Quinto día, viernes 1 de junio de 2012
Amanece, el sol dibuja las montañas de un gris brumoso y la
luz forma extraños cuadrados luminosos en el suelo de la habitación. Excelente
el desayuno, chorizo, jamón, queso, zumo de naranjas recién exprimidas, café,
supertostadas, abusamos, la carne es débil.
Desde la Matea y tras atravesar Las Nogueras y el Zumeta nos
dirigiremos hacia la Puebla de Don Fadrique, a la que no llegaremos, para
desviarnos apenas un kilómetro pasada la pista asfaltada que conduce a Pedro
Andrés y el Nerpio y faltando otros dos para el puerto del Pinar, por una pista
que sigue la umbría del Majal en el Calar Blanco y nos conduce a través de un coqueto valle hacia la Hoya del
Espino de Arriba. Pedaleamos por solitarios parajes encajonados por sierras que
rondan y hasta superan los mil ochocientos metros; Cerro del Oro, El Calar, La
Yegua, Majar…
El cortijo de la Hoya del Espino de Arriba, aun en uso,
emana soledad y abandono, está situado en la confluencia de tres barrancos, el
de los Melgares por el norte, el de la Cañada Real por el sur y el de los
Canalizos por el sureste. Por la unión de los tres pasa el antiguo camino de
Fuente Carrasca que tomamos hacia el este, vamos dejando atrás antiguas tinadas
y viejos cortijos abandonados bajo una enorme sensación de soledad, la sierra
de las Cabras se dibuja contra un cielo limpio y luminoso, los picos de Las
Atalayas, Las Cabras o el Cagasero se alzan frente a nosotros orgullosos de sus
más de dos mil metros.
Desde el collado de los Losares y según descendemos
hacia el poblado de la Fuente de la Carrasca, el paisaje se abre. Hacia el este
se extiende la dilatada llanura en la que nace el Quipar, lejos esfumadas en el
llano que se pierde en lontananza se confunden, brumosas con el horizonte,
poblaciones como Cañada de la Cruz o el Hornico. La Sagra y su blanco penacho
va quedando a nuestra espalda. Atrás dejamos también la áspera y bravía sierra
de las Cabras, que cicatera nos ha ocultado las cumbres señeras de los Obispos
y Revolcadores, al otro lado del llano, solemnes, enmarcadas por la luz
tamizada de la mañana, desdibujadas por la bruma, Lavia, Burete y Cambrón, más
allá las sierras de Lorca.
Poco a poco nos vamos sumergiendo en el llano de la cuenca
fluvial que forman los ríos Argos y Quipar, paso natural entre el Levante
español y la Alta Andalucía. Con un pedaleo fácil, van pasando sin hacer ruido,
Cañada de la Cruz, el Hornico, Tartamudo, Las Noguericas, Archivel. Comemos en
este último por recomendación de Antonio y no nos equivocamos, bueno y barato
que de pocos sitios se pueden decir ya estas cosas. Pedalear después de la
comida cuesta algo más pero la cercanía del destino nos anima y antes de lo
previsto cruzamos el Argos para entrar en Caravaca. Tomando un café en la plaza
del Arco finalizamos nuestro recorrido.
Murcia, mediados de junio de 2012.
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