La Vía Amable de Aljucer nos sirve para acercarnos al Palmar y San José de la Montaña, donde comenzara la dura subida –para mí, pues alguno de los que me adelantaron les sobraban la mitad de los piñones- por el camino de Ono.
Superada la sierra del Puerto, descendemos hacia el Puerto de la Cadena para continuar hasta los Brianes. Conjunto de casas de labranza diseminadas alrededor de una pequeña planicie, hoy en estado de abandono. Viejos olivos olvidados, almendros, aljibes y paleras. Palmeras solitarias.
Casa de la Fuente, del Miravete, del Rincón, de la Rivera, de los Arejos, de los Leones, de la Loma, de la Escalonada, de Ballesteros, del Morcillo, del Soto…la mayoría en estado de abandono, testigos mudos de otros tiempos que fueron y ya no son.
Cruzamos la fuente del Alacran y nos dirigimos por carretera hacia los Ballesteros, lugar. Subimos entre jaras y tomillos por el ramal oeste de la rambla de Corvera hasta las casas de los Cañares y los Gatos para tomar la pista que sube a la Naveta del Salar.
Ignoramos algunos letreros de prohibido el paso, para dirigirnos entre un mar de margaritas hacia el Peñon Negro y el Cabezo de los Cerrillos que rodeamos por el sureste hasta los Arejos, el Pico del Águila nos contempla a nuestra derecha.
Descendemos hasta Torre Guil, que rodeamos por el este, para continuar a Sangonera, El Palmar y Barrio del Carmen, fin de nuestro recorrido. Poco más de cincuenta kilómetros y un acumulado de casi mil metros. Desde una altura de 45 metros en Murcia hasta los 617 en la umbría del Pico del Águila. Toda ello por caninos, la mayoría en buen estado.
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