Frío, nieve, barro, sudor, sonrisas cómplices para una
mañana perfecta. Hemos ido a Inazares buscando la nieve en este cálido
invierno, pero la poca que había caído ayer hoy estaba prácticamente derretida,
en su lugar piedra y barro para divertirnos.
Hacía frío en Inazares cuando hemos llegado, el termómetro tiritaba
rondando los cero grados. Lo primero un Belmonte para entrar en calor, después,
montar las bicis. Abrigados y equipados convenientemente comenzamos la subida;
que así en frío, se pega un poco. La húmeda niebla lo invade todo, circulamos
casi a tientas, en el collado se abre un poco para volverse a cerrar.
Hemos venido a disfrutar, a vagabundear por la sierra, sin
nada preconcebido, solo una idea se fijaba con más fuerza que las demás; a
pisar nieve, sin importarnos demasiado los elementos. Amenazaba lluvia, que en
estas alturas sería nieve, pero no nos preocupaba; es más lo estábamos deseando;
pero no pudo ser, precisamente esto es lo que ha hecho desistir a la mayor parte
del grupo, al final, solo Ángel, Jesús y yo hemos acudido a la cita.
Decidimos introducirnos por un pequeño camino, así, a la
aventura. Está señalizado como PR y pronto se vuelve impracticable y se
transforma en un pedregal, pretendíamos seguirle hasta los Obispos, pero pronto
supimos que sería difícil; pero resulto imposible. El pedregal nos obliga a desmontar,
pronto transmuta en rampas imposibles. Desistimos.
Regresamos sobre nuestros pasos. Jesús empieza a tener
problemas con el freno trasero, por más que bombea no obtiene resultados. Aun
es temprano, Jesús se retira hasta el pueblo y Ángel y yo decidimos continuar
un poco más. Investigamos un camino que se interna en un barranco. El piso
comienza a malear y el barro se vuelve protagonista, rodamos penosamente,
incluso nos frena hasta detenernos. Limpiamos un poco y seguimos pedaleando.
Así una y otra vez hasta que decidimos buscar un mejor camino. Salimos a la
pista que sube desde el camino de la Rogativa hacia los Obispos. Comprobamos la
hora y decidimos no dejar abandonado por más tiempo a Jesús, que luego tiene
que conducir y la soledad acodado en la barra de un bar puede llegar a ser muy
peligrosa.
Regresamos en constante subida hasta el collado y de aquí a
Inazares es pan comido, solo un poco de precaución con la gravilla, que las
ruedas despiden como proyectiles al rostro; que se soluciona con unas buenas
gafas y la boca cerrada.
La última parte de la ruta la hemos realizado en el Nogal,
con una buena jarra de vino que acompañamos; primero con un plato de oreja,
después, una fuente de “marranerías” a la brasa, en la que no faltaban las
morcillas, los chorizos, el tocino, el lomo y las chuletitas de cordero. De
postre un combinado de pan de calatrava, tarta de queso, leche frita, dulce de
chocolate y tocino de cielo, rodeando un buen trozo de helado de turrón. Café y
orujo. Hasta la próxima.
Mariano
Vicente, 20 de febrero de 2016.
Buena salida Mariano,pero muy fría
ResponderEliminarBuena salida Mariano,pero muy fría
ResponderEliminarMariano muy buena la ruta
ResponderEliminarMariano muy buena la ruta
ResponderEliminarQue bien te lo pasas que ruta más bonita y pisando la nieve más bonita todavía me alegro mucho un saludo.
ResponderEliminarGracias a todos. La verdad es que esperábamos más, pero no pudo ser y como viene el año creo que esta será la única que veamos. Esperemos poder disfrutarla el año que viene.
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