro compañero, que en este tramo ha horadado las margas yesíferas del terreno formando taludes de cierta importancia. En el cauce lo acompañan cañaverales, juncos y zarzales en intrincada maraña.

Pensábamos comer en El Caparral, pero el bar está cerrado. Desolados, buscamos la población de la Copa. Aquí sí. Hermoso bocadillo de sabroso tocino al que acompaña helada cerveza.

Nos introducimos por una pista de negra arena. Transcurre por uno de los paisajes más apartados del Noroeste regional. Tierras situadas al Este de Cehegín, limítrofes a los campos del Cagitán. Pasa por antiguas explotaciones mineras y pueblos abandonados. Yacimientos agáricos en la Cabecica del Trigo, magnifico emplazamiento fácilmente defendible, de escarpadas laderas y cercano a abundantes cursos de agua (Arroyo Hurtado, Río Quípar, Fuente de la Carrasquilla). En el collado, un magnífico espectáculo. Se abre ante nosotros los llanos del Cagitán con el pináculo del Almorchón en su centro. Rodeados de norte a sur por las sierras del Molino, del Oro y Ricote.

Almendros en plena floración hermosean los campos. Viejos edificios nos hablan de antiguas y decadentes costumbres sociales. Son los Baños de Gilico o San José en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, alberge de carreteros y trashumantes, hoy explotación ganadera.

Nuestro compañero recorre sus últimos metros antes de remansar sus aguas en el Pantano de Alfonso XIII, ya en tierras de Calasparra. En las colas, prospera un denso tarayal, sustituido por carrizal en las zonas inundadas, habitad de buena cantidad de anátidas y fochas, garcetas, cigüeñuelas y Martinetes e importante área de invernada para el cormorán. 

Mariano Vicente febrero de 2013

Río Quipar
63.250 km Dificultad: Baja
Desnivel+: 578 m//Desnivel-: 1.050

viernes, 6 de enero de 2012

Ruta 11 Piñero - Ruta Minera



Esta ruta transcurre por uno de los paisajes más desconocidos del Noroeste regional. Son tierras situadas al Este de Cehegín, limítrofes a los campos del Cagitán. Recorren los montes del Juan Gonzalez, La Jabalina y el Acebuchal, pasa por antiguas explotaciones mineras y pueblos abandonados.
Nuestro lugar de partida será el Chaparral, pequeña pedanía de Cehegín, en la que encontraremos lo necesario antes de comenzar la ruta.



Salimos dirección a Bullas por carretera, que abandonamos poco después (500 m) por un camino a nuestra izquierda. Comienza una subida por camino antiguo, algo en desuso. Dejamos unos edificios a nuestra derecha, posiblemente de la explotación minera Pozo Paulino; abajo, a la izquierda, se intuyen unos lavaderos, pero no encontramos rastros de castilletes u otras instalaciones.

Seguimos en subida con el camino apenas perceptible; en el collado nos dejamos caer hacia el cauce del  arroyo Hurtado ¡ojo, que el camino tiene algunos socavones! Y en función del caudal, igual tenemos que mojarnos los pies. Subimos hasta la Copa.



De la Copa salimos en dirección a Arroyo Hurtado por asfalto, para desviarnos a nuestra derecha (1 km) por otra que pronto se transforma en pista, acondicionada de con grava negra que nos lleva a las minas de Gilico.

Antes habremos dejado a nuestra izquierda la Cabecica del Trigo, asentamiento prehistórico de la Edad del Bronce (cultura argárica), datado cronológicamente entre el 2200 y 1500 (a de C.) con una segunda época romana. Magnifico emplazamiento, con escarpadas laderas y abundantes cursos de agua en los alrededores (Arroyo Hurtado, Río Quípar, Fuente de la Carrasquilla).

Sobre estas minas nos dice Pedro Piñero “estaba comunicada a través de un teleférico con las anteriores y a su vez con la estación de ff.cc de Calasparra, por donde se transportaba el mineral, salvando previamente la Sierra del Molino”.


Tras observar estas instalaciones a cielo abierto, continuamos nuestro caminar en dirección al antiguo poblado minero de Casas de Gilico, pero antes cruzaremos el cauce del río Quípar, que forma por estos lugares un ecosistema suficientemente conservado. 

Pasada la cortijada del Olivar, ganamos altura, lo que nos permite contemplar en toda su amplitud los llanos del Cagitán. Nos introducimos por el camino de las Casas Coloras en el monte del Acebuche, zona de especial protección de la fauna, al igual que el de la Jabalina.


 El camino, entre pinos nos lleva a cruzar de nuevo el río Quípar. Piñero en su ruta nos envía más al sur, hasta la mina del Chaparral, pero nosotros acortamos algo el recorrido dirigiéndonos directamente a la pedanía del Chaparral, punto final de nuestra ruta.

Dejamos para más tarde esa zona, junto a una interesante propuesta del ayuntamiento de Cehegín: Las Maravillas, entre las sierras y el llano.


Para ver más fotos
Y para el track

Mariano Vicente, enero 2012