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sábado, 6 de marzo de 2021

Paseo por la sierra de Ricote y los llanos del Ardal

 


Estaba tumbada al sol en la parte trasera de la casa, inquieta y excitada pensando en él. Le daría mil besos, aunque él se resistiera, no dejaría pasar la oportunidad. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al oír el motor de un coche. Seguro que es él. Salió corriendo hacia la parte delantera de la casa, y ahí estaba, guapo y poderoso, sin pensarlo se abalanzó él y comenzó a besarlo apasionadamente. Él, la derribo sobre su espalda y comenzó hacerle lo que más le gustaba; acariciarle la tripa. Mulán estaba feliz, su rabo barría el suelo y sus patas temblaban al aire de placer… Y ahí estábamos nosotros, en Casa Marín, contemplando el espectáculo. Habíamos quedado con Jesús Montoro en su casa de Yéchar para hacer un recorrido por la Sierra de Ricote y por los llanos del Ardal y almorzar en Casa Paco en el Niño de Mula. 


 

Sobre las nueve de la mañana comenzamos a pedalear por una carreterilla asfaltada entre almendros en flor con la sierra de la Muela al frente, nos dirigimos hacia Patruena con el Cerro Cortado y Los Poyatos cerrando el horizonte por el norte. Cruzamos la rambla de Gracia por un veterano puente de piedra y seguimos por el casi centenario camino de servicio del Canal del Taibilla para enlazar con el camino del Barranco y dirigirnos a la Casa Forestal de la Solana. Poco antes, Ángel ha tenido que abandonar el grupo, a su WCR se le ha roto el basculante. Parece un fallo de fabricación, pues ha partido por la soldadura.


 

Comienza una subida que no dejaremos hasta superar el collado del Moro. Rodea por el norte el Cabezo del Espino por una pista que la gente del lugar llama de los “Desprendimientos” por unos derrumbes que se produjeron poco después de pasar la rambla del Estrecho. Jesús que esta “fuerte como el vinagre” y Vicente electrificado me llevan con la lengua fuera y eso que me van esperando cada poco, yo pongo la escusa de las fotos, pero gracias a ellas recupero el resuello.


 

En el collado del Moro nos reagrupamos y tomamos la pista de la izquierda que nos llevará hacia la Casa Forestal de Mahoma. La pista mantiene el nivel de altitud a través del puerto del Caballo hasta el collado de Bayona dónde comienza el descenso. La pista es algo pedregosa en la bajada, sin demasiadas dificultades y totalmente ciclable. Entramos en el llano por la parte de Fuencubierta, vamos ahora por caminos forestales en su mayor parte escoltados por bancales de almendros. A la altura de la casa de Don Gonzalo hacemos un brusco giro hacia el sur buscando los llanos de El Prado y por un laberinto de caminos nos introducimos en los llanos del Ardal. Nuestra intención era llagar hasta Fuente Caputa, pero ya cerca vemos que vamos muy mal de tiempo y que nuestros amigos moteros con los que hemos quedado en Casa Paco nos estarán esperando.


 

Comenzamos -para mí- una agónica “galopada” contra el reloj por llegar al Niño de Mula. El terreno engaña, a pesar de llamarse genéricamente “los llanos”, pues estamos en la gran depresión de los Llanos del Cagitán, tenemos constantes subidas y bajadas que rondan el tres por ciento, lo que te pasa factura. Por fin el puerto de Monteral con su vertiginosa bajada para situarnos sobre la autovía del Noroeste, la cruzamos y poco después nos reunimos con nuestros amigos que nos esperan sentados a la mesa. Los únicos que no se quedan son David y Antonio Cervantes que han venido desde Murcia en bici de carretera y que tienen que regresar.


 

Sentado a la mesa frente a una fría jarra de cerveza pienso; y no sé por qué, que es la parte de la ruta que más me gusta. Me seducen las hermosas imágenes de los almendros en flor y los profundos y sugerentes barrancos de la sierra, pero la fuente de conejo al ajillo me subyuga y más si es compartida con los amigos, llego a perder la noción del tiempo, pero todo llega a su fin. Rafa y sus compañeros moteros tienen que irse; Ángel que ha dejado su bici averiada en Murcia, tiene que regresar y Jesús, Vicente y yo retomamos nuestro camino hacia Yéchar. Queremos regresar por lo que llaman el paraje de Trascastillo, pasando bajo la presa del pantano de la Cierva. Un error de cálculo nos deparó una agradable sorpresa; nos permitió vadear el río Mula con el agua hasta el pedalier y recorrer las colas del pantano. Nos detuvimos junto a la orilla, idílico lugar que nos proporcionó un apacible momento de tranquilidad interrumpido una pareja de ánades que alzo un raudo y rasante vuelo rozando la tersa superficie del pantano, eso nos vuelve a la realidad y nos recuerda que hay que volver y encontrar el camino correcto para regresar a Yéchar.


 

Subimos al altozano y rodeamos el cerro del castillo de Mula por el norte; bajamos junto a la presa; cruzamos otra vez el río Mula, esta vez por un puente; subimos hasta la centran solar fotovoltaica de Injuber para cruzar bajo la autovía y tras pasar rambla Perea llegar a Casa Marín, donde nos esperaba impaciente Múlan. 

Mariano Vicente, en Yéchar un 6 de marzo de 2021.

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lunes, 20 de noviembre de 2017

I Ruta del Codillo



Como un bobo novato caí en la trampa de la desviación provisional. A la salida de Lorca, obras, carteles indicadores de desvío, los sigo y me mandan por la margen izquierda del Guadalentín, en un punto, ya sin más carteles, se presentan dos opciones, cruzar el seco cauce por un camino lleno de baches o seguir margen arriba por una carreterilla. 
-No, no puede ser que manden a la gente por ese camino de cabras. Pero pobre iluso eso es usar el sentido común y desde cuando la administración lo usa.
Heme aquí, cruzando el cauce por un camino sin asfaltar y esta vez sin opción posible. Desemboco en un pequeño barrio en la margen correcta del río del que desconozco el nombre, pero lejos de lo que debe ser mi ruta, pregunto a una amable señora y me indica la forma regresar, no era fácil, pero cruzo de nuevo la autovía (A-7), un par de rotondas y ahora sí, me encuentro al otro lado de las obras. Pregunto por curiosidad y lo que venía sospechando desde el principio se hace realidad. Usted puede pasar con la bici sin problemas, me dice uno de los empleados.
Un poco mosca continuo con mi ruta; pero os preguntaréis que es esto del codillo, lo explico sin más dilación. Hace tiempo que tengo propuesto a los compañeros esta ruta; salir de Lorca en dirección a Zarzadilla de Totana, continuar hacia El Niño de Mula, comer un codillo en el Ventorrillo Casa Paco y regresar a Murcia por Yechar. No todo va a ser sufrir. Pero por unas cosas y otras se pasa el tiempo y no la hacemos. La noche anterior, ya en la cama, con la perspectiva del día siguiente libre y sin nada que hacer, decidí aventurarme solo, era demasiado tarde para avisar a nadie y estaba seguro que aunque lo hiciera pasaría lo de siempre, oiría mil excusas, promesas para hacerla más adelante, así que la suerte estaba echada, sería al día siguiente. 


A las 8.30 de la mañana subo al tren con destino Lorca; un café y a pedalear. Ya he dejado la carretera de Caravaca y voy por la RM-C9 camino de Zarzadilla, el asfalto impecable y el trafico cada vez más escaso hasta casi desaparecer, en el horizonte las sierras del Burete y Lavía junto a las que pasaremos. Asciende pausadamente la carretera por estos llanos -en realidad mantiene porcentajes constantes del 2 al 3 por ciento- de cereal y cultivos de secano. No hace frío, pero sí algo de fresco, no estorba para nada la chaqueta de invierno. Aparecen de cuando en cuando algún caserío agrícola y granjas aisladas, supongo que de porcino, en un paisaje poco cambiante pero que no llega a ser monótono, lo que si transmite es una gran sensación de soledad.


El viento se nota cada vez más frío y más intenso y como no, viene del norte-noreste, mi dirección. El horizonte cada vez más nítido; se definen las cumbres, el radar de Sierra Espuña es perfectamente visible hacia mi derecha. Poco a poco el pinar gana protagonismo hasta llegar al cruce con la MU-103 a dos kilómetros de Zarzadilla. Una duda, paro o no para tomar un café, no, sigo pedaleando esta vez con porcentajes más altos, me voy acercando al collado que separa las sierras de Cambron y Lavía de Sierra Espuña. Alcanzado bien merece la pena un descanso y contemplar lo que tenemos ante nosotros; a pesar de la bruma, la vista alcanza las sierras del noreste murciano que cierran el horizonte al frente, un poco más a la derecha las de Orihuela y ya hacia el sur es Espuña quien lo interrumpe. Nos introducimos ahora en una bajada constante, con curvas y el asfalto en peores condiciones, seguimos en la solana pero tengo frío hasta que el repecho del barranco de la Rambla del Guapero me lo quita. También lo cruza, pero él sobre un airoso acueducto, el Canal del Taibilla. Bullas se encuentra en el horizonte, nos acercamos al paraje de Pinar Hermoso donde esta el cruce hacia Mula, y a pesar del nombre, los almendros son ahora los protagonistas. 


MULA RM-C6 indica un cartel hacia nuestra derecha. Tiene ahora la carretera un recorrido indeciso entre almendros y pinos, en franca bajada, pero nos sorprende con algún que otro repecho, enlaza algunas curvas para terminar desembocando junto a la ermita del Niño de Balate. Me siento al sol, se esta a gusto, y me pido un codillo. Tarda el camarero, quizá demasiado. No nos queda me dice. Mi cara debió se todo un poema, nunca pensé que no tendrían, por eso no he llamado, siempre que he visitado el local el codillo era plato fijo, pero…, al mal tiempo buena cara y me pido un plato de embutido que al poco complemento con otro de oreja. - Una paletilla de cordero; esta muy buena, me dice el camarero, casi sucumbo a su sugerencia, pero resisto y me pido café; un belmonte. Aun quedaban 50 kilómetros hasta Murcia, aunque he de confesar que me he quedado con las ganas, al fin y al cabo esos kilómetros son casi todos de bajada.


Continúo bajo la atenta mirada del castillo de Mula, paso la localidad y me encamino hacia Yechar. No se ve un alma, son casi las tres de la tarde, solo dos viejos apoyados en el mostrador exterior del bar Cervantes. Aparece Ceutí, luego Alguazas y las Torres de Cotillas, me dirijo hacia San Pedro y La Loma, cruzo Rambla Salada y el paraje de la Contraparada. No es muy tarde y aprovecho para darle una sorpresa a mi madre, me desvío unos centenares de metros hasta su casa en Javalí Nuevo. Regresó para tomar el carril-bici de la mota del río y entrar en Murcia por el Cuartel de Artillería y la estación del Carmen. Ya estoy en casa.



Mariano Vicente, 14 de noviembre de 2017. 

martes, 25 de julio de 2017

Explorando por… tierras de Mula.



Hacia tiempo que quería hacer esta ruta, comida incluida en el Ventorrillo del Niño de Mula, pero por unas cosas u otras lo he ido posponiendo hasta hoy, así que aquí estoy, en Casa Paco desayunando antes de comenzar la ruta.



Pasan de las nueve cuando comienzo a pedalear, la carretera serpentea tranquila entre almendros preñados de fruto, los pinos ponen el contraste entre las áridas tierras de labor. Continua la carretera en constante subida y un asfalto aceptable en un día algo bochornoso con una tupida calima que desdibuja el paisaje, es imposible distinguir la el macizo de La Selva justo enfrente nuestro, y Sierra Espuña apenas se adivina entre la bruma.



Poco a poco caen los kilómetros y esto es algo literal, apenas avanzo, cuando llego al cruce de la carretera de Bullas ha pasado casi hora y media y apenas he recorrido 18 kilómetros. Giro a la izquierda y empiezo a reconocer pequeños retazos de paisaje, recuerdos de cuando pasé por aquí haciendo el Canal del Taibilla, pero pronto la abandone por una pista a la izquierda, que recortó casi la mitad del camino del que voy a recorrer hoy. La carretera gira decididamente al sur obligada por una serie de sierras que le impiden el paso como la Cuerda de la Selva con su pico de 1,521 metros o la de Pedro Ponce con una serie de cimas que incluso superan esta altura. La carretera se ciñe a sus faldas mostrando a nuestra izquierda la llanada por la que vamos a regresar. Una curva y aparece ante nosotros la enorme cicatriz de una cantera de mármol, seguimos subiendo entre pinos con porcentajes que rondan el 6 por ciento, hasta el Collado del Mojón, límite con las tierras de Lorca y cambio de aguas hacia el valle del Guadalentín.



Sé que hay un bar, ¿estará abierto? Sí lo esta y apago la sed, además hecho unos cubitos en los botes y me llevo el agua fresquita. Desde Zarzadilla de Totana que es donde esta el local, me lanzo a tumba abierta hacia el cruce de Casas Nuevas, dejo por la derecha la carretera de Lorca que pienso recorrerer en una próxima ocasión, y en un suspiro estoy en la carretera que me llevará hasta Mula. Casi toda favorable, al principio de regular asfalto, mejora conforme pasan los kilómetros hasta duplicar su anchura. Pronto estoy en Casas Nuevas, población en la que no me detengo y a continuación Pliego en la que tampoco paro salvo para respetar el semáforo. Casi sin darme cuenta estoy en el centro de Mula bajo su impresionante castillo, un bote aún lleno, no me detengo y continuo ahora en subida hasta el Niño de Mula, final del recorrido y conveniente rehidratación en el Ventorrillo de Paco.


Mariano Vicente, 25 julio de 2017




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