“El miedo es natural en el
prudente, y el vencerlo es lo valiente.” [1]
Esta cita viene como anillo al dedo
por la desbandada que se produjo en el grupo. Alguien comenzó a filtrar falsas
verdades sobre la ruta; que si era durísima, que tenía muchísima subida, etc., y claro las escusas comenzaron a prosperar de tal manera que solo cuatro acudimos a la cita; Juan Bautista, el anfitrión, Jesús, Ángel y yo mismo.
Juan Bautista le ha puesto a esta
salida “El Grillo” por un pequeño cabezo junto al que pasamos tras la ermita de
Santa Leocadia. Se lo pregunté antes de salir, y no me quedo muy claro, después
ya no pude. Para un ciclista pesado y poco reactivo como soy, que no empieza a
encontrarse bien hasta la mitad de la jornada y más si comienza en subida; me
destroza. Fui descolgado del grupo toda la mañana, cuando lograba alcanzarlos;
solo cuando ellos se relajaban, los volvía a perder.
La ruta recorre la parte occidental
de Sierra Espuña. Desde las Alquerías se dirige al paraje de Caruana para
continuar por el camino de los Albaricoqueros y el Purgatorio por el Barranco
de Enmedio. Se retuerce bajo el Morrón para desembocar en el Collado Bermejo
y descender por la umbría de Peña Apartada hasta la Fuente del Hilo. Se
tranquiliza por el Camino del Campix entre almendros en flor y continúa
rodeando la Cabezuela de los Lobos para desembocar de nuevo en las Alquerías.
Antes de llegar nos regalará con algo más de un kilómetro de duro asfalto.
Interés de la ruta
La primera parte recorre una de las
partes más agrestes de Sierra Espuña, con profundos barrancos que drenan su
parte occidental en la que abunda la carrasca y el pinar. Antiguos parajes de
cabra montés hoy suplantada por el arruí. Abundante de jabalí y donde se esconde el sapo corredor y el
sapillo pintojo miedosos del búho real. La segunda parte, la meridional, más
soleada nos dejará solazar la vista sobre el valle del Guadalentín pleno de
frutales y hortalizas, muchos de ellos en plena floración.
Crónica
Insufribles rampas de hormigón y
tanto por ciento, para mí, inhumano. Me
gustan mucho más los viejos caminos que buscan con modestia el ascenso; elaborados
a mano, con mimo, regados de sudor, con buen hacer. Ahora maquinas insensibles
introducen sus garras en la tierra sin más límite que su propia fuerza.
Hace un magnifica temperatura para
estar en pleno enero, unos diez grados, que llegaran a los veinte a medio día, a
pesar de ello, en el Barranco de Enmedio, se deja notar un cierto helor en la
umbría, mientras el Pedro López se viste con una bufanda de niebla. La hermosa
explanada de la Casa de la Carrasca nos sirve de pretexto para el descanso y
comer uno de los dátiles que trae Jesús, preñados de almendra su interior. Aun
nos espera una exigente ascensión bajo la mole del Morrón y el altivo Pedro
López.
Ya en el Collado Bermejo nos
dejamos caer por la pista de la umbría de Peña Apartada hasta la Fuente del
Hilo, único tramo en el que he podido empezar a disfrutar después de once
kilómetros de subida. Pasada la Fuente del Hilo nos introducimos por el Camino
del Campix, agradable solana la que recorre este camino que se va ciñendo, uno
tras otro, a la Cabezuela de los Lobos, Cejo Negro, Peñón de la Moneda, La
Pocera y Morti Alto. Al otro lado; el Valle del Guadalentín, mosaico multicolor
de cultivos y frutales en flor.
Rodamos a buen ritmo, atravesamos sin
dificultad el Barranco de la Santa y por Las Tentegorras, bajo el Molejón Alto,
buscaremos las Alquerías, aun tendremos que enfrentarnos a poco más de un
kilómetro de duro asfalto. Ya solo queda recuperar el gasto energético de la
jornada con un rico arroz de conejo y caracoles.
Mariano Vicente, 30 de enero de
2016
[1]Alonso de Ercilla y Zúñiga
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