A modo de presentación...
Yo era un hombre sedentario. Deporte;
más bien poco. Cuando viajaba lo hacía en coche o en moto. Un día
subiendo La Cuesta, venía de Cartagena con dirección al Puerto de
Mazarrón, me encontré con un ciclista. Era un hombre joven, por la
pinta, extranjero y pensé: hay que estar un poco loco para hacer
esto. Apenas se le veía entre sus grandes alforjas, en el manillar
llevaba atados sacos y mantas. Avanzaba lentamente, pedalada a
pedalada con un esfuerzo enorme.