martes, 3 de julio de 2018

Los Caminos del agua I



Hoy es uno de esos días en los que uno no sabe muy bien que hacer. Al final he salido con la bici sin un destino definido. Cuando me he querido dar cuenta pedaleaba por el margen izquierdo del río sobre el carril-bici. Sin nada concreto en la cabeza han comenzado a acudir a mi mente viejas imágenes de estos mismos lugares por los que andábamos de chavales. Recuerdo perfectamente cono nos refrescábamos en la fuente del Agua Salá, al otro lado del río bajo la mirada de la ermita de la Salud. Nuestro mayor placer era coger un limón de generoso tamaño al que vaciábamos una de las mitades que llenábamos con el agua ferrosa de la fuente y le escurríamos el jugo de la otra mitad bebiéndolo como si fuera una verdadera golosina. Al terminar volvíamos al pueblo -Javalí Nuevo-, bien por la rambla de Las Zorreras hasta la vía del ferrocarril o, tras pasar bajo “Los Arcos” -son unos arcos que sostienen el paso de la acequia Alquibla sobre la rambla- para seguir un camino paralelo a esta acequia, pues los márgenes del río eran impracticables debido al impresionante cañaveral que los cubría, una verdadera selva, al menos para nosotros chavales de ocho o diez años.

Poco a poco accedí hasta lo que ahora es el área recreativa de la Contraparada. La “contrapará” no es más que un Azud -barrera- para retener y elevar el caudal del río. En este caso el Azud Mayor de la huerta de Murcia y aprovecha un estrechamiento en el cauce para elevar el caudal del Segura y poder facilitar su sangrado por las dos acequias mayores; la Alquibla, al sur y la Aljufía al norte. A día de hoy los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre su origen. Parece no existir duda sobre una construcción de origen romano que derivaba el agua hacia el norte de la huerta -zona de Churra-, pero que en su fisonomía actual sería de origen árabe, del siglo IX, coincidiendo con la fundación de Murcia en el 825 por orden de Abderramán II. De aquí parte una red que forma un intrincado y complejo sistema hidráulico que a través de las dos grandes acequias se van ramificando en cauces progresivamente menores llamados hijuelas, y estos a su vez en brazales y regaderas que llevan el agua a los bancales. Las aguas sobrantes -muertas- se recogen a su vez en otros cauces llamados escorredores, que van creciendo con su unión con otros mayores como las azarbetas, los azarbes y los azarbes mayores que vuelven a desembocar en el río.

Aún tengo tiempo antes de volver a casa y decido continuar un rato más llegando hasta Molina de Segura, un poco de vía verde y por el Llano y una carreterilla tranquila que discurre por el paraje de la Huerta de Abajo y el camino asfaltado del Hondón llegar hasta las espaldas del museo etnográfico Carlos Soriano. A sus espaldas discurre una acequia que deriva de la acequia mayor de Molina denominada Subirana que por un pequeño partidor da servicio a una noria no demasiado grande que riega la zona.

Regreso sobre mis pasos hasta encontrarme de nuevo con el Segura en uno de los tramos de la zona que más me gustan; los Sotos del Hondón y de los Álamos, importante mancha de vegetación que forman un agradable y umbrío bosque de ribera. De nuevo en la Contraparada aprovecho para hacer unas fotos, ahora que el agua desborda por encima de la presa y de regreso al comienzo de la acequia Aljufía, me quedo un buen rato viendo como cincuenta años después unos chavales están haciendo lo mismo que hacia yo a su edad. Aprovechan la “poza” que ha formado el desagüe de sangrado de la acequia para darse un buen baño y hacer saltos acrobáticos desde uno de sus laterales. Aquí había una pequeña central eléctrica que ya estaba fuera de servicio siendo yo crío pero que conservaba toda su maquinaría.

Sin más dilación comienzo a pedalear por un carril-bici que discurre paralelo a la Aljufía en dirección a Javalí Viejo y junto a al Fabrica de la Pólvora encaminarme hacia la Ñora, esta aquí la otra gran noria de la huerta de Murcia, es de acero y fue construida en 1936, la anterior era de madera y estaba documentada desde 1399. Tiene unos 10 metros de diámetro y su eje gira sobre cojinetes de fricción, una serie de coronas intermedias y tirantes dotan de estabilidad a toda la estructura. Estamos casi al comienzo de la Aljufía obra realizada al menos en el siglo IX, que tiene una extensión de 27 kilómetros y pierde su nombre a lo largo de su recorrido tomando la denominación de los lugares por los que pasa -Benetúcer, Benefiar, Benizá y Beneluz- y riega las localidades de Javalí Viejo, Guadalupe, La Ñora, La Albatalía, La Arboleja, Puente Tocinos, Llano de Brujas o El Raal. Intento seguir la acequia pero por desgracia cada día es más difícil, la urbanización descontrolada en muchos casos de la huerta, hace que desaparezca bajo baldosas, en el mejor de los casos, asfalto u directamente bajo construcciones. La última vez que la veo es en el ruinoso molino del Amor que hacia de partidor de la acequia mayor en otras tres más pequeñas; la de Zaraiche hacia el norte, la propia Aljufía hacia el este y la de Caravija que se decantaba por el sur. Después se introduce bajo el hormigón para atravesar toda la ciudad de Murcia, circula bajo las calles más céntricas totalmente ignorada. Recientemente el Máster de Educación u Museos de la UMU, la Asociación Murciana de Educadores de Museos (Amurem) y la asociación Huerta Viva han producido un video documental que estará próximamente disponible. ('La Aljufía, la acequia olvidada')

Entro en Murcia junto al Malecón con la torre de la catedral como faro y por la pasarela de Manterola o del Malecón -construida en 1997- que vuela sobre el viejo azud que servía para dar servicio a los molinos de San Francisco y del Álamo llegar a casa.

Murcia, 25 de junio de 2018


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