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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Paseo por el Valle de Ricote: Sendero de la Hoya de San roque


Hoy comenzaremos nuestro paseo en Blanca, en el Valle de Ricote junto al Segura; la que se llamó Negra hasta bien entrado el siglo XIV, quizá por el color del la sierra de del Solán sobre la que se recuesta el caserío en constante amenaza por los derrumbes que una serie de mallas intentan detener. No sabemos a ciencia cierta el motivo por el que cambio el nombre pero así aparece ya en un documento del Concejo de Murcia en 1383. Quizá en el cambio tubo algo que ver doña Blanca de Castilla y su abandono por Pedro I y la defensa que de ella hicieron don Fadrique, maestre de la Orden de Santiago y Sancho Sánchez de Moscoso, comendador de Ricote. 


Dejamos el coche junto al Segura y montamos las bicis. Comenzamos a pedalear por la margen izquierda del río, que obligado por la sierra, forma un gran arco constriñendo la villa. Continuamos por el Parque de las Cuevas y por el barrio del Café llegaremos al mirador de Bayna, Baina o Beina que de cualquiera de las maneras podemos llamarle. Se trata de una pasarela de hormigón y metal en el que una serie de de vigas tubulares y tirantes semejan una estructura colgante en voladizo sobre el azud de Ojos. Las vistas del el embalse, el estrecho del Solvente y las sierras de Ricote, Oro y Solán bien merecen la visita.


Encaminarse hacia las aguas del azud no es tarea fácil, una serie de huertas y fincas valladas impiden el paso, entre ellas la Casa de la Molineta (color azul) y la de la Favorita (color granate). La presa se construyo con la finalidad de aumentar el volumen de agua para regadío y derivar la del trasvase Tajo-Segura por dos canales, el derecho hacia Lorca y tierras de Almería y el izquierdo hacia las de Alicante. Ante las dificultades optamos por seguir un camino que forma parte del sendero de la hoya de San Roque y que nos llevará a través de la umbría del Alto del Solvente y sierra de la Navela hasta la ermita. Al principio tendremos que superar fuertes rampas que llegan a alcanzar el 12 por ciento, pero poco después suavizan y se mantienen entre el 5 y el 6 por ciento hasta llegar al mirador de la Naveta. Volvemos a disfrutar aquí de unas magnificas vistas de esta parte del valle y de las sierras aledañas. Comenzamos a descender hacia la ermita de San Roque, pequeño edificio que data de la primera mitad del siglo XVIII y sede del patrón de la ciudad. Su romería se celebra el viernes siguiente a Viernes Santo.


Bajamos ahora hacia la carretera (MU-553) para pasar junto a la subestación eléctrica y subir por un pino sendero algo deteriorado hasta una pista en perfecto estado que recorre la solana de la sierra del Solán en dirección a Blanca. Ahora escasean los pinos y el esparto se enseñorea del terreno. Seguimos las marcas de PR (pequeño recorrido) a sabiendas que no tendría salida, pero decidimos investigar un poco. Al principio la pista de la derecha nos lleva hasta un deposito de aguas donde finaliza. Una segunda, esta por la izquierda, nos lleva hasta unas mallas colocadas para paliar los efectos de los derrumbes sobre el barrio de Bayna y que impiden el paso. Regresamos hasta la pista principal que baja junto al cementerio dejándonos en Blanca. Decidimos continuar con un pequeño paseo por la población visitando el ayuntamiento, la iglesia parroquial de San Juan Evangelista, edificada en el siglo XVI en cuyo interior se encuentra una talla de Cristo atado a la columna, atribuida a Roque López, discípulo de Salzillo. No encontramos un buen acceso a Peña Negra donde se encuentran los restos del castillo, construido en época musulmana allá por el siglo XI o XII. Y para los posibles interesados, hacia mitad de agosto, se celebran encierros.

Mariano Vicente, diciembre de 2017. 


miércoles, 11 de octubre de 2017

IX Salida Ciclista Ferroviaria



Estamos en la puerta de carruajes de la estación del Carmen, preparados para nuestra IX Ferroviaria y echamos de menos a algunos amigos; a los Maduros por hacer honor a su nombre y porque los “pacos” invitaban esa mañana al aperitivo. Los chavales de Orihuela tampoco pudieron venir y las “chicas bikes” tenían concentración en Cartagena, así que nos reunimos los ferroviarios alicantinos, los murcianos y un buen grupo de amigos para recorrer el itinerario de este año, que consistía en remontar el Segura hasta Ulea y por Villanueva y Ojos a Ricote, pasado lo mas duro regresaríamos por Blanca y Molina para entrar en Murcia por el Malecón. Lo de las 8.45 horas, fue un deseo más que una realidad, eran las 9.00 cuando salimos y en ese momento perdimos tres unidades que no recuperaríamos hasta el regreso y lo más curioso es que nadie se entero, pues los afectados no dijeron nada de la avería que resolvieron por sus propios medios. El resto tuvimos un pinchazo a la altura de Lorquí, que solventamos rápidamente y una rotura de cadena en Ojos que obligo a una parte del grupo a la retirada y alguna señora agradeció al poder recuperar a su marido a hora tan temprana. 



Lo más impactante de la jornada fue la actuación de la benemérita, no dábamos crédito a lo ocurrido. Un vehículo camuflado, al final del puente sobre el Segura, entre Villanueva y Ulea, se cruza bruscamente frente al grupo obligando a realizar alguna maniobra peligrosa. Uno de los agentes, buscando quizá sus 15 minutos de gloria, detiene a uno de los miembros del grupo y le sanciona por invadir el carril izquierdo de la calzada. No sabemos si en realidad invadimos ese carril o no, si solo fue este muchacho, o lo escogió al azar para justificarse, pero le “metió” 200€ de multa. Debió ser de lo más emocionante para él, pues según confeso, era el primer ciclista que sancionaba a lo largo de su vida profesional y ya no era tan joven. 



La “mala leche” que llevábamos nos ayudo a subir con renovados bríos las cuestas de Ricote hasta superar el puerto y reponer fuerzas junto a la pista del repetidor de  televisión. Allí decidimos que entre todos abonaríamos la sanción, que habíamos venido a disfrutar y que las frustraciones personales de este señor no nos iban a arruinar el día. Coincidimos aquí con la 2 Reinos III Vuelta a Murcia en Mountainbike y para dejarles espacio nos lanzamos a tumba abierta hacia la población de Blanca, al otro lado del Segura. Tras atravesarla comenzamos una fuerte subida que nos llevaría hasta la N-301a y al pequeño puerto de la Losilla. Superado; el personal comenzó a probarse, poniendo los más gallitos un ritmo que a algunos nos costaba seguir. Por los “Limoneros” las cosas se calmaron y el pedaleo se hizo más llevadero, pasamos de nuevo Lorquí y de allí a Molina. Ya no tenemos problemas para pasar como esta mañana que la policía local había cortado el acceso a la general para permitir el paso los participantes en la carrera de ultrafondo los 90K Camino de la Cruz, que procediendo del GR-127 que recorre la margen izquierda del Segura desde Murcia accedían a la Vía Verde del Noroeste (GR-250) para continuar su recorrido hasta Caravaca.



Deshacemos lo andado por la mañana y en Javalí Viejo, frente a nuestros amigos de K2, giramos hacia La Ñora para pasar junto a su noria, hoy restaurada y que sustituye a la que se inauguró en 1936 totalmente de hierro, la original es posible que date de 1399 y sería con toda seguridad de madera, cangilones incluidos, aunque estos podrían haber sido de cerámica. Creo que algunos ni la vieron más centrados en la rueda que llevaban delante que en el interesante recorrido. La entrada a Murcia la hicimos por el Malecón, uno de los elementos emblemáticos de la Capital. Su construcción es del siglo XV y recorre todo el sector oeste de la ciudad con una altura alrededor de los tres metros y kilómetro y medio de longitud para evitar la fuerza de las crecidas, el actual es de 1736 y fue reedificado por Francisco de Luján y Arce debido a su deterioro por “las lluvias, vientos y tráfico de caballerías”. Esto nos permite entrar en Murcia con una de las estampas más características y encantadoras de la ciudad con la torre de la Catedral como faro guía. Por el Puente Viejo y entramos en el Barrio del Carmen, terminan así más de 90 kilómetros de compañerismo, amistad y deporte, 4 horas de convivencia que todavía ampliaremos durante la comida. Pero esa es una historia que no quiero contar; es para vivir y compartirla. Hasta el año que viene.

Mariano Vicente, septiembre 2017

lunes, 25 de septiembre de 2017

Paseo por el Valle de Ricote (Ulea-Blanca)



Hoy hemos decidido dar un paseo por las riberas del río Segura en uno de los parajes más emblemáticos de la Región; el Valle de Ricote. No hemos madrugado mucho; no esta lejos y no será un recorrido muy largo. Sobre las nueve nos poníamos en marcha en dirección a Ulea, población desde la que comenzaremos nuestra ruta. Estamos en un valle donde las reminiscencias moriscas aún se dejan sentir en sus huertas, en sus gentes, en esas norias de las riberas del Segura, en sus historias y leyendas. La agricultura ha sido la principal razón de ser de los habitantes del valle, aún hoy vamos a recorrer en nuestro paseo primorosas huertas, muchas de ella encajadas entre las paredes de las sierras y las riberas del Segura que durante siglos ha sido la fuente de vida de este valle. El discurrir del río es unas veces apacible y otras no tanto, encajado por el Salto de la Novia o el del Solvente. Retenido por la presa de Ojos con la que se sirven las tierras de Lorca y Almeria a través de impulsiones eléctricas, o las de Alicante que lo harán desde aquí por gravedad. Cuando el paisaje se abre, los meandros forma sotos y proliferan los huertos. Mientras los pueblos se agarran a las laderas temerosos de las violentas crecidas que han caracterizado al Segura a lo largo de su historia, pero siempre cercanos a las fértiles tierras donde crecen exuberantes verduras y hortalizas, donde maduran los frutales. 



Dejamos el coche en el pueblo bajo la atenta mirada de la imagen blanca y resplandeciente del Corazón de Jesús, situada en un altozano de la sierra del castillo, donde se asentaba también la antigua fortaleza árabe, lugar al que no subiremos, pero desde el que se goza de unas vistas fabulosas de todo el valle. Promomtorio  estratégico desde el que se establecía comunicación directa con las alcazabas de Archena, Losiella, la Losilla y Alarbona a cuyos pies se asienta el pueblo que da nombre al valle; Ricote. Después, allá por el siglo XIII, serian los cristianos los encargados de su defensa, sobre todo la Orden De Santiago, que traería a la población un trozo del Lignum Crucis, custodiado en la actualidad en la iglesia de San Bartolomé y que cada tres de mayo es sacada en solemne procesión hasta ser sumergida en el Henchidor para bendecir las aguas que regaran las huertas de la población.



Nos ponemos en marcha tras tomar un café y nos dirigimos al río, más concretamente al puente que lo cruza, lugar que utilizaremos para entrar por la margen derecha y aguas abajo, a un lugar muy especial, un umbrío y pequeño paseo peatonal cubierto por el cañar que separa las aguas de la acequia de las del río. Lastima que las lluvias hayan deteriorado considerablemente el acceso. Este recorrido forma parte de un interesante, aunque de nombre algo rimbombante, Corredor Verde del Río Segura, proyecto que pretende la conexión ecoturística del tramo medio del Segura, entre las poblaciones de Murcia y Cieza, del que aún queda mucho por hacer, en especial la conexión de unos tramos con otros. Nosotros vamos a utilizar en primer lugar este tramo de la margen derecha que llega hasta cerca de los Baños, en el Balneario de Archena, pedalearemos entre cañas, arbustos y algún árbol de mayor porte que terminaran formando frente al balneario uno de los bosque de ribera más espectaculares de este tramo del Segura. Poco antes encontramos una pasarela peatonal de madera y reciente construcción que aprovecharemos para cruzar y continuar aguas arriba. Pronto nos encontramos con una de las antiguas “Fabricas de Luz” que proliferaron a mediados del siglo XIX, ligadas al proceso industrial y a la modernización de pueblos y ciudades. En los cauces de ríos y acequias se instalaron saltos de agua que aprovechando la energía cinética transformarla eléctrica mediante el uso de ruedas y turbinas. Eran industrias particulares y que cambiaban de mano con cierta asiduidad hasta que pasada la postguerra fueron sustituidas por otras fuentes de energía. Esta en concreto la llaman la “Vieja”, pues hay otra “Nueva” aguas abajo, fue construida hacia 1917 por encargo de Juaquín Moreno Ramírez y diseñada por el ingeniero Gustavo Abizando [1] y como las demás pasó por varias manos; en 1954 la adquirió Molinos del Segura y en 1964 paso a manos de Hidroeléctrica Española, dejando de usarse hacia finales de los ochenta y su maquinaria desmantelada. A nuestra derecha, sobre un altozano, una singular construcción: El Gurugu. Fue Antonio Tomás Sandoval quien, a finales de siglo XIX, levantó el edificio de forma cuadrangular, con almenas y bóveda de media naranja, nostálgico del tiempo pasado en el norte de Africa durante la Guerra de Marruecos.



Continuamos con el recorrido pasando bajo el puente de la carretera que une Ulea con Villanueva y seguir el meandro que forma el Segura hasta encajonarse bajo la sierra del Molino, un estrechamiento del que cuenta la leyenda que ya en época Cristina, cuando el hijo del rey morisco de Ulea cortejaba a la hija del rey de Ricote y ante la negativa de este a su unión, huyo con ella a uña de caballo. Perseguido por las huestes de su suegro y llegando al río, salto sobre los peñascos de este estrecho desapareciendo con su novia. Unas acaban con la trágica muerte de los enamorados sumergidos en las procelosas aguas del Segura, otras, que lograron superar el desfiladero y vivir felices su amor. A nosotros no nos queda más remedio que volver sobre nuestros pasos hasta el comienzo de la población de Ulea para tomar la pista asfaltada que recorre la ladera del Molino salvando el desfiladero hasta Ojós. Junto a nosotros la noria del Villar de Felices, recientemente restaurada. Es este un artilugio, abundante en El Valle, que durante siglos ha servido para elevar las aguas del río y acequias ampliando la zona de regadío. Consiste en una rueda impulsada por el agua que mediante cangilones situados en sus bordes elevan el agua hasta un nivel superior.



Bajamos hasta el que fue el Oxos de los moros y tomamos la carretera que serpentea entre las escarpadas paredes de la Sierra del Chinte y del Salitre, hasta el azud de Ojos. Disfrutaremos aquí de unas hermosas vistas sobre el diminuto valle que forma el Segura entre los estrechos del Salto de la Novia y el Solvente, cuajado todo él de palmearas, granados e higueras, árboles que junto a chumberas y albaricoqueros fueron introducidos por los musulmanes durante la conquista de esta tierra. Otro estrecho, el del Solvente, sirve eta vez para situar un azud para la distribución de regadíos, en especial de los caudales del trasvase Tajo-Segura. Nosotros aprovecharemos la presa para cruzar al otro lado y tras pasar el túnel buscar un camino asfaltado por nuestra izquierda que nos lleve, entre limoneros y naranjos, hacia Blanca. No era este su nombre sino todo lo contrario, Negra se llamaba y poseía una formidable fortaleza. La última vez que se la menciona con este nombre fue el 19 de septiembre de 1303 al ser devuelta a Juan Osores, comendador de la Orden De Santiago, por el rey aragonés Jaime II. El 18 de octubre 1383 aparece en un documento del Concejo de Murcia ya con el nombre de Blanca. El cambio de nombre puede deberse a una rocambolesca historia nada clara y su nombre tenga que ver con el de la reina Blanca de Castilla, a la que abandona su marido Pedro I y es defendida por don Fadrique, maestre de la Orden de Santiago y Sancho Sánchez de Moscoso, comendador de Ricote.



La población bien merece una visita con detenimiento, pero nosotros volveremos a pasar el río para regresar hacia Ojós y Villanueva. Oculta tras la sierra del Salitre la milenaria Riqût, patria de caudillos y recios vinos, da nombre al Valle, desechamos sus rampas y continuamos  bordando el embalse, entre bancales de limoneros y la sierra hasta el Azud del Solvente que salvamos con una fuerte rampa. Pasado Ojós aparecen; Ulea, al otro lado del Segura y Villanueva, a este lado, encaramada en difícil balconada sobre el propio río. Pueblos de herencia árabe, de calles retorcidas y geranios en los balcones, viejos huertos, palmeras y jazmines. Por el puente que las une pasamos a la margen izquierda y damos por terminado nuestro recorrido.



Mariano Vicente, septiembre de 2017.

sábado, 18 de julio de 2015

El Río Segura catorce años después; a modo de resumen



El recorrido realizado; totalmente ciclable, ha sido duro, muy duro, no por el perfil o el terreno, sino por el calor. Hemos soportado temperaturas superiores a los 48º y que ya desde primeras horas se dejaba notar. Solo tuvimos problemas con el agua en un par de ocasiones, principalmente por ser lunes y estar casi todo cerrado. La primera, una vez pasada la fuente de los Cuatro Caños, dos o tres sitios que encontramos estaban cerrados. Hubiera sido sencillo desviarnos hasta La Graya, pero no lo hicimos. La segunda en Salmerón, todo cerrado, en una casa particular preguntamos por el bar y al estar cerrado o no haber, no estoy seguro, nos ofrecieron agua.

Hemos circulado tanto por asfalto como por caminos de tierra, estos últimos en general en buen estado, con algún tramo roto pasado el cortijo del Almired. También en esta zona una finca ha desviado el camino a su alrededor, junto a una valla y la siguiente creo que el Cortijo del Rincón Grande, lo ha cortado directamente, con un caballón de tierra y a continuación una pequeña valla. Labrado y transformado en una moderna plantación de olivos, no sabemos cuál puede ser la mejor alternativa. El resto del recorrido no ofrece dificultad alguna, ni de piso ni de orientación.

A la altura del Hondón, -Pasado el embalse del Cenajo- hay que abandonar la margen derecha del río Segura y subir al collado entre las sierras de Cubillas y de Pajares. Se nos presentan dos opciones; una avanzar hacia la sierra de Pajares y bajar de nuevo al río, para cruzarlo por un pequeño puente de cemento hacia El Maeso y las Minas. Otra bajar hacia Salmerón por la Cañada de Mobarque. Solo en invierno, cuando el río baja con el caudal ecológico se puede cruzar por un vado, en el azud del que parten las acequias del Maeso y Minas.

Pasado Calasparra podemos tomar la margen izquierda hacia Cieza o subir, como hicimos nosotros, por la solana de la Sierra del Molino y el pantano de Alfonso XIII.

A lo largo del recorrido existen multitud de establecimientos de hostelería, tanto en las poblaciones por la que pasamos, como en otros lugares del camino. Por lo que no hallaremos grandes dificultades para comer, avituallarnos o dormir si nos apetece. Nosotros pernoctamos en Yeste, Calasparra y Murcia.

Antonio ha realizado el recorrido con una bici eléctrica. Ha transformado su specialized epic a eléctrica, ha sustituido su rueda trasera por otra con motor. Un par de baterías aseguran una autonomía suficiente para el recorrido diario. En realidad con una ha resultado suficiente para la jornada. El contratiempo más importante; un pinchazo.

Algunos datos:

Integrantes:

Matías Martín Gil
Antonio Máximo
Jesús Torrecillas
Mariano Vicente

Kilómetros totales: 286
Desnivel+: 4.686 metros
Desnivel-: 6.051 metros
Media: 13 Km/h.
Altura máxima: 1.608 metros
Altura mínima: 44 metros

Yeste:
Hotel Yeste 967 431 184 (Yeste)
Calasparra:
Camping Los Viveros (Piscina) 968 73  58  89/ 657  94  17  50 (Calasparra)
El Cañar:
Poyo del Cañar –Socovos (Albacete)
902 006 389 / 292 551 257

miércoles, 15 de julio de 2015

El Río Segura catorce años después. Tercera jornada Calasparra-Murcia







Las persianas, levantadas, dejaban ver clarear la noche por las ventanas. Ayer, Jesús enfermó. Él y Matías decidieron abandonar y por la noche se fueron a casa. Nos quedamos Antonio y yo. Al levantarnos descubrimos la rueda vacía, el sellante no ha hecho su trabajo, Antonio prefiere ir a un taller a reparar. Entre reparación y desayuno nos dan las diez, comenzamos a pedalear con el sol ya alto. La sierra del Molino y el embalse de Alfonso XIII nos esperan.

La sierra del Molino, listada como sandía, se pinta de color calabaza en estas horas de la mañana. La pista; de grava, se muestra hostil a mis ruedas lisas. Espejea al fondo el pantano siempre vigilado por la mole gris del Almorchón. Más calor, El agua helada de los botes es ya sopa ardiente en el pantano. 

 

Cieza nos espera; albaricoques y melocotones se doran al sol. Buscamos la sombra de las cañas, cabellera foránea que ahoga a nuestro compañero. De pronto un chiringuito; las gente va y viene, del río al bar, bebe y se baña, pero no se refresca, el calor no lo permite, ha convertido la orilla en una sauna. Tres días; tres ya, pedaleando con temperaturas que superan los 45º. Paciencia.

El río constriñe la villa, aquella a la que "dieron la muerte por pasar la puente" y a la que él devuelve la vida. El camino se ciñe a la orilla del río blanco bajo la musulmana Siyasa; casi desaparece en el paraje del Menjú, antigua fábrica de luz, soto fluvial e importante bosque de ribera. Abarán y un chiringuito junto al río, que aprovechamos. Seguir, siempre seguir, el ánimo derretido, las ganas; dejadas atrás, a la sobra. Azudes, melocotoneros, fábricas de luz, granados, acequias, limoneros. 



Del vocablo Insolar dice el diccionario:
1º -Poner al sol hierbas, plantas, etc., para facilitar su fermentación o secarlas.
2º -Enfermar por demasiado ardor del sol o por excesiva exposición a él.
Eso somos nosotros, miserables yerbajos macerándose al sol, en esta estrecha y soleada senda de los moriscos, tan blanca que duele mirarla. Ni una sombra, ni siquiera el verde de los limoneros nos conforta.

Blanca está a tres tiros de piedra, pero no llegamos. Vemos las ruinas pardas de su castillo, pero no llegamos. Parecen estar siempre en el mismo lugar, etéreas, flotantes, inalcanzables. El caserío se arremolina, monte arriba, al otro lado del río. Una heladería, el frescor del aire acondicionado y un granizado de limón, nos salvan.



La carretera recorre el valle morisco serpenteando junto a segura; valle de las cinco villas, que recorremos una tras otra sin entrar en todas. En Villanueva la dejamos; precioso sendero de maderos orlado; entre el río y la acequia; tunelado por las hojas lacias de las cañas. Archena y sus baños, y sus azudes, y su fábrica de luz, y una fuente.

Meandros que enloquecen. Lorquí; aquí y allá, aun lado y al otro. Tapizado el margen por la caña cortada. Limoneros, naranjos. Furgonetas veloces, polvorientas; conductores irascibles. La Huerta de Abajo, bosques de ribera. Alguazas, puentes rojos. La Ermita, un bar y en él Matías, ha venido a vernos, a tomarse un litro con nosotros.



La tarde esta crecida; por poniente la lejan
ía se torna violeta; oscurece el carril bici. La Contraparada; el Javalí; mi Javalí. Patines y bicicletas, paseantes y perros. La torre de la catedral dorada y única, el Cuartel, la Estación. He terminado. Trescientos kilómetros de sudor y polvo, sofocantes y agotadores, pero también de amigos, de bicicleta, del río que nos da la vida.

Murcia, 8 de julio de 2015