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martes, 4 de diciembre de 2018

Vía Verde del Maigmó y Río Monnegre



Esta es una de esas rutas que denominamos "sociales". Son rutas que hacemos a petición de algún miembro del grupo que desconoce la zona o ya han pasado muchos años desde que las realizamos por última vez. Esta; por ejemplo, la hicimos en el 2005, al menos la parte correspondiente a la vía verde que discurre por los bellos parajes ubicados entre las sierras del Maigmó y del Ventós. Este año añadimos un nuevo tramo por el valle del río Monnegre para regresar hasta San Vicente donde habremos comenzado nuestro recorrido.

La vía verde del Maigmó

A principios del siglo XX, la industriosa ciudad de Alcoy necesitaba dar salida a sus numerosas  manufacturas. Contaban con una vía estrecha que unía la localidad con el Grau de Gandía, incluso se trazo otro ferrocarril que la unía con la red de ancho ibérico en Villena, pero el verdadero deseo de los alcoyanos era el dar salida a sus productos por el puerto hermano de Alicante. El Plan Guadalorce les proporciono el pretexto perfecto para sus aspiraciones y en 1928 comenzaron las obras bajo la dictadura de Primo de Ribera. Se consiguieron crear 66 km de infraestructura ferroviaria hasta enlazar con la estación de Agost, utilizando muchos de los recursos que la ingeniería de aquellos tiempos puso a su disposición. Contratiempos, retrasos y la Guerra Civil la llevaron al fatal desenlace de su finiquito. Jamás llego circular ningún tren. Sobre el año 2000 la Diputación de Alicante puso sus ojos en ella comenzando la transformación de la antigua plataforma en Vía Verde al año siguiente. El trazado con un total de 22 kilómetros, entre el apeadero de Agost y el puerto del Maigmó, cuenta con 2 viaductos y 6 túneles.



El pantano de Tibi y el río Monnegre

Este río comienza llamándose Verde y después pasa a Monnegre -el cauce atraviesa por una zona de calizas negras y el reflejo del lecho presta a las aguas esa oscura coloración-, para pasar a río Seco al acercarse a su desembocadura en el Campello. Nace en la sierra de Onil a 1.100 metros de altura y en plena juventud hace frente a la presa de Tibi para formar el pantano del mismo nombre. Si descontamos el de Almansa, es el pantano en servicio más antiguo de Europa. Lo mando construir Felipe II a finales del siglo XVI, concretamente en 1580, de las manos del italiano Juan Bautista Antonelli. Sufrió una rotura en 1697, entrando de nuevo en servicio 1738. Tiene un volumen de 2 hm³ y cuenta con una superficie de 50 hectáreas. Desde la Edad Media ha regado las huertas de Alicante a través de los azudes de Muchamiel, San Juan de Alicante y el Campello.



Crónica de la jornada

Son las 7.50 de la mañana cuando el tren de cercanías arranca de la estación del Carmen, nuestra meta, la estación de San Vicente, donde comenzaremos nuestra andadura por la vía verde del Maigmó. Somos seis compañeros; Matías, Antonio, Ángel, Vicente, Secundino y yo mismo. Salvo Antonio y yo, los demás desconocen el recorrido. Tambien nosotros desconocemos la segunda parte de la ruta; la que corresponde al río Monnegre, así que vamos un poco a la aventura. Todo comenzó cuando Matías propuso hacer la Vía Verde del Maigmó. A mí, que ya la he recorrido por lo menos en media docena de ocasiones, no me seducía la idea demasiado, por lo que busque un nuevo aliciente y lo encontré en el valle del Río Monnegre. La idea solo fue planteada sobre el mapa, por lo que desconocíamos la realidad del terreno que íbamos a encontrar, tampoco hubo tiempo para buscar más información por lo que fuimos un poca a la aventura.



Llegamos a San Vicente sin problemas; tomamos un café, y comenzamos a pedalear. Buscamos un paso bajo las vías que encontramos por el lado norte de la estación. Una rotonda y un carril-bici paralelo a la CV-824 nos llevaba en dirección a Agost. No habían transcurrido ni 5 km, cuando no nos quedó más remedio que abandonarlo por un camino en regular estado que nos llevo, entre vides, a la rambla de L´Alabastre. Poco después a un paso bajo la línea de ferrocarril Alicante-Madrid, que distaba apenas quinientos metros del apeadero de Agost.


Ya estamos en la Vía Verde del Maigmó. Pedaleamos con un suave desnivel en dirección norte siguiendo este trazado ferroviario que sin embargo no llego a conocer el paso de los trenes. A su lado crece la vid, sus racimos están embolsados con mimo, porque esta no es una "uva cualquiera" sino que tiene nombre propio con Denominación de Origen: Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó. Parece ser que todo comenzó por casualidad; una plaga asolaba las cosechas y a alguien se le ocurrió proteger los racimos con una bolsa de papel. El resultado eficacísimo, no solo para protegerla de las plagas, si no también de la climatología y otros agentes externos, al tiempo que le da unas características únicas. Estas bolsas de color blanco le confieren a los viñedos un aspecto peculiar. Tuvimos la suerte de poder degustarlas de la mano de una agricultora cuyo campo lindaba con la vía verde y se encontraba haciendo la recolección.



Agost esta a tiro de piedra por nuestra derecha, pero la vía verde parece huir de él y realiza una gran curva hacia el oeste. Pronto la sierra del Maigmó la obliga a dirigirse de nuevo al este convirtiendo este tramo en el más bonito de la vía. En esta parte, la vieja plataforma, salva un par de barrancos con magníficos viaductos y horada las laderas del Maigmó hasta con 6 túneles. El calor aprieta en la solana y nos sobra ropa -es increíble que a principios de de diciembre estemos disfrutando de 25 grados-, solo es aliviado por la sombra que proporcionan trincheras y túneles y por unas cervezas bien frías que nos tomamos en lo alto del puerto. Comienza aquí el segundo tramo de la ruta.
Atravesamos la urbanización del Maigmó y nos dirigimos entre pinadas hacia el Pantano de Tibi. Bajamos a buena velocidad entre numerosas curvas hacia el valle del río que aún se denomina Verde por una carretera de asfalto áspero pero regular.



¡No puede ser! En medio de la carretera una puerta, y además cerrada. Superada la sorpresa inicial, observamos que sus alrededores están muy transitados y que se puede pasar perfectamente por sus costados. Perdemos el miedo y nos lanzamos en busca de la presa. El paisaje es espectacular. La presa, diminuta, pasa casi desapercibida encajada entre los peñascos que la franquean, el Mas del Bou y La Cresta. Creo haber leído en algún sitio que en el lugar más estrecho apenas supera los 9 metros. Al otro lado, solo un camino levemente insinuado. Está roto y pedregoso, pero parece transitable y transitado. Mi trotona va a sufrir, sus cubiertas son de 700x32 y lisas, pero ha mantenido el tipo, ha logrado superar las fuertes rampas y el verdadero pedregal en el que se han convertido algunos tramos. En este tramo es donde peor lo han pasado Matías y Vicente. Antonio ha hecho verdaderos equilibrios con su eléctrica, pero él que me ha sorprendido ha sido Secundino, no había realizado ninguna ruta de este tipo con él, pero la ha superado el trance con nota. El camino desemboca en una bonita carretera con un asfalto áspero y oscuro, que desde Xixona se dirige a Alicante siguiendo el valle del río Monnegre.



Tramo verdaderamente encantador. La carretera se ciñe al barranco que forma el río Monnegre; lo franquea por su margen derecho, entre bosquetes de pinos. Al fondo, el río serpentea entre carrizos y juncos alimentando diminutas huertas. Pequeños caseríos blancos se encaraman en sus laderas, que  alguna vieja ermita reconforta. Se siente la proximidad del mar, el viento huele a humedad y a lo lejos se distingue la brumosa costa. A la altura de Mutxamel y justo antes de que el Monnegre se transforme en Riu Sec giramos a la derecha en busca de San Vicente. Poco antes de llegar a la estación hicimos un alto en el bar de nuestros amigos Ra&Ro para alimentarnos e hidratarnos convenientemente antes de dar por finalizada la jornada.


Mariano Vicente, 4 de diciembre de 2018

jueves, 19 de diciembre de 2013

Tres días de pedaleo por la vía del Chicharra y las vías verdes de Alicante - Guía práctica




En estos días de pedaleo recorreremos, dentro de lo posible, la plataforma de los antiguos Ferrocarriles del Sud de España, perteneciente a la desaparecida FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha) y antes a los Ferrocarriles de Villena a Alcoy y Yecla y también por un antiguo ferrocarril que no llego a nacer, el que pretendía unir Alcoy con el puerto de Alicante.

Transitaremos por pequeñas carreteras, caminos y viejas plataformas de ferrocarril transformadas en Vías Verdes. Pedaleo cómodo al tratarse de trazados de ferrocarril diseñados para minimizar las pendientes, con el piso de zahorra compactada o mista con asfalto, cuando no, de caminos de tierra y carreteras de poco tráfico.

La distancia total fue de unos 240 km. Repartidos en tres jornadas, por lo que hemos calificado el recorrido de moderado por la distancia diaria a recorrer de unos 80 km., ampliando el número de jornadas a 4 o 5, es una ruta acta para todo el mundo.

No hay problemas de orientación a lo largo del recorrido, salvo entre Cieza y Jumilla que el trazado ferroviario está invadido y cercado por fincas agrícolas y nos obligará a utilizar la carretera en más ocasiones de las deseadas. 

Desde Jumilla a Yecla haremos todo el recorrido por una pequeña carretera sin apenas tráfico y cuyo trazado coincide en gran medida con el del ferrocarril. Entre Yecla y Villena, salvo a la salida de la primera que el polígono industrial nos complica un poco el trazado, se realiza por camino rural, en gran parte paralelo o sobre la propia plataforma ferroviaria, que en sus últimos kilómetros antes de Villena se transforma en Vía Verde. 

De Villena a Muro de Alcoy, realizamos casi todo el trayecto por vía verde, unas veces acondicionada como tal y otras, a partir de Bocairent, sin acondicionar pero totalmente ciclable, con alguna dificultad a la altura de Agres que abandonamos momentáneamente la plataforma para cruzar el río del mismo nombre y retomarla junto a la pilastra del desaparecido puente. Entre Muro y Concentaina se pierde el trazado ferroviario por lo que se continúa por caminos entre urbanizaciones hasta esta última población, en la que recuperamos el trazado pasado su polígono industrial, eso sí, con alguna dificultad al tener que cruzar una carretera de doble carril en cada sentido, sin paso de peatones ni nada que se le parezca. 

De Alcoy a Alicante hay tres partes bien diferenciadas una es la Vía Verde de Alcoy, de unos 12 kilómetros y otra la Vía Verde del Maigmó de unos 22, en medio una mezcla de caminos, vía de servicio, carreteras y las poblaciones de Ibi y Castalla. Impactantes son los primeros 10 kilómetros donde se suceden 3 viaductos y 7 túneles. No es tan atractiva la vía de servicio que nos lleva a Ibi, desde esta población a Castalla se circula por un camino rural que coincide en su mayor parte con el antiguo ferrocarril. Ya solo nos queda buscar la forma de subir al Maigmó y enlazar con la Vía Verde que, entre túneles, viaductos y trincheras de yeso, nos llevara hasta Agost. Un pequeño tramo por polvorientos caminos rurales nos llevara hasta la población de San Vicente donde poder tomar el tren hasta Alicante y Murcia.

Más información:







sábado, 14 de diciembre de 2013

Tres días de pedaleo por la vía del Chicharra y las vías verdes de Alicante - Jornada III


 Miércoles 27

Alcoy; pueblo este de topografía accidentada, surcado de profundos barrancos que brotan a la sombra de escarpados macizos que provoca que este tramo de la vía verde sea uno de los más interesantes de todo el recorrido. Se suceden túneles y viaductos de gran envergadura a través de la Sierra de Mariola y el parque natural del Carrascal de la Font Roja, hasta llegar al valle de La Canal, en total 10 túneles y tres viaductos.


Comienza la jornada el viajero peleándose con el gps. El dichoso aparatito se ha empeñado esta mañana en funcionar como le da la gana; ahora aparece el track, ahora no. El norte aparece abajo o arriba. Lo apaga, espera paciente que se inicie, y cuando lo hace vuelve a pasar lo mismo. Vuelta a apagar, quita pilas, tarjeta, las pone, reinicia, y no lo tira por el barranco porque es un hombre prudente, decide dejarlo por imposible y reanuda su recorrido sin instrumentos, usando su intuición para encontrar la entrada a la vieja plataforma del nonato ferrocarril de Alcoy a Alicante.


Cree recordar el viajero que la plataforma se acabo en su totalidad, pero se abandonó sin llegar a estrenarse, lo que ha permitido hoy transformarla en una atractiva vía verde. Ya desde el comienzo –el inconcluso ferrocarril partía junto a la actual estación de Renfe- proliferan los túneles, incluso dentro de la población. Con sinuosas curvas se adapta al terreno y los barrancos del Polop, de las Siete Lunas y Sant Antoni los salva con grandes viaductos.


Este ferrocarril se comenzó a construir en marzo de 1928 con una longitud de 66 kilómetros entre Alcoy y Alicante; obra de envergadura, constaba de 7 viaductos y 17 túneles, algunos de ellos con más de 1000 metros. La Guerra Civil, y las dificultades económicas de la posguerra dieron al traste con esta infraestructura y –como a muchas otras- le dio la puntilla el informe del Banco Mundial en 1962, acordándose su abandono definitivo y la enajenación de las instalaciones por Consejo de Ministros en 1984. En el 2001 se proyecta la construcción, aprovechando lo que queda de las infraestructuras, de dos vías verdes, la del Maigmó con 22 kilómetros y la de Alcoy con poco más de 10.


Tramo bonito y emocionante para el viajero, sobre todo porque no lleva más que una pequeña luz frontal que no alumbra dos palmos más allá de su nariz. Prudente, se acerca a las paredes intentando ver algo sin apenas conseguirlo, pasado un tiempo, cuando la vista se acostumbra a la oscuridad, cree percibir unos halos a los costados, supone que son las paredes y supuso bien porque no se rompió la crisma, eso sí a narices las suyas porque no dejo de pedalear en ningún momento y logró conservarlas intactas.


Continúa la vía verde por la plataforma recién recuperada hasta que en un punto se incorpora a la vía de servicio de la autovía. Continua el viajero por ella hasta casi llegar a Ibi, donde recupera de nuevo la plataforma ferroviaria, la pierde y la vuelve a encontrar a la salida y ya no la dejará hasta las proximidades de Castalla, donde decide parar a comer. 
Cuando reinicia su andadura comprueba con sorpresa que el gps parece funcionar con “normalidad”, aunque el track lo dibuja a grandes trazos. Prefiere no tocarlo y continuar como hasta ahora. El viajero había dibujado la ruta sobre el mapa, intentando seguir el antiguo trazado del ferrocarril en la medida de lo posible y cuando no lo era –se comprueba mejor en las vistas de satélite- por caminos adyacentes. Así llega al Maigmó y al comienzo -final- de la vía verde del mismo nombre, que no presenta ninguna dificultad de recorrido hasta su finalización en el apeadero de Agost del actual ferrocarril.


Esta vía verde comienza con espectaculares tramos en el que se suceden los túneles de mediano tamaño - ya no será tan importante la luz, y alguno tiene iluminación-, grandes viaductos como el de Forn del Vidre, y poderosas trincheras. Estamos en pleno corazón de la sierra del Maigmó con casi 1300 metros de altura, que sobrevuelan las rapaces y sombrean grandes pinos. A la salida de un túnel sorprende el viajero un rebaño de muflones pastando en la cuneta; asustados, –casi tanto como el viajero- emprenden una vertiginosa huida barranco abajo.

La vía traza grandes curvas buscando suavizar el perfil incrustándose en enormes trincheras de yeso. A la salida de una, sobre la barandilla de madera, un milano despluma una paloma, lástima porque le ha retrasado la merienda. Al fondo una preciosa panorámica de la bahía de Alicante, Agost se intuye cerca, la vía pasa junto a él sin entrar, tramo árido que sin embargo es un vergel, hasta la propia vía se contagia y está jalonada de palmeras, olivos y naranjos que le dan sombra, en algunos tramos acompañan las vides, quedaban restos de racimos que el viajero aprovecha para saborear sus dulces uvas.


El horizonte se ha oscurecido, sobre la costa esta descargando una furiosa tormenta, rayos que se funden en el mar y el viajero empieza a pensar que se va a mojar. Acelera el paso. Arrecia el viento en fuertes turbonadas y la temperatura se desploma cuando llega a la estación de Agost, donde da por terminado su viaje por las vías verde de Alicante y Murcia, las de esta última más deseos que realidades. 

Al viajero solo le resta alcanzar San Vicente y tomar el ferrocarril que le llevará de regreso a casa. Por poco, pero no se moja, ya en el tren la lluvia comienza a caer con fuerza, el viajero la ve caer tras los cristales con indiferencia, sabe que a él ya no le va a alcanzar.


Mariano Vicente, en Murcia, en diciembre de 2013.