Estaba tumbada al sol en la parte trasera de la casa, inquieta y excitada pensando en él. Le daría mil besos, aunque él se resistiera, no dejaría pasar la oportunidad. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al oír el motor de un coche. Seguro que es él. Salió corriendo hacia la parte delantera de la casa, y ahí estaba, guapo y poderoso, sin pensarlo se abalanzó él y comenzó a besarlo apasionadamente. Él, la derribo sobre su espalda y comenzó hacerle lo que más le gustaba; acariciarle la tripa. Mulán estaba feliz, su rabo barría el suelo y sus patas temblaban al aire de placer… Y ahí estábamos nosotros, en Casa Marín, contemplando el espectáculo. Habíamos quedado con Jesús Montoro en su casa de Yéchar para hacer un recorrido por la Sierra de Ricote y por los llanos del Ardal y almorzar en Casa Paco en el Niño de Mula.
Sobre las nueve de la mañana comenzamos a pedalear por una carreterilla asfaltada entre almendros en flor con la sierra de la Muela al frente, nos dirigimos hacia Patruena con el Cerro Cortado y Los Poyatos cerrando el horizonte por el norte. Cruzamos la rambla de Gracia por un veterano puente de piedra y seguimos por el casi centenario camino de servicio del Canal del Taibilla para enlazar con el camino del Barranco y dirigirnos a la Casa Forestal de la Solana. Poco antes, Ángel ha tenido que abandonar el grupo, a su WCR se le ha roto el basculante. Parece un fallo de fabricación, pues ha partido por la soldadura.
Comienza una subida que no dejaremos hasta superar el collado del Moro. Rodea por el norte el Cabezo del Espino por una pista que la gente del lugar llama de los “Desprendimientos” por unos derrumbes que se produjeron poco después de pasar la rambla del Estrecho. Jesús que esta “fuerte como el vinagre” y Vicente electrificado me llevan con la lengua fuera y eso que me van esperando cada poco, yo pongo la escusa de las fotos, pero gracias a ellas recupero el resuello.
En el collado del Moro nos reagrupamos y tomamos la pista de la izquierda que nos llevará hacia la Casa Forestal de Mahoma. La pista mantiene el nivel de altitud a través del puerto del Caballo hasta el collado de Bayona dónde comienza el descenso. La pista es algo pedregosa en la bajada, sin demasiadas dificultades y totalmente ciclable. Entramos en el llano por la parte de Fuencubierta, vamos ahora por caminos forestales en su mayor parte escoltados por bancales de almendros. A la altura de la casa de Don Gonzalo hacemos un brusco giro hacia el sur buscando los llanos de El Prado y por un laberinto de caminos nos introducimos en los llanos del Ardal. Nuestra intención era llagar hasta Fuente Caputa, pero ya cerca vemos que vamos muy mal de tiempo y que nuestros amigos moteros con los que hemos quedado en Casa Paco nos estarán esperando.
Comenzamos -para mí- una agónica “galopada” contra el reloj por llegar al Niño de Mula. El terreno engaña, a pesar de llamarse genéricamente “los llanos”, pues estamos en la gran depresión de los Llanos del Cagitán, tenemos constantes subidas y bajadas que rondan el tres por ciento, lo que te pasa factura. Por fin el puerto de Monteral con su vertiginosa bajada para situarnos sobre la autovía del Noroeste, la cruzamos y poco después nos reunimos con nuestros amigos que nos esperan sentados a la mesa. Los únicos que no se quedan son David y Antonio Cervantes que han venido desde Murcia en bici de carretera y que tienen que regresar.
Sentado a la mesa frente a una fría jarra de cerveza pienso; y no sé por qué, que es la parte de la ruta que más me gusta. Me seducen las hermosas imágenes de los almendros en flor y los profundos y sugerentes barrancos de la sierra, pero la fuente de conejo al ajillo me subyuga y más si es compartida con los amigos, llego a perder la noción del tiempo, pero todo llega a su fin. Rafa y sus compañeros moteros tienen que irse; Ángel que ha dejado su bici averiada en Murcia, tiene que regresar y Jesús, Vicente y yo retomamos nuestro camino hacia Yéchar. Queremos regresar por lo que llaman el paraje de Trascastillo, pasando bajo la presa del pantano de la Cierva. Un error de cálculo nos deparó una agradable sorpresa; nos permitió vadear el río Mula con el agua hasta el pedalier y recorrer las colas del pantano. Nos detuvimos junto a la orilla, idílico lugar que nos proporcionó un apacible momento de tranquilidad interrumpido una pareja de ánades que alzo un raudo y rasante vuelo rozando la tersa superficie del pantano, eso nos vuelve a la realidad y nos recuerda que hay que volver y encontrar el camino correcto para regresar a Yéchar.
Subimos al altozano y rodeamos el cerro del castillo de Mula por el norte; bajamos junto a la presa; cruzamos otra vez el río Mula, esta vez por un puente; subimos hasta la centran solar fotovoltaica de Injuber para cruzar bajo la autovía y tras pasar rambla Perea llegar a Casa Marín, donde nos esperaba impaciente Múlan.
Mariano Vicente, en Yéchar un 6 de marzo de 2021.
:-)) Paco Marzal, el murciano de Cartagena.
ResponderEliminarGracias Paco
EliminarFantástica narración de la ruta. Mariano eres un crack.🤗
ResponderEliminarGracias Rafa
EliminarMe encanta como cuentas las cosas, uno se lo imagina como si las hubiera vivido, ya que las narras con mucho sentimiento. Me gustan!!! Enhorabuena, es verdad que eres una máquina. Tuve el placer de comprobarlo en persona, el verano pasado. Un saludo.
ResponderEliminarGracias María Jesús, me alegro mucho que te guste. Un abrazo.
EliminarMuy buena ruta esa bicicleta es la tuya pudisteis terminar la ruta.
ResponderEliminarNo es mi, el compañero regresó por su pie hasta el coche y la llevo al taller. Está a la espera de lo que diga la casa.
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