Bajo del autobús y el viento me recibe a bofetadas. Corre
gélido los campos, nada respeta. Busco refugio tras una tapia, aunque sirve de
poco; gorro y guantes lo primero, luego el gps y el track. Abandono la poca protección
de la tapia y busco el camino entre los campos, encuentro las tablillas de GR-7.1
aun en tierras andaluzas que me sitúan en el camino de Cañada de la Cruz
Ahora el viento ayuda, viene de cola y se mantendrá así toda
la jornada. Al frente; el Cerro de la Molata donde se encontraba el Oppidum
ibérico de Casa Vieja, uno de los más grandes e importantes de la provincia de
Granada, estuvo en activo desde el siglo V a de C. hasta el siglo II a de C., a
nuestra derecha El Almacilón y sus 1410 metros. Desde el Collado ya vemos el
caserío, blanco, rojo, ocre y añil de Cañada de la Cruz. Hay un pequeño
monolito que separa los dos lados del camino, el andaluz y el murciano y en él
una pequeña placa en homenaje al Dr. Enric Aguadé i Sans, pionero del
senderismo y un gran contribuyente a su desarrollo.
Revolcadores, El Obispo y los Odres colapsan el horizonte. Una
carreterilla recorre su solana hacia el Hornico, punto en el que la debemos abandonarla
por el pedregoso camino del Moral a Archivel, siguiendo esta vez la solana de
la Sierra de Gadea hasta Tartamudo. Continuamos por los llanos al norte de la
Sierra de Mojantes, la más alta de Caravaca con 1.615 metros de altura,
protegida como zepa donde enseñorea el buitre.
Pasamos cortijos y corrales, carrascas y pinos. Campos de
hortalizas se extienden hasta el horizonte antes de llegar a los caseríos de
las Casicas y Noguericas pertenecientes
a la pedanía de Archivel. No podemos dejar este pueblo de origen celtíbero sin
hacer parada y fonda en el Chita. No hay tiempo para las migas, ni para el cordero
segureño; nos conformaremos con cerveza bien fría, unas olivas y un bocata de
tocino, las yemas y el alfajor los dejamos para mejor ocasión. A la salida; nos
dirigimos al barranco que genera el río Argos en la solana de la sierra del
Pinar Negro, zona de carrascales, pino carrasco, laricio y algunas manchas de
sabina.
Este tramo es menos uniforme que el anterior, si en el
primero primaba la pendiente negativa y el viento de cola hacia que en muchos
momentos hiciéramos uso del freno para sujetar un poco la bici, en este a pesar
de continuar el viento, el terreno se hace más variable, con pequeñas subidas y
bajadas, aunque prevalecen estas últimas. Tanto en uno como en otro,
encontraremos firmes de todo tipo, predominan los caminos rurales en buen
estado, que se alternaran con tramos pedregosos y algún trozo de asfalto.
Tras cruzar la rambla de Bejar, que drena los campos del
mismo nombre al noroeste de la sierra del Buitre, ya podemos decir que estamos
en Caravaca, pasados los pequeños llanos de Bejar nos dejamos caer hacia el
paraje natural de las Fuentes del Marques, a tan solo dos kilómetros del casco
urbano, cuatro nacimientos de aguas con un caudal medio de 320 litros por
segundo. Ya solo nos queda entrar en Caravaca; en nuestro caso nos dirigimos a
la estación de autobuses, pues en apenas unos minutos sale el nuestro.
Mariano Vicente, enero 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por visitar este blog. Si le apetece puede dejarme su comentario.