Este es un paseo que se puede realizar en cualquier época del año, nosotros ahora en agosto, aprovecharemos las primeras horas de la mañana que son las más frescas y por el carril-bici nos acercaremos hasta el gran azud de la Contraparada origen de la huerta de Murcia.
Nuestro recorrido comienza en la puerta de carruajes de la estación de ferrocarril del Carmen en el popular barrio del mismo nombre. Por la calle Marques de Corvera nos dirigimos hacia la iglesia arciprestal del Carmen. El templo, tal y como la conocemos hoy, es de estilo barroco y comenzó a construirse en el año 1721 consagrándose en 1769. Pero su historia es muy anterior. Tiene su origen en el convento carmelita que se levanto sobre la antigua ermita de San Antón en el siglo XVI, pero esta se levanto a su vez sobre la mezquita Alhariella. Junto a ella, en la antigua universidad, se haya ubicado el Museo de la Archicofradia de la Sangre. Cofradía penitencial más antigua de Murcia y de la Diócesis de Cartagena, datándose su fundación en 1411. Su titular, el Cristo de la Sangre, desfila la noche del Miércoles Santo en la popular procesión de “Los Coloraos” que tiñe de rojo la ciudad de Murcia.
Por la Calle Cartagena buscamos la pasarela del Malecón o de Manterola nombre por el que se la conoce popularmente debido a su diseñador el arquitecto Javier Manterola. Es un puente peatonal que cruza el río Segura entre el Barrio del Carmen y el comienzo del Malecón del que recibe su nombre. Es de acero con una plataforma curva sostenida por 30 tirantes que confluyen sobre un mástil de 15 metros de altura. Sobrevuela el histórico azud del Malecón que remansaba las aguas para los antiguos molinos de San Francisco y el Álamo, cuyas ruinas aparecen en las margenes del río. Comienza aquí el carril-bici que por la margen izquierda del Segura nos llevará hasta nuestro destino el gran azud de la Contraparada.
¿Pero que es la Contraparada? Es una presa colocada en el cauce del río con la finalidad de remansar y elevar el agua que por estas tierras se denomina azud (palabra árabe que significa “barrera”) en este caso el Azud Mayor de la huerta de Murcia. De él nacen las dos acequias mayores; la Alquibla o de Barreras que riega el heredamiento sur de la margen derecha y la Aljufía que lo hace por el norte o margen izquierda. Constituyen una red que forma un intrincado y complejo sistema hidráulico que a través de las dos grandes acequias se van ramificando en cauces progresivamente menores llamados hijuelas, y estos a su vez en brazales y regaderas que llevan el agua a los bancales (las tierras de regadío). Las aguas sobrantes -muertas- se recogen a su vez en otros cauces llamados escorredores, que van creciendo con su unión con otros mayores como las azarbetas, los azarbes y los azarbes mayores que vuelven a desembocar en el río. Su historia se encuentra íntimamente relacionada con la fundación de la ciudad de Murcia, pero su origen puede que sea más antiguo y remontarse hasta época romana. Autores islámicos aseguran que en el lugar ya se encontraban grandes bloques de piedra a modo de presa que derivarían el agua hacia la parte norte de Murcia -zona de Churra-. De lo que sí se tiene constancia fehaciente es que en el siglo XIII la presa se encontraba en ruina debido a la riadas, instando el rey Alfonso XI a su reconstrucción. El historiador Cascales en 1621 describe así la contraparada: “...una grande pieza de piedra y cal, la mayor y más costosa que hay en España...”
Nos dirigiremos hacia ella a través del carril-bici, entre huertos de cítricos -casi urbanos- y los cañaverales del río. Zona de huerta jalonada por numerosas pedanías tanto a un lado como al otro del río. En los escasos 12 kilómetros que nos separan de la Contraparada pasaremos junto a La Arboleja, La Albatalia, Rincón de Beniscornia, La Ñora y Javalí Viejo por la margen izquierda y Rincón de Seca, la Raya, La Puebla de Soto, Alcantarilla y Javalí Nuevo por la derecha. Sobre los 10 kilómetros de pedaleo podemos ver al otro lado del río el paraje del Agua Salá, surgencia de agua de sabor ferroso que hacía las delicias de los niños de mi generación, hoy supongo que totalmente olvidada. Muy cerquita la ermita de la Salud y el Museo Etnológico de la Huerta. Un poco más adelante, en nuestra misma margen, llegamos a la parte trasera de la Fábrica Nacional de Pólvora Santa Bárbara, instalada en 1747 sobre un viejo molino para pólvora a orillas de la acequia Aljufía concedido en 1633 a Francisco Berastegui y Lisón, esposo de Giomar Carrillo, dueña del mayorazgo de Javalí Viejo. En 1802 se hizo cargo de ella el arma de Artillería del Ejercito de Tierra. Después de la guerra en 1946 se uniría por ferrocarril en la estación de Santa Barbara con la linea Madrid a Cartagena. Esta pequeño ramal de poco más de un kilómetro trae a este cronista bonitos y viejos recuerdos de cuando su padre, factor de circulación en Alcantarilla y que venía a Santa Barbara para hacer las maniobras, le dejaba acompañarlo y hasta le montaba en la vieja maquina de vapor que empujaba los vagones hasta llegar a la fabrica. Esta siempre iba en cola, con los vagones delante que eran los que entraban hasta las instalaciones, quedando la maquina sobre el puente para evitar que las carbonillas pudieran producir una explosión.
Llegamos así a nuestro destino. Después de unos años de abandono y degradación se ha procedido por parte del ayuntamiento de Murcia a una rehabilitación, que no se parece en nada al bosque de ribera y la vegetación casi salvaje que cubría la zona en mis tiempos infantiles, pero que se ha convertido en referente ambiental con la reforestación, acondicionamiento paisajístico, creación de zonas de recreo, fuentes y pasarelas sobre el río, una de ellas como referente del “Puente de las Ovejas” por donde pasaba el cordel de los Valencianos. Se esta habilitando un centro de interpretación que puede convertir a la Contraparada, un enclave milenario, en un lugar para aprender cómo eran los antiguos sistemas de regadío, para pasear en familia o simplemente disfrutar de una naturaleza domesticada, pero naturaleza al fin.
Uno quizá sea un poco inconformista, pero decido continuar un poco más allá. He de confesar que en el fondo, lo que me ha impulsado a seguir adelante, ha sido lo cerca que esta el bar Los Limoneros, apenas unos tres kilómetros, y me apetecía desayunar viendo a las golondrinas dar de comer a sus crías.
Mariano Vicente, agosto de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar este blog. Si le apetece puede dejarme su comentario.