lunes, 25 de enero de 2021

Bajo Guadalentín


 

El río más salvaje de Europa

A pesar de la pandemia y el confinamiento, hoy me sentía un poco aventurero. Me había propuesto recorrer el tramo medio del Guadalentín o Sangonera lo más cerca posible del cauce. El Wad-al-littin  como lo llamaron los árabes tiene fama de ser el río más salvaje de Europa por sus catastróficas y torrenciales avenidas propiciadas por la extremada climatología del Sureste español. Y no lo digo yo, que fue el geógrafo francés Maurice Pardé quien lo calificó de esta manera allá por el año 1956. Es un río-rambla que se caracteriza por su gran irregularidad, hoy baja seco, pero se han registrado crecidas de 3.000 metros cúbicos por segundo. Su escasa cobertura vegetal y su naturaleza geológica de terrenos sueltos ha propiciado que a lo largo de la historia las lluvias torrenciales se transformen casi de inmediato en grandes avenidas e inundaciones destruyendo barrios enteros y anegando las vegas de su valle. 

 

El camino es fácil al principio, me introduzco en el cauce en el lugar que el río hace una ligera curva a derechas en el paraje que llaman del Puente Negro. En esta zona apenas hay carrizo, son los tarays lo que más abunda. El camino es bastante limpio y no presenta dificultades, circulamos paralelos a la carretera. Una especie de partidor de hormigón anuncia el vado de los Carros, desde de aquí el camino zigzaguea entre los tarays y se vuelve más húmedo, el cauce hasta el momento totalmente seco, presenta algunas zonas encharcadas.


 

Paso a la margen izquierda buscando un paso más limpio, pero no dura mucho, pronto vuelvo a la orilla derecha. Sigo hasta llegar al paso de las Palomas en que vuelvo a la margen izquierda siguiendo una atractiva hilera de eucaliptos, pero a los pocos cientos de metros el matorral y los tarays nos cierran el paso, vuelta al vado de las Palomas y cambio de margen. Junto a la desembocadura de un pequeño barranco la espesura del matorral impide el paso, al sendero no le queda más remedio que ascender la pared del cauce y salir de él, nos toca sesión de “empuging”. Circulamos ahora por una trocha a varios metros de altura sobre el lecho del río, una arista de paredes yesosas que nos permite contemplar el cauce en todo su esplendor. Ante nuestros ojos una amalgama de colores entre el amarillo y el ocre que se adueña de un paisaje de carrizos, sosas, barrillas y trays. La margen derecha rebosante de cítricos enmarcan una sierra, la de Carrascoy, recortada por el azul mediterráneo de nuestra tierra. La izquierda, es una estepa yesosa de bad-lands (tierras malas) florecidas ahora de hortalizas gracias al “milagro” del trasvase Tajo-Segura.


   

Las lluvias han destrozado el margen del cauce perforando agujeros que lo convierten en peligrosos puentes. Voy solo y es un riesgo pero no me queda más remedio que pasar si quiero continuar, me armo de valor y cruzo. Ahora es la valla de una finca la que me obliga a volver al cauce por una pronunciada pendiente. El sendero se estrecha, caracolea entre tarays y cada vez le cuesta más avanzar, la maleza lo invade todo. La senda, apenas insinuada, huye ladera arriba y yo la sigo como puedo, arriba otra valla esta más pensada para los conejos que para los humanos nos impide el paso, un poco más adelante las escorrentías han derrumbado la ladera y con ella parte de la valla lo que aprovecho para entrar en la finca y continuar por un camino paralelo al cauce.


El camino gira hacía el interior de la finca y un coche viene a mi encuentro, me detengo junto a un viejo pozo.

-¿Que hace por aquí?
-Vera usted, venia por el margen del río hasta llegar a un punto en que se ha derrumbado la ladera y se ha llevado parte de la valla, como no he podido seguir he entrado en la finca.
-No sabía nada, ahora me acerco a verlo.
-¿Por dónde puedo continuar para salir de la finca?
-Siga usted el camino de la izquierda, cuando llegue a la carretera gire usted a la derecha y le saca donde el lavadero.
-Ah! Sí , muchas gracias.
-A usted.

 


Continuo siguiendo las indicaciones y tras pasar unas viviendas salgo a la carretera, por ahora no voy a seguir por la derecha, haré todo lo contrario, giraré a la izquierda en dirección a la presa del Romeral. En 1977, bajo la dirección del ingeniero José Bautista Martín, se redacto el Plan General de Defensa contra las Avenidas de la Cuenca del Segura, una de las actuaciones prioritarias erá la construcción de esta presa cuyo proyecto se redacto en 1985 como presa de gravedad al que se le introdujeron algunos cambios para pasar a presa mixta con vertedero sobre el cauce y dique de cierre de tierras en el estribo izquierdo concluyendo las obras el 30 de diciembre de 1999. Tras su finalización una serie organismos solicitaron que su cambio de nombre pasando a denominarse presa José Bautista Martín. Tras la visita a la presa y las correspondientes fotos es hora de regresar a casa. 


Mariano Vicente, 12 de enero del segundo año de la pandemia.

El track…                             fotos…





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