La ruta de hoy es un itinerario hecho de recuerdos. Como una nebulosa en la que encuentro retazos de imágenes, sensaciones casi olvidadas y todo desatado por una invitación a almorzar frustrada. Mi amigo Paco había sugerido un conejo al ajillo en el Pedrusco, en Cañada Hermosa. La última vez estaba riquísimo, así que porque no. Él esta con la pierna mal y no puede montar en bici, pero nosotros sí. Y aquí es cuando surgen los recuerdos, he pasado por la zona otras veces, pero no tenía claros los caminos, estaban desdibujados en mi cabeza por lo que me puse a revisar mis viejas rutas, pero no encontré casi nada, casi seguro que eran de la época de mapa e intuición. Vistazo al mapa y los recuerdos comenzaron a surgir, poco a poco, pero con una fluidez constante, con ellos preparé un par de rutas, una para ir y otra para volver. Pero el personal tenía otras cosas que hacer por lo que solo quedábamos Paco y yo, demasiada poca gente para una historia de este tipo. Lo dejamos para mejor ocasión.
Pero yo estaba caliente y no podía dejar así las cosas. ¿Por qué no esas rutas para mañana, aunque sin almuerzo? Pero se quedaban cortas. Porque no subir por el Cordel de los Valencianos hacía Rambla Salada y por Cañada Hermosa al Barranco de la Zarza hasta Barqueros. Aquí hacer algo que tenía en mente desde hace tiempo, por la vereda de Belén recorrer la cara norte de la Sierra del Cura hasta desembocar em el Trasvase Tajo Segura. Ya solo quedaría reponer fuerzas en Los Cazadores y para casa.
A las nueve de la mañana Antonio y yo ya andábamos por el carril bici en dirección a Javalí Nuevo donde tomaríamos la Vereda de los Valencianos. Suena el teléfono; es Juan que se une al grupo. Ok, nos vemos en el puente de la fábrica de la Pólvora. Sobre la vieja vía, hoy asfaltada, que la unía con la estación de Santa Barbara, hoy también desaparecida, se nos une Juan. Ya en el Javalí tomamos el camino de la vieja vereda, lo que provoca que se agolpen los recuerdos, los más antiguos de cuando éramos niños y llegábamos hasta el Cerro del Águila para bañarnos a sus pies en las aguas salobres de rambla Salada. Hora las modernas infraestructuras como la A-7, nos complican la cosa, por lo que no nos queda más remedio que buscar el paso bajo ella.
Subimos por la vereda buscando el barranco del Sabinar y un lugar para cruzar la autovía, en este caso la de Caravaca. Y como suponíamos nos encontramos de lleno con los desmontes de la nueva variante norte de la A-7. Otra super infraestructura que “joderá” los caminos y por consiguiente a nosotros los ciclistas. Ya al otro lado, continuamos por el viejo camino de Pliego. Rambla Salada queda al fondo y al otro lado el vertedero de Cañada Hermosa, nosotros circulamos por la margen derecha, aupados a media ladera con buena vista del entorno. El camino asfaltado por el que circulamos nos sorprende con un aviso de “camino cortado por obras”. Un tramo de tierra fina, tanto que parece talco, menos mal que dura poco, unos pocos metros y enseguida tomamos un camino por nuestra izquierda que nos llevará hacia la ermita de Masa. Voy solo, Juan tenía que estar pronto en casa y Antonio quería seguir por carretera. Pues sea, como queráis, pero yo voy a seguir con mi ruta y más ahora que entramos en una de las partes más bonitas.
Hay una primera parte hasta la casa de la Zarza, solitaria y silenciosa, donde lagartos y conejos corren despavoridos a mi paso. Llego a una de las nuevas instalaciones que están proliferando en el secano murciano, placas solares, miles de ellas, aun lado y el otro. No tengo opinión, debería leer y estudiar mucho para llegar a un juicio con el suficiente criterio, demasiado tiempo que no tengo, y todo para seguir consumiendo electricidad sin sensatez ni moderación. No quiero ni pensar lo que se nos viene encima con el tema del coche eléctrico. Otra de las plagas de estos años son las vallas. Debe de estar muy barato el metro porque cada vez proliferan más, he pasado por este camino varias veces sin problema y ahora una valla y un cartel me impiden el paso: “Propiedad privada, prohibido el paso sin autorización”. No la tengo y tampoco me voy a quedar aquí tirado en mitad de la nada. Un trozo sin vallar junto a la central eléctrica me “permite” el paso.
La segunda parte es la subida por el barranco de la Zarza. Un estrecho cauce con una corriente continua de agua que sirve de base a rambla Salada. La pista nace bajo el acueducto del trasvase Tajo-Segura y como no puede ser de otra manera, una cadena corta el paso, lo que no entiendo es porqué y para qué. Discurrimos por su margen izquierda, pedaleamos rodeados de pinar en las laderas y vegetación de ribera junto al cauce. En el paraje de las Herrerías nos encontramos con un pequeño acueducto que sustenta un minúsculo canal, no sé cuál sería su función, supongo que el riego aguas abajo, pues también hay una pequeña presa. Quizá el nombre sugiera una reducida industria de la que no he visto restos. Lo que si he visto es un soberbio eucalipto de gran porte, su tronco necesita varias personas para abarcarlo y su altura es importante. El lugar es una verdadera delicia.
Continuamos ascendiendo en dirección a Barqueros, mi intención tomar la vereda de Belén para llegar al canal del trasvase. En poco más de un kilómetro salimos a la carretera y entramos en el pueblo.
-Con es esa bici no podrá pasar usted por ahí. Me dice un paisano cuando le digo mi intención de seguir por la vereda.
-El camino está cortado y lleno de bolos (piedras), no podrá pasar. Si quiere ir, baje por la carretera y a tres o cuatro kilómetros sale un camino por la derecha que es la vereda.
No hago mucho caso, lo normal es que gente ajena a esto de la bicicleta subestime las capacidades que tiene, he terminado pasando por sitios que ni yo mismo creía que podría hacerlo. Continúo subiendo hacia la cara norte de la sierra del Cura, un dédalo de caminos me lo pone difícil, no sé realmente cual seguir. Continuo más por intuición que por otra cosa, tras un par de errores, consigo dar con el apropiado. El señor tenía algo de razón, el camino desaparece y es sustituido por un pequeño sendero de lo más bonito. Saco la cámara para grabarlo sobreestimando mis habilidades. Lo pedregoso del sendero, mi inestabilidad sujetando el manillar con una sola mano y mi imprudencia, hacen que de con mis huesos en el sendero. Nada que lamentar. Continuo hasta una cadena, tras pasarla un camino se insinúa, cada vez más claro y de mejor firme. Lleva una dirección que parece la apropiada. Comienza una larga bajada, que si no me equivoco me llevará hasta el canal del trasvase Tajo-Segura. Así es, lo curioso que no en el lugar que yo esperaba, si no un kilómetro más al este, pero al canal, al fin y al cabo. Ya solo me queda dirigirme al bar Cazadores donde me espera mi amigo Antonio para recuperar las fuerzas perdidas.
Mariano Vicente, mayo de 2021
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ResponderEliminarEnhorabuena Mariano,
ResponderEliminarsiempre quedarán las huellas de tu bici y los relatos. Y siempre quien pasará por encima sin verlas ni escuchar la canción de tus cubiertas sobre la tierra.
Como si solo hubieran existido los frenos de disco o los nuevos coches asistidos en todo y que apenas te dejan conducir.
Pero también quienes las reconocerán, sabrán disfrutarlas y prolongarlas con reconocimiento, admiración y respeto.
Mis mejores deseos para que sigas disfrutando y tus lectores contigo.
Abrazos.
Paco Marzal
Gracias Paco.
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