jueves, 27 de octubre de 2022

Vía Verde del Val de Zafán II - Valderrobres y regreso


Un monumental portal da acceso al viejo caserón. A mi izquierda una larga barra, al otro lado la camarera.

-Buenas tardes, una cerveza, por favor.

Uno, en un vetusto local de un antiguo pueblo aragonés, espera una respuesta con acento maño y no en un extraño español con acento lituano. Repuesto de la sorpresa, dejo el casco a un lado y hecho un vistazo a mi alrededor, el local es acogedor, amplio y oscuro, en contraste, al fondo del local, unos altos ventanales dejan entrar la luz pálida del atardecer. Al acercarme compruebo que no son ventanas sino puertas que dan acceso a un estrecho y largo balcón de forja que recorre la fachada posterior del edificio. No parece muy sólido, pero si después de tantos años no se ha derrumbado, creo que no lo hará hoy. Constato que hay unas estrechas mesas con una silla a cada lado que se corresponden con las puertas, no hay forma de pasar de unas a otras, el balcón es tan estrecho que al sentarte quedas encajado entre la dura pared de piedra y la fría barandilla de forja. Solo dos posibilidades, mirar hacia levante o poniente. Escojo esta última y contemplo como el río Matarraña, amplio y pausado, lame los tajamares del puente y sus aguas se tiñen de un color dorado por un sol ya bajo. Algunos patos buscan las orillas y los pájaros con jolgorio se refugian en la arboleda. Se encienden las primeras farolas y las estrellas pujan por dejarse ver.


 

Estoy solo, mis compañeros ya están en el hotel. Yo he preferido dar una vuelta por el pueblo y aprovechar la bonita luz del atardecer para hacer unas fotos. El pueblo es monumental, se accede a la parte vieja, en la orilla derecha del Matarraña, por un monumental puente de piedra. Al otro lado nos da la bienvenida el portal de San Roque, arco que formó parte de unas de las siete puertas de la antigua muralla. Cruzamos bajo él y nos encontramos con una plaza rectangular enmarcada por una serie de antiguos caserones como la Fonda, donde nos alojamos, o el edificio renacentista del ayuntamiento y de la que parten una serie de estrechas calles escalonadas que nos llevan hasta la parte alta del pueblo. Los edificios más importantes; la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, ya declarada Monumento Histórico durante la segunda república, y el palacio-castillo que perteneció al obispado de Zaragoza. Hoy están musealizadas y se pueden visitar conjuntamente, desgraciadamente es demasiado tarde y van a cerrar. Desciendo en espiral por estas calles plenas de escaleras, viejos edificios de piedra, balcones de madera y grandes aleros, que vuelan sobre la calle con la esperanza de abrazarse unos a otros. Los geranios que cuelgan de las ventanas, ponen el punto de color.


 

Se hace tarde y es hora de cenar, tendré que ir al hotel, darme una ducha y llamar a los compañeros.

Salimos buscando un local para cenar, nos cuesta decidirnos, yo quería algo típico y representativo de la tierra, de los demás aún sigo con la incógnita.

Terminamos cruzando hasta el arrabal, la parte moderna del pueblo y donde vive la mayoría de la población y aunque carece de interés artístico, tiene una plaza junto al puente con varios garitos. La verdad es que no era lo que esperaba, son locales estandarizados, comida encorsetada y poco atractiva, pero que le vamos a hacer, hay que cenar, y el apoyo de mis compañeros para buscar algo más tradicional es escaso.


 

A la mañana bajamos a desayunar al restaurante del hotel y a pesar de decirles que no queríamos el desayuno continental, nos lo cobraron. Nos parece poco ético, por no utilizar otros adjetivos, que por una tostada con aceite y un café con leche te cobren 7 euros. A su favor, las facilidades que nos dieron para dejar las bicicletas en un almacén cercano. 


 

Nos ponemos en marcha buscando el viejo camino de Valderrobres a Cretas que está tras el altozano que domina el pueblo, lo que nos hará sufrir pendientes de más del 15 por ciento, en frío y después del desayuno.

Ahora el camino ondula entre campos de labor y pequeñas manchas de coscoja y pinar. El piso, que en principio es de asfalto, cambia a tierra, pero sigue estando en buen estado y señalizado con unas flechitas verde fluorescente indicando la vía verde. Justo tras pasar sobre ella, otra flechita nos indica que giremos a la izquierda y por una trialera acceder a la plataforma de la vía verde, justo antes de la estación de Valderrobres.


 

Continuamos en dirección a Tortosa y pronto alcanzamos la estación de Cretas, donde dejamos la vía verde el día anterior. Hay una fuente y aprovechamos para llenar los bidones.

Desde Valderrobres, la vía verde lleva una ligera pendiente negativa hacia el río Algars, límite entre Aragón y Cataluña, y Arnes-Lledó, que se estabiliza e incluso se hace positiva hasta Horta de Sant Joan, en que se hará negativa definitivamente hasta llegar a Tortosa.

Horta de Sant Joan; tan cerca, tan lejos. Mis compañeros han comenzado una loca carrera hacia el destino sin puntos intermedios. Me hubiera gustado visitar Horta y su centro Picasso. Es el pueblo natal de Manuel Pallares, amigo de Pablo y en el que Picasso paso algunas temporadas y concibió su pintura protocubista a principios del siglo XX.

Pero no siempre es posible hacer lo que uno quiere y no queda más remedio que adaptarse, o como dice un amigo mío; Matías, “hay que dejarse algo para poder volver”. Solo nos permitiremos la licencia de hacer un pequeño descanso en el santuario de la Fontcalda. Un café y otra vez a la vía.


 

El pedalear es fácil y los kilómetros caen rápidos. Alcanzamos a la altura de Xerta a un numeroso grupo de ciclistas, creo que asturianos. Si no me equivoco, llevaban un par de días por la vía verde, creo recordar que venían de Alcañiz y habían hecho noche en Horta de Sant Joan.

Los dejamos atrás y antes de lo previsto ya estábamos en la estación de Aldover, y “como lo prometido es deuda” -el día antes le habíamos dicho al dueño del local que llegaríamos hoy a comer-, nos sentamos a la mesa. El local es sencillo y tiene una agradable terraza en el propio anden, si a ello unimos la grata temperatura de la que disfrutamos en este final de octubre, tendremos unos buenos ingredientes para poder disfrutar de la comida.

El menú a la brasa y también sencillo. Para mí; morcilla, chorizo, salchicha, ensalada para todos y pan con jamón de aperitivo, una lonchita, que en esta zona se despilfarra poco. 15 euros de precio fijo, cerveza y demás aditamentos se pagan aparte.

Poco tiempo después cruzábamos el rojo puente sobre el Ebro, inicio y final de nuestra aventura. Ya solo queda regresar a Murcia.

 

 Mariano Vicente, octubre de 2022 




 

miércoles, 26 de octubre de 2022

Vías Verdes del Zafán, Tierra Alta y Bajo Ebro

 

Vía Verde de Val de Zafán, Tierra Alta (Terra Alta) y Bajo Ebro (Baix Ebre)

Desde tierras de Teruel hasta el Delta del Ebro, más de 100 kilómetros por esta vía verde que utiliza la vieja infraestructura ferroviaria que unía La Puebla de Híjar con Tortosa, buscaba dar salida al mar de los productos agrícolas aragoneses y al carbón de las cuencas mineras turolenses. Tuvo una vida efímera, apenas 30 años a pleno funcionamiento. A las obras les dio el pistoletazo de salida el propio Alfonso XII en 1882 inaugurándose el primer tramo de la línea entre La Puebla de Híjar y Alcañiz en 1895, aunque no sería hasta 1942 que llegaría a Tortosa. El derrumbamiento del túnel de Bot en 1973 dio la excusa perfecta al estado para su clausura dada su baja rentabilidad.

Este interesante recorrido nos ofrece un agradable y enriquecedor vieje por un variado catálogo de paisajes salpicados de túneles, viaductos y monumentales pueblos. Desde Alcañiz a la estación de Valdealgorfa, es un recorrido de tráfico compartido, la verdadera vía verde comienza aquí y llega hasta Tortosa. Cambia de nombre según pasa de una comarca a otra. En Arnes-Lledó se llama de la Terra Alta y en Pinell lo hace como del Baix Ebre. Al principio discurre entre cultivos que delimitan lomas y barrancos, hasta desembocar en el valle del río Matarraña, cerrado por el macizo de los Puertos de Beceite. Desciende desde Cretas hasta el río Algars, límite entre Aragón y Cataluña, para introducirse en un laberinto de túneles y viaductos que atraviesan la sierra, para adentrarse en el valle del río Canaletes hasta desembocar en el Ebro. El recorrido nos deparará espectaculares hitos como las Rocas del Benet, el valle del Matarraña, el santuario de Foncalda y el propio río Canaletas, o pueblos como Alcañiz, Valderrobres, Torre del Compte, Cretas, Arnes u Horta de Sant Joan.
 
Primer día: De Tortosa a Valderrobres

Lo previsto; era hacerla en sentido descendente, de Aragón a Cataluña, pero por vicisitudes varias, sobre todo un fuerte golpe en las costillas camino de Frula, y el ofrecimiento de un par de compañeros para hacerla juntos, deriva en hacer el recorrido al revés, en sentido ascendente, entre Tortosa y Valderrobres. Yo quería dejar el coche en Alcañiz o Valderrobres, “bajar” hasta Tortosa, hacer al día siguiente el Delta del Ebro para regresar en autobús a por el coche. La decisión final fue: Nada de autobús; subimos y al día siguiente bajamos. Como llegaremos pronto, nos vamos para casa.

Llegamos a Tortosa en una noche cálida y tranquila, con el tiempo justo para ir a cenar, nos alojamos en un hotel (Tortosa Parc), cerca del comienzo de la vía verde y nos tiramos a la calle buscando algo para cenar y lo encontramos muy cerca del hotel, Bokatines creo que se llama el local y sí; como su nombre indica, cenamos a base de pequeños bocadillos que estaban muy ricos.
Sobre las ocho y media estábamos preparando las bicis y antes de las nueve ya estábamos pedaleando. Buscábamos un local para desayunar, pero nos encontramos antes con el rojo puente con el que la vía verde salva el Ebro, y como un imam nos atrajo hacia él, adiós desayuno. Seguimos con la esperanza de encontrar algo en Aldover. La vía se dirige hacia Roquetes, puerta del Parc Natural dels Ports.
 
Aldover; en la misma estación, un local abierto con café y unas brasas sugerentes para el medio día. Quizá mañana sea una buena opción. Estamos en el kilómetro 9 de lo que se llama vía verde del Baix-Ebre, 26 kilómetros de piso con tratamiento asfaltico entre Tortosa y El Pinel de Brai. La vía trascurre junto al Ebro y habremos de pasar la nada despreciable cifra de 19 túneles.
Donde la anchura del valle lo permite, la huerta se adueña del terreno, en las partes bajas prosperan naranjos y mandarinos, en las altas, las viñas se intercalan con los olivos. Junto a estaciones y otras pequeñas construcciones ferroviarias son frecuentes las higueras.

Uno de los primeros hitos importantes de la ruta será la población de Cherta dónde lo que más llamó nuestra atención fue, el limógrafo de azulejos que señala las avenidas del Ebro en la fachada principal de la iglesia. La más grande superó los 10 metros y sucedió el año 1787. En la rehabilitada estación, con letras azules sobre azulejos blancos se lee la palabra Cherta, hoy día, un verdadero anacronismo. Una empresa, de las que ahora llaman de turismo sostenible, tiene montado un buen tinglado con furgonetas, remolques y bicicletas, para organizar paseos guiados por la vía verde, especialmente para niños.
   
Seguimos a delante y nos encontramos con una serie de túneles que darán acceso al azud de Cherta, tres kilómetros aguas arriba de la población. Importante obra hidráulica, quizá de época árabe, construida en diagonal de orilla a orilla con más de 300 metros de longitud y 6 de altura. Su finalidad, elevar parte del agua del río para derivarla hacia los canales de riego de ambas orillas. Aunque se tienen noticias fidedignas de su uso ya en el siglo XV, no sería hasta mitad del XIX cuando se terminaría el canal de la margen derecha y en 1912 el de la izquierda. Hay también una poco agraciada central eléctrica en la margen derecha.

Volvemos a los túneles que se suceden, uno tras de otro, tratando de avanzar por las entrañas de una abrupta sierra de rojizas y verticales paredes que constriñen el Ebro. En un anchurón nos dimos de bruces con la restaurada estación de Benifallet. Por desgracia con el bar cerrado, solo abre viernes, sábado y domingo. Estamos en miércoles, adiós a nuestro almuerzo. Algo frustrados, creo que este tipo de locales que utilizan antiguas estaciones deberían estar abiertos todos los días de la semana y no solo mirar por la “pela”.

A la salida de uno de los múltiples túneles nos encontramos de sopetón con el soberbio viaducto de Riberola sobre el encañonado río Canaletes, verdadera frontera con la Tierra Alta, aunque el punto oficial es la estación de El Pinell de Brai reconvertida en restaurante. Más túneles dan paso al santuario de la Fontcalda, situado en un paraje grandioso donde las aguas se abren paso entre inmensas paredes de piedra formando enormes pozas, verdaderas piscinas naturales en plena sierra de Pàndols-Cavalls. Recibe su nombre de una fuente que, a decir de las gentes, es minero-medicinal y santona. Brota a unos 28 grados de temperatura en la margen izquierda del río por lo que ha venido al pelo para montar un balneario, aunque su virgen es venerada ya desde el siglo XIV por las gentes de Prat de Conte y Gandesa.

Seguimos atravesando túneles y dejamos atrás la estación de Prat de Conte, con algunos servicios como el restaurante que indefectiblemente está cerrado. El terreno sigue siendo abrupto, con grandes barrancos que atraviesan airosos viaductos, junto a uno de estos, creo del río Canaletes, un banco de madera pintado de colorines, al parecer, es una de las creaciones del “Art al Ras”, conjunto de obras de diferentes artistas repartidas por la Tierra Alta de las que me voy a abstener de opinar. El paisaje se abre en grandes espacios conformado profundos barrancos, la vía forma un inmenso arco hasta la población de Bot, bonito pueblo con dos bares y una brasería Laia. Nos decidimos por esta última y no nos equivocamos, manitas de cerdo a la brasa y otras “marranerías”. ¡Que lo voy hacer; del marrano hasta los andares! ¡Soy culpable!

La estación está rehabilitada y se montó algún tipo de tinglado del tipo Espacios de la Batalla del Ebro o algo así. En el andén, un pequeño coche de los de reconocimiento de vía que, como la estación, también está cerrada. Creo que esto es un problema al que nos enfrentamos los jubilados al no viajar en fin de semana ¡Que le vamos hacer! El paisaje se sigue abriendo cada vez más y los cultivos empiezan a adueñarse del terreno. La siguiente estación es Horta de Sant Joan y a continuación la d´Arnes y el viaducto sobre el río Algars, límite entre la Tierra Alta y Val de Zafan, ya en Aragón.
 
Este tramo tiene una longitud de 23 kilómetros de tratamiento asfaltico y hemos superado 20 túneles, casi todos iluminados, y 5 viaductos. En el Km 20 se ubica el túnel "culpable" del cierre de la línea al derrumbarse parcialmente. Una pista esquiva el túnel por el exterior sin demasiadas complicaciones.

En la estación de Cretas decidimos abandonar la vía verde para irnos en busca de Valderrobres. Primero por un camino y después por la carretera de Cretas a Valderrobres. Pasamos el puente gótico sobre el Matarraña para entrar en la población bajo el portal de San Roque y no fuimos mucho más allá, porque el alojamiento lo teníamos en la misma plaza del pueblo, junto al ayuntamiento. Lo que hicimos esa noche y el recorrido del día siguiente lo dejo para otra ocasión.

Mariano Vicente, finales de octubre de 2022

el track...