domingo, 22 de enero de 2012

Una imagen vale más que mil palabras



Dicen que una imagen vale más que mil palabras, por desgracia no tengo esa fotografía en ningún formato visible, pero está grabada en lo más profundo de mi memoria. Es  una imagen precisa y que se repitió varias veces en aquellos días.

Un grupo de amigos ciclistas, patroneados por Luis Chorques, nos fuimos hasta Alemania, a un precioso pueblo de nombre impronunciable para los hijos del panocho (Oppenheim) en plena época de vendimia. Nuestro objetivo (confesado) recorrer en bicicleta parte de la famosa ruta Nº 6 que discurre por las márgenes del Rin.



La imagen es la siguiente; circulábamos por una estrecha carretera confinada por verdes prados. Un coche se acerca de frente, nosotros nos situamos en fila y extremamos la precaución. Para nuestra sorpresa, el vehículo se orilla y detiene en la cuneta hasta que pasamos. Sorprendidos e incrédulos, comentamos lo sucedido y continuamos pedaleando.

Estupefactos comprobamos como este hecho se repite sistemáticamente cada vez que nos cruzamos con algún vehículo. No era una casualidad ni una utopía; los conductores aquí, si respetaban a los ciclistas. ¡Qué diferencia con España!

Quizá es hora de que nos hagamos algunas preguntas e intentemos darles respuesta.




Mariano Vicente, 23 de enero de 2012.

viernes, 20 de enero de 2012

Ha muerto un compañero

Ha muerto un compañero; Alejo Puche. Culpable: la estulticia humana. No sé a ciencia cierta lo primero que dijo el conductor del camión, pero estoy casi seguro de que fue algo parecido a: no lo he visto.

Pero claro, los ciclistas somos invisibles. Estoy convencido de ello. Son ya demasiadas ocasiones las que he oído esa frase. El “no lo he visto” es el argumento más utilizado en este país para encubrir la realidad, que no es otra que la falta de respeto por el resto de los usuarios de la vía, en especial de los más débiles.

Porque no nos engañemos; ninguno, repito, ningún futuro conductor de automóvil se preocupa por saber y entender lo que es la seguridad vial, todo lo más, le preocupa “aprobar” el carnet. Aprender a conducir ya lo hará más tarde, y en ese conducir no entra para nada el tema de la seguridad vial o el respeto por los demás. Y claro, luego pasa lo que pasa, que no nos ven y ocurren estas cosas y la paradoja, como siempre, es que “El conductor del camión, resultó ileso”.

Se recurre habitualmente a la utopía de las infraestructuras ciclistas segregadas y seguras, olvidando que en algún punto, intersecciones o desaparición de la infraestructura, volveremos a confluir con el tráfico motorizado y el problema continuará existiendo; la invisibilidad del ciclista.

Todos los que usamos la bicicleta usualmente nos encontramos con el problema de la invisibilidad, por eso los automovilistas nos pasan tan cerca, a veces a solo unos centímetros, nada de ese utópico metro y medio que marca la ley. Te cierran cuando giran a la derecha, o se incorporan a tu carril obligándote a frenar, por supuesto que sin verte. Que culpa tienen ellos, si no te ven. Y cuando te ven es para increparte, e incluso insultarte por qué circulas en paralelo y les quitas espacio para adelantar.

Insisto, mientras no cambiemos este estado de cosas, todo seguirá igual. Entre todos, y no me refiero solo a los ciclista sino a la sociedad entera, tenemos que trabajar en el sentido de que el respeto, la convivencia y la educación sean los pilares de la circulación viaria, esto nos hará visibles y si nos ven es más probable que podamos circular con seguridad entre el tráfico.

Mariano Vicente, 20 de enero de 2012.

viernes, 6 de enero de 2012

Ruta 11 Piñero - Ruta Minera



Esta ruta transcurre por uno de los paisajes más desconocidos del Noroeste regional. Son tierras situadas al Este de Cehegín, limítrofes a los campos del Cagitán. Recorren los montes del Juan Gonzalez, La Jabalina y el Acebuchal, pasa por antiguas explotaciones mineras y pueblos abandonados.
Nuestro lugar de partida será el Chaparral, pequeña pedanía de Cehegín, en la que encontraremos lo necesario antes de comenzar la ruta.



Salimos dirección a Bullas por carretera, que abandonamos poco después (500 m) por un camino a nuestra izquierda. Comienza una subida por camino antiguo, algo en desuso. Dejamos unos edificios a nuestra derecha, posiblemente de la explotación minera Pozo Paulino; abajo, a la izquierda, se intuyen unos lavaderos, pero no encontramos rastros de castilletes u otras instalaciones.

Seguimos en subida con el camino apenas perceptible; en el collado nos dejamos caer hacia el cauce del  arroyo Hurtado ¡ojo, que el camino tiene algunos socavones! Y en función del caudal, igual tenemos que mojarnos los pies. Subimos hasta la Copa.



De la Copa salimos en dirección a Arroyo Hurtado por asfalto, para desviarnos a nuestra derecha (1 km) por otra que pronto se transforma en pista, acondicionada de con grava negra que nos lleva a las minas de Gilico.

Antes habremos dejado a nuestra izquierda la Cabecica del Trigo, asentamiento prehistórico de la Edad del Bronce (cultura argárica), datado cronológicamente entre el 2200 y 1500 (a de C.) con una segunda época romana. Magnifico emplazamiento, con escarpadas laderas y abundantes cursos de agua en los alrededores (Arroyo Hurtado, Río Quípar, Fuente de la Carrasquilla).

Sobre estas minas nos dice Pedro Piñero “estaba comunicada a través de un teleférico con las anteriores y a su vez con la estación de ff.cc de Calasparra, por donde se transportaba el mineral, salvando previamente la Sierra del Molino”.


Tras observar estas instalaciones a cielo abierto, continuamos nuestro caminar en dirección al antiguo poblado minero de Casas de Gilico, pero antes cruzaremos el cauce del río Quípar, que forma por estos lugares un ecosistema suficientemente conservado. 

Pasada la cortijada del Olivar, ganamos altura, lo que nos permite contemplar en toda su amplitud los llanos del Cagitán. Nos introducimos por el camino de las Casas Coloras en el monte del Acebuche, zona de especial protección de la fauna, al igual que el de la Jabalina.


 El camino, entre pinos nos lleva a cruzar de nuevo el río Quípar. Piñero en su ruta nos envía más al sur, hasta la mina del Chaparral, pero nosotros acortamos algo el recorrido dirigiéndonos directamente a la pedanía del Chaparral, punto final de nuestra ruta.

Dejamos para más tarde esa zona, junto a una interesante propuesta del ayuntamiento de Cehegín: Las Maravillas, entre las sierras y el llano.


Para ver más fotos
Y para el track

Mariano Vicente, enero 2012

domingo, 1 de enero de 2012

Ruta 3 de Piñero – Sierra de Villafuerte



Desempolvando un poco la biblioteca me reencontré con un viejo amigo: Murcia, en Bicicleta por sus Serranías. De Pedro Piñonero Crevillén.

Me sumergí con fruición en las páginas de este tomo, pionero de las rutas en bicicleta por la Región de Murcia, lo que me trajo recuerdos de antiguas y épicas salidas. Son ya muchos años de rutas, pero releí un par que aun no había realizado y me puse manos a la obra, se trata de los itinerarios 3 y 11, sobre la sierra de Villafuertes y las antiguas explotaciones mineras del Chaparral.



La primera la he realizado este viernes, último del año. Nos pusimos en marcha y sobre las nueve y media estábamos en Inazares. Hacia frío, que combatimos con unos belmeontes, lo que acondiciona nuestro cuerpo para resistir la cortante brisa que sopla a esa hora de la mañana. Éramos siete, aunque dos, decidieron acortar el recorrido hacia Puerto Ortiz. 

Pedalearemos hacia la sierra de Villafuertes; en nuestro deambular transitaremos por los cortijos de Majarazán, hoy convertido en coto de caza, y el abandonado de Alazor. Pasaremos cerca del antiguo balneario de Cantalar, hoy manantial de agua mineral, y descenderemos por el camino de Hoya Lóbrega, que recorre la rambla de las Casas de Moya, para regresar a Inazares.



Dominando como pudimos la tiritona, comenzamos una suave y constante subida por un camino soleado, entre carrascas y pinos que ya no abandonaremos hasta llegar al collado del Alazor. Pasamos una fuente de aguas heladas donde el sol se enreda entre sus cristales, la temperatura en este tramo es agradable, resguardado como se encuentra de la brisa dominante. Pasamos el señorial cortijo del Majarazán, hoy especializado en temas de caza y continuamos subiendo por una bien cuidada pista que asciende la rambla del Parriel. Llegamos a los dominios del antiguo caballero don Diego López; la Hoya del Alazor, donde los musulmanes cultivaban esta planta; aprovechando sus flores de color azafrán, para teñir; y sus semillas, para producir un aceite comestible.



Con una fuerte subida nos encaramamos al collado. Conviene hacer un alto y volver la vista a tras, Revolcadores se nos ofrece en todo su esplendor. Un poco más a la derecha, la sierra del Taibilla, detrás la de las Cabras. Del otro lado; Tras la sierra de Villafuerte, el Campo de San Juan, cerrado por el norte por la sierra del Zacatín. En frente el manantial del Cantalar y su planta embotelladora; en la hondonada, el Calar de la Santa.
Descendemos la umbría de las Cabellas, que pinta el camino de blanco y nos hace extremar la precaución ante el temor de deslizar en el hielo. Subimos a su collado, punto más alto del recorrido, lo que nos coloca a 1.650 metros. Pequeño descenso hasta el collado del Aire, donde se abre el paisaje para dejar espacio el cortijo de Hoya Lobrega. No llegamos hasta él, para sumergirnos por nuestra derecha en un antiguo camino, hoy en desuso, que en fuerte descenso nos introduce en el cauce de la rambla de las Casas de Moya, más de siete kilómetros de arena y baladres, que pondrán a prueba nuestra pericia.



El paisaje, cada vez más abierto, deja paso a los cultivos. También nosotros dejamos a nuestra compañera, que se dirige a Archivel, en la confluencia con la rambla de Puerto Ortiz. Comenzamos el ascenso del cauce por un camino en perfectas condiciones con las laderas flanqueadas por bosques de oscuro pino segureño. Como pasa demasiadas veces en este país, alguien ha puesto puertas al camino de Inazares ¡Y se quedan tan tranquilos!
Desde el Cortijo de Puerto Ortiz, nos espera una recompensante bajada entre cultivos. Encinas solitarias se mezclan con aislados pinos, hasta llegar a la carretera. Para superar el desnivel hasta Inazares, sufriremos; además de la pendiente, una inhóspita y fría brisa que nos escoltara hasta llegar al resguardo de la población. 



Nos vengamos a base de buche y costillicas de cordero, todo regado convenientemente, pero eso ya es otra historia que no voy a contar.

En este enlace las FOTOS
Y en este otro el TRACK

Mariano Vicente, primer día del mes de enero de 2012