Es temprano, ha madrugado el viajero para
tomar el autobús que le llevara de
vuelta a Cehegín para reanudar su singladura por el canal del Taibilla.
Amodorrado, a través de la ventanilla, contempla el paisaje, sin verlo, decide que se
apeará
en Bullas. El tramo Cehegín-Bullas,
a pesar de su belleza -río Argos, la ciudad tardo-visigoda de Begastri, arroyo del Burete o
el entrono del Carrascalejo-, lo ha realizado en numerosas ocasiones, además, el canal es invisible en este tramo, por lo que comenzará en esta población, así gana algo de tiempo que no le vendrá mal.
El día
es frío, pero el sol se insinúa ya con fuerza, es lo bueno de esta Región, que el sol alumbra todo el año
y en invierno la temperatura es envidiable. Un dédalo de carreteras y caminos esperan al viajero que deberá estar muy atento para no errar su dirección. Atraviesa Bullas en busca del río
Mula y del canal; al primero lo encuentra pronto, pero al segundo, esquivo, no
lo encontrará
hasta el paraje de Rosique, a una docena de kilómetros del comienzo. Bonito puente que salva el barranco; resuelve
incertidumbres, y confirma la buena dirección.
Pedalea por ondulados campos de almendros, vides y olivos bajo un sol que
empieza a dejarse notar. Se introduce en la rambla del Guapero para darse de
bruces con uno de los acueductos de mayor longitud del recorrido. Momento
adecuado para el relax, para extasiarse con la contemplación de un paisaje espectacular; entorno solitario y aislado, que
mezcla la vegetación propia las ramblas, con un frondoso pinar. Como sublime telón de fondo, la sierra de Pedro Ponce y su escudero, Peñarrubia, recortándose bajo un cielo
azul y luminoso.
Ha hecho bien el viajero en cambiar de
bicicleta, se ha traído la que tiene
doble suspensión que le facilita
el tránsito por estos pedregosos caminos; tortura que el viajero lleva
bien, aunque no tiene tendencias masoquistas, simplemente porque le gustan estas
aventuras. Supera algunas rampas fuertes y se encuentra con Sierra Espuña en el horizonte. Se distrae el viajero, y sin saber cómo yerra el camino, tomó a la izquierda cuando debía
hacerlo a la derecha, llega igualmente a Casas Nuevas, pero por donde no debía. Se ha "perdido" buena parte del pedregoso camino de
servicio y el puente trazado sobre la rambla del Huérfano
que hay antes de esta población. Lo siente el viajero, pero no en demasía, ya que pasó por el lugar en otras ocasiones y pudo contemplar con detenimiento
estos lugares.
De Casas Nuevas no cuenta nada el viajero,
salvo que ha parado un rato a descansar, antes de afrontar la subida hacia la
zona de la fuente de la Portuguesa. Retoma el camino de servicio y descubre
complacido que lo han arreglado y ahora forma parte de los Itinerarios Ecoturísticos de la Región de Murcia. Se
sorprende el viajero con las fortísimas rampas que
encuentra, no las recordaba tan pronunciadas. Conforme se adentra en la sierra
bajo el Morrón de la Cabra, comprende que este no es el camino que ha seguido
en otras ocasiones; después de lo subido, decide continuar y ver que le depara el recorrido.
Más rampas que le llevan a descubrir algunas construcciones del
canal. Encumbra, para comenzar una vertiginosa bajada que le llevara a la pista
que él ya conocía; ¡para este viaje no se necesitan tantas alforjas! Recomienda el
viajero tomar la vieja pista que un centenar de metros antes de la cancela de
entrada al Parque, continua por la izquierda, es más
corta y evita las fuertes rampas de la “nueva”; considera que
para un viaje de este tipo, de varios días y con alforjas, es mejor la otra, pero el viajero no quiere
imponer su voluntad y que cada uno haga lo que le dé la gana.
De nuevo a subir, esta vez con más fundamento, hacía la Fuente de la
Portuguesa, área recreativa a la
que no entra y sigue por el camino de servicio hasta que este desaparece en la
carretera de Pliego a Alhama. Toma hacia esta última,
pues quiere recuperar el canal a la altura de El Berro. Después de entrar en la población,
decide que es buena hora para comer, entre en el bar y pregunta.
-Claro que sí,
potaje y lomo con salsa de pimienta verde.
-Por mi estupendo -contesta el viajero con
entusiasmo ante la perspectiva de un plato caliente.
-Pero mientras póngame
una “cervecica” con olivas.
Come a gusto, y para terminar toma arroz con
leche y café. Mientras tanto entran dos ciclista, a lo mismo que ha hecho el
viajero y como no podía ser de otra manera entabla conversación
con ellos. Se entera así,
que son de Valencia y que han pasado la mañana recorriendo Sierra Espuña, que el mayor es nada menos que Aníbal (Wikiloc), experimentado y docto
cicloturista; hace buenas migas con él y quedan en mandarse unos correos para posteriores aventuras por
la Región. Abandona la población para continuar
con su búsqueda del canal y lo encuentra bajando las Cuestas del Marqués, un cartel indica "Rápidos
de los Molinos-Dispositivo de Cabeza", cree el viajero que lleva a la
salida del túnel de Cueva Luenga que conduce las tuberías de la subestación de Carmona.
Continua por la carretera hasta contactar con otro canal, el del Tajo, que
tanto él como el Taibilla,
seguirán hasta el término municipal de
Totana, disfrutan ambos de una magnifica panorámica
del valle del Guadalentín. En el paraje de Las Lenticosas los canales se separan y el
viajero sigue al Taibilla hasta Totana, entre campos de almendros, olivos,
vides, casas de recreo, otros cultivos y los arrabales del pueblo. Ya en
Totana, el Taibilla circula junto a la línea de ferrocarril, hecho que aprovecha el viajero para tomar un
tren que lo lleva a Murcia, podrá así descansar en su
casa.
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