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sábado, 10 de agosto de 2019

Paseo hasta la Contraparada y un poco más allá



Este es un paseo que se puede realizar en cualquier época del año, nosotros ahora en agosto, aprovecharemos las primeras horas de la mañana que son las más frescas y por el carril-bici nos acercaremos hasta el gran azud de la Contraparada origen de la huerta de Murcia.




Nuestro recorrido comienza en la puerta de carruajes de la estación de ferrocarril del Carmen en el popular barrio del mismo nombre. Por la calle Marques de Corvera nos dirigimos hacia la iglesia arciprestal del Carmen. El templo, tal y como la conocemos hoy, es de estilo barroco y comenzó a construirse en el año 1721 consagrándose en 1769. Pero su historia es muy anterior. Tiene su origen en el convento carmelita que se levanto sobre la antigua ermita de San Antón en el siglo XVI, pero esta se levanto a su vez sobre la mezquita Alhariella. Junto a ella, en la antigua universidad, se haya ubicado el Museo de la Archicofradia de la Sangre. Cofradía penitencial más antigua de Murcia y de la Diócesis de Cartagena, datándose su fundación en 1411. Su titular, el Cristo de la Sangre, desfila la noche del Miércoles Santo en la popular procesión de “Los Coloraos” que tiñe de rojo la ciudad de Murcia.

 

Por la Calle Cartagena buscamos la pasarela del Malecón o de Manterola nombre por el que se la conoce popularmente debido a su diseñador el arquitecto Javier Manterola. Es un puente peatonal que cruza el río Segura entre el Barrio del Carmen y el comienzo del Malecón del que recibe su nombre. Es de acero con una plataforma curva sostenida por 30 tirantes que confluyen sobre un mástil de 15 metros de altura. Sobrevuela el histórico azud del Malecón que remansaba las aguas para los antiguos molinos de San Francisco y el Álamo, cuyas ruinas aparecen en las margenes del río. Comienza aquí el carril-bici que por la margen izquierda del Segura nos llevará hasta nuestro destino el gran azud de la Contraparada.



¿Pero que es la Contraparada? Es una presa colocada en el cauce del río con la finalidad de remansar y elevar el agua que por estas tierras se denomina azud (palabra árabe que significa “barrera”) en este caso el Azud Mayor de la huerta de Murcia. De él nacen las dos acequias mayores; la Alquibla o de Barreras que riega el heredamiento sur de la margen derecha y la Aljufía que lo hace por el norte o margen izquierda. Constituyen una red que forma un intrincado y complejo sistema hidráulico que a través de las dos grandes acequias se van ramificando en cauces progresivamente menores llamados hijuelas, y estos a su vez en brazales y regaderas que llevan el agua a los bancales (las tierras de regadío). Las aguas sobrantes -muertas- se recogen a su vez en otros cauces llamados escorredores, que van creciendo con su unión con otros mayores como las azarbetas, los azarbes y los azarbes mayores que vuelven a desembocar en el río. Su historia se encuentra íntimamente relacionada con la fundación de la ciudad de Murcia, pero su origen puede que sea más antiguo y remontarse hasta época romana. Autores islámicos aseguran que en el lugar ya se encontraban grandes bloques de piedra a modo de presa que derivarían el agua hacia la parte norte de Murcia -zona de Churra-. De lo que sí se tiene constancia fehaciente es que en el siglo XIII la presa se encontraba en ruina debido a la riadas, instando el rey Alfonso XI a su reconstrucción. El historiador Cascales en 1621 describe así la contraparada: “...una grande pieza de piedra y cal, la mayor y más costosa que hay en España...” 

   

Nos dirigiremos hacia ella a través del carril-bici, entre huertos de cítricos -casi urbanos- y los cañaverales del río. Zona de huerta jalonada por numerosas pedanías tanto a un lado como al otro del río. En los escasos 12 kilómetros que nos separan de la Contraparada pasaremos junto a La Arboleja, La Albatalia, Rincón de Beniscornia, La Ñora y Javalí Viejo por la margen izquierda y  Rincón de Seca, la Raya, La Puebla de Soto, Alcantarilla y Javalí Nuevo por la derecha. Sobre los 10 kilómetros de pedaleo podemos ver al otro lado del río el paraje del Agua Salá, surgencia de agua de sabor ferroso que hacía las delicias de los niños de mi generación, hoy supongo que totalmente olvidada. Muy cerquita la ermita de la Salud y el Museo Etnológico de la Huerta. Un poco más adelante, en nuestra misma margen, llegamos a la parte trasera de la Fábrica Nacional de  Pólvora Santa Bárbara, instalada en 1747 sobre un viejo molino para pólvora a orillas de la acequia Aljufía concedido en 1633 a Francisco Berastegui y Lisón, esposo de Giomar Carrillo, dueña del mayorazgo de Javalí Viejo. En 1802 se hizo cargo de ella el arma de Artillería del Ejercito de Tierra. Después de la guerra en 1946 se uniría por ferrocarril en la estación de Santa Barbara con la linea Madrid a Cartagena. Esta pequeño ramal de poco más de un kilómetro trae a este cronista bonitos y viejos recuerdos de cuando su padre, factor de circulación en Alcantarilla y que venía a Santa Barbara para hacer las maniobras, le dejaba acompañarlo y hasta le montaba en la vieja maquina de vapor que empujaba los vagones hasta llegar a la fabrica. Esta siempre iba en cola, con los vagones delante que eran los que entraban hasta las instalaciones, quedando la maquina sobre el puente para evitar que las carbonillas pudieran producir una explosión. 



Llegamos así a nuestro destino. Después de unos años de abandono y degradación se ha procedido por parte del ayuntamiento de Murcia a una rehabilitación, que no se parece en nada al bosque de ribera y la vegetación casi salvaje que cubría la zona en mis tiempos infantiles, pero que se ha convertido en referente ambiental con la reforestación, acondicionamiento paisajístico, creación de zonas de recreo, fuentes  y pasarelas sobre el río, una de ellas como referente del “Puente de las Ovejas” por donde pasaba el cordel de los Valencianos. Se esta habilitando un centro de interpretación que puede convertir a la Contraparada, un enclave milenario, en un lugar para aprender cómo eran los antiguos sistemas de regadío, para pasear en familia o simplemente disfrutar de una naturaleza domesticada, pero naturaleza al fin.



Uno quizá sea un poco inconformista, pero decido continuar un poco más allá. He de confesar que en el fondo, lo que me ha impulsado a seguir adelante, ha sido lo cerca que esta el bar Los Limoneros, apenas unos tres kilómetros, y me apetecía desayunar viendo a las golondrinas dar de comer a sus crías. 



Mariano Vicente, agosto de 2019 

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martes, 3 de julio de 2018

Caminos del Agua II



Como ayer hice parte de la acequia norte, la Aljufía, porque no hacer hoy la del sur, la Alquibla. Para ello mi amigo Antonio Máximo y yo nos hemos encaminado por el carril-bici de la margen del río hasta la Contraparada. Hoy, sin dejar su función de riego, se esta potenciando como área recreativa y entorno paisajístico. De chavales no necesitábamos de declaraciones institucionales para divertirnos. Pasamos muchas horas, incluso en pleno invierno entre sus aguas, jugando entre cañaverales en estado casi salvajes, donde fochas, pollas de agua, patos y un sinfín de bichos pululaban a sus anchas.
Por el lado del mediodía del azud nace nuestra protagonista, la acequia Alquibla que llega a alcanzar los 22,5 kilómetros y como la Aljufía va cambiando de nombre según los lugares por los que pasa; de Barreras, Alfande, Benicotó y Benicomay se llama y riega los bancales del heredamiento sur en los pueblos de Javalí Nuevo, Alcantarilla, Aljucer, Beniajan, Torreagüera y Alquerías. Por desgracia la mayor parte se encuentra entubada -para empezar desde su nacimiento hasta la noria de Alcantarilla esta en ese estado-, pasamos sobre una serie de arcos de ladrillo construidos para que la acequia salvara la rambla de las Zorreras y acceder a la noria situada junto al mueso etnológico de la Huerta. Justo enfrente se encuentra la ermita de la Salud.

La noria anterior databa del siglo XV y elevaba el agua hasta la acequia del Turbedal para regar unas 800 tahúllas de la zona de Alcantarilla. En 1890 fue sustituida por otra de mayores proporciones para aumentar las tierras regadas. La actual, de hierro, fue instalada en 1956, tiene 11 metros de diámetro y cerca de 2 metros de anchura. Tiene 36 cangilones en cada lado que se llenan de agua al pasar por la parte inferior de su recorrido, bajo el nivel de la acequia y se vacían por gravedad al llegar a la parte superior desaguando en un acueducto construido exprofeso con más de 25 arcos. Al llegar a la noria, la acequia se estrecha concentrando el caudal sobre unas grandes paletas curvas que proporcionan el impulso a la rueda.

Poco después se va desangrando en numerosos canales menores para reagruparse más tarde en azarbes que devuelven los sobrantes al río. Este sistema es lo más parecido al sistema circulatorio humano con sus arterias y venas. El agua proveniente del río circula por las grandes acequias (sistema arterial) que a su vez la distribuye por otras más pequeñas llamadas hijuelas, brazales y regaderas hasta llegar a regar los bancales. Los sobrantes, escorrentías y drenajes se recogen en cauces que se van agrupando en otros cada vez más grandes llamados escorredores, azarbetas, azarbes y azarbes mayores (sistema venoso) hasta verterla de nuevo en el río.

El itinerario nos va guiando por un laberinto de caminos, carreteras y algún sendero que nos sorprende con rincones huertanos verdaderamente hermosos, por desgracia son los menos, pero los que hay merecen la pena. Poco a poco nos vemos invadidos por viviendas, urbanizaciones, pedanías y la propia ciudad, Aljucer será prácticamente el último lugar donde podamos ver algún retazo de acequia. El desierto urbano se hace dueño del recorrido hasta la ermita del Rosario donde vemos un fugaz tramo de hijuela; después la nada. Aburridos decidimos dejar por hoy nuestro recorrido por este camino del agua y regresamos a Murcia, no descartamos finalizar este tramo de la Alquibla hasta Alquerías o el de la Aljufía hasta El Raal.

Murcia, 26 de junio de 2018. 

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Los Caminos del agua I



Hoy es uno de esos días en los que uno no sabe muy bien que hacer. Al final he salido con la bici sin un destino definido. Cuando me he querido dar cuenta pedaleaba por el margen izquierdo del río sobre el carril-bici. Sin nada concreto en la cabeza han comenzado a acudir a mi mente viejas imágenes de estos mismos lugares por los que andábamos de chavales. Recuerdo perfectamente cono nos refrescábamos en la fuente del Agua Salá, al otro lado del río bajo la mirada de la ermita de la Salud. Nuestro mayor placer era coger un limón de generoso tamaño al que vaciábamos una de las mitades que llenábamos con el agua ferrosa de la fuente y le escurríamos el jugo de la otra mitad bebiéndolo como si fuera una verdadera golosina. Al terminar volvíamos al pueblo -Javalí Nuevo-, bien por la rambla de Las Zorreras hasta la vía del ferrocarril o, tras pasar bajo “Los Arcos” -son unos arcos que sostienen el paso de la acequia Alquibla sobre la rambla- para seguir un camino paralelo a esta acequia, pues los márgenes del río eran impracticables debido al impresionante cañaveral que los cubría, una verdadera selva, al menos para nosotros chavales de ocho o diez años.

Poco a poco accedí hasta lo que ahora es el área recreativa de la Contraparada. La “contrapará” no es más que un Azud -barrera- para retener y elevar el caudal del río. En este caso el Azud Mayor de la huerta de Murcia y aprovecha un estrechamiento en el cauce para elevar el caudal del Segura y poder facilitar su sangrado por las dos acequias mayores; la Alquibla, al sur y la Aljufía al norte. A día de hoy los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre su origen. Parece no existir duda sobre una construcción de origen romano que derivaba el agua hacia el norte de la huerta -zona de Churra-, pero que en su fisonomía actual sería de origen árabe, del siglo IX, coincidiendo con la fundación de Murcia en el 825 por orden de Abderramán II. De aquí parte una red que forma un intrincado y complejo sistema hidráulico que a través de las dos grandes acequias se van ramificando en cauces progresivamente menores llamados hijuelas, y estos a su vez en brazales y regaderas que llevan el agua a los bancales. Las aguas sobrantes -muertas- se recogen a su vez en otros cauces llamados escorredores, que van creciendo con su unión con otros mayores como las azarbetas, los azarbes y los azarbes mayores que vuelven a desembocar en el río.

Aún tengo tiempo antes de volver a casa y decido continuar un rato más llegando hasta Molina de Segura, un poco de vía verde y por el Llano y una carreterilla tranquila que discurre por el paraje de la Huerta de Abajo y el camino asfaltado del Hondón llegar hasta las espaldas del museo etnográfico Carlos Soriano. A sus espaldas discurre una acequia que deriva de la acequia mayor de Molina denominada Subirana que por un pequeño partidor da servicio a una noria no demasiado grande que riega la zona.

Regreso sobre mis pasos hasta encontrarme de nuevo con el Segura en uno de los tramos de la zona que más me gustan; los Sotos del Hondón y de los Álamos, importante mancha de vegetación que forman un agradable y umbrío bosque de ribera. De nuevo en la Contraparada aprovecho para hacer unas fotos, ahora que el agua desborda por encima de la presa y de regreso al comienzo de la acequia Aljufía, me quedo un buen rato viendo como cincuenta años después unos chavales están haciendo lo mismo que hacia yo a su edad. Aprovechan la “poza” que ha formado el desagüe de sangrado de la acequia para darse un buen baño y hacer saltos acrobáticos desde uno de sus laterales. Aquí había una pequeña central eléctrica que ya estaba fuera de servicio siendo yo crío pero que conservaba toda su maquinaría.

Sin más dilación comienzo a pedalear por un carril-bici que discurre paralelo a la Aljufía en dirección a Javalí Viejo y junto a al Fabrica de la Pólvora encaminarme hacia la Ñora, esta aquí la otra gran noria de la huerta de Murcia, es de acero y fue construida en 1936, la anterior era de madera y estaba documentada desde 1399. Tiene unos 10 metros de diámetro y su eje gira sobre cojinetes de fricción, una serie de coronas intermedias y tirantes dotan de estabilidad a toda la estructura. Estamos casi al comienzo de la Aljufía obra realizada al menos en el siglo IX, que tiene una extensión de 27 kilómetros y pierde su nombre a lo largo de su recorrido tomando la denominación de los lugares por los que pasa -Benetúcer, Benefiar, Benizá y Beneluz- y riega las localidades de Javalí Viejo, Guadalupe, La Ñora, La Albatalía, La Arboleja, Puente Tocinos, Llano de Brujas o El Raal. Intento seguir la acequia pero por desgracia cada día es más difícil, la urbanización descontrolada en muchos casos de la huerta, hace que desaparezca bajo baldosas, en el mejor de los casos, asfalto u directamente bajo construcciones. La última vez que la veo es en el ruinoso molino del Amor que hacia de partidor de la acequia mayor en otras tres más pequeñas; la de Zaraiche hacia el norte, la propia Aljufía hacia el este y la de Caravija que se decantaba por el sur. Después se introduce bajo el hormigón para atravesar toda la ciudad de Murcia, circula bajo las calles más céntricas totalmente ignorada. Recientemente el Máster de Educación u Museos de la UMU, la Asociación Murciana de Educadores de Museos (Amurem) y la asociación Huerta Viva han producido un video documental que estará próximamente disponible. ('La Aljufía, la acequia olvidada')

Entro en Murcia junto al Malecón con la torre de la catedral como faro y por la pasarela de Manterola o del Malecón -construida en 1997- que vuela sobre el viejo azud que servía para dar servicio a los molinos de San Francisco y del Álamo llegar a casa.

Murcia, 25 de junio de 2018


sábado, 10 de septiembre de 2011

De Murcia a Archena por la vía verde y el río Segura



Quedamos José Luis y Juan Bautista y yo para hacernos una salida por el Río. Como pensábamos llegar a Archena, unas dos horas y media, más el almuerzo y el regreso, quedamos temprano.

A las ocho y media ya estábamos sobre la bicicleta y comenzamos a pedalear en dirección a la Universidad. Nuestra intención ver el avance de las obras de la vía verde entre Murcia y Alguazas, y la verdad es que esta “casi” terminada (ver fotos).

Lo más complicado de la vía verde es llegar hasta ella, a pesar de los carriles-bici, o quizá por ellos, no es fácil atravesar la ciudad, tema aun por resolver, a pesar de que llevamos ya algunos años con él. Seguiremos esperando.


A la vía ya solo le quedan algunos retoques y pronto podremos circular por ella sin obstáculos hasta Alguazas. En realidad, ya se puede circular por ella, solo algunos puntos conflictivos hasta el puente sobre el Segura, que esta sin acabar.


De estas salidas por el río hay dos cosas que detesto; esas nubes, espesas, pero casi imperceptibles, formadas por millones de diminutos mosquitos, y la otra que los lagartos se dejen las cantimploras por cualquier parte.


Una grata sorpresa nos esperaba en el tramo  cercano al Río Muerto. Es nuestro amigo LuisChorques, recuperado ya de su lesión, con su nueva y espectacular máquina de 29´. Felicidades Luis.


Ya en Archena, buscamos el bar el Carríl, no es cuestión de andar deshidratado por esos mundos de Díos. Ya en el local, pedimos a una hermosa joven, que nos hiciera y se hiciera con nosotros una foto, como es lógico accedió a lo primero y se negó en rotundo a lo segundo. Que mal llevamos los cincuentones lo de ser transparentes para la señoras de menos de cuarenta. Qué le vamos hacer, son cosas de la edad.


Regresamos hasta más allá de Molina por la margen izquierda y cruzamos a la margen derecha por un coqueto puente sobre el Segura. Llegamos a la juntas con el río Mundo Mula (gracias Julío), para recorrer parte de su margen izquierda hasta la altura de la Torre Vieja y luego la derecha, cosa que volveremos a hacer al llegar a la desembocadura de la rambla Salada.



La Contraparada , esa vieja conocida, lugar de juegos y aventuras infantiles, estaba estupenda, brillando al sol del medio día. Los años no parecen pasar por ella. Se ha hecho una buena labor con el entorno, y las dos pasarelas de nueva instalación facilitan enormemente el paso entre ambas márgenes del río. Con la nueva reforma, por fin es accesible el carril-bici. Han colocado una pasarela que elimina la necesidad de utilizar las viejas escaleras.


Murcia nos espera; al fondo, entre meandro y meandro, se deja ver la torre de la catedral. Del terreno suben abrasadores vapores, solo disipados en parte por la propia velocidad que llevamos, son ya más de las dos de la tarde y el Sol aprieta lo suyo.

Mariano Vicente, setiembre de 2011.