Tercer día, miércoles 30 de mayo de 2012
Un importante cinturón montañoso con sierras que superan los
2000 metros: Sierras de Baza, La Sagra, Cazorla, Orce, María o Las Estancias,
rodean una altiplanicie situada a unos 1000 metros de altura con Baza y Guadix
como centro, nosotros atravesaremos este páramo de sur a norte en dirección a
Pozo Halcón.
Abandonamos Baza siguiendo la vía pecuaria que se dirige a
las sierras de Cazorla y Castril entre campos de cereal coloreados por las
amapolas. A nuestra izquierda la pelada mole de la sierra de Jabalcón nos
vigila mientras descendemos al valle del Guadiana, en este caso el menor.
Cruzamos el Guardal y las Cuevas del Negro, “…en ellas viven divinamente sin
pagar al casero, como conejos en madriguera…” escribe Ciro Bayo refiriéndose a
Purchena cuando visito estas tierras a principios del siglo XIX, frase que
podemos hacer nuestra cuando contemplamos estas singulares viviendas.
Salvamos
pelados campos, monótonos, secos, hendidos por la cicatriz verde que el río Castril
crea a su paso. Estos campos sedientos a nosotros nos ha dejado “secos” y que
mejor forma de remediarlo que en una ruidosa terraza de Cortes de Baza.
Surgen los pueblos en las laderas –a veces solo son grandes
cortijadas- como eflorescencias de la propia tierra en profunda simbiosis con
ella, estamos aun en la provincia de Granada, en altiplano de Baza, en los
llamados Llanos de Cortés. Campocámara nos recibe con unos untuosos huevos
fritos con patatas y chuletas de segureño, tinto con gaseosa y sandia.
Olivos en perfecta formación, de rectas y marciales filas
como pertenecientes a un disciplinado ejército, cubren parte del horizonte,
jalonados de desoladas barrancas en que penan los hombres.
Anduvo por estas
tierras, a principios del XIX, un hijo de la Gran Bretaña; Richard Ford
(Londres, 1796 – 1858) (En
1844 vio la luz el voluminoso A Handbook for travellers in Spain and readers
at home (Manual para viajeros por España y lectores en casa), una
confrontación crítica de los tópicos que sobre España había puesto en
circulación el Romanticismo con la realidad del país. – Wikipedia) que se
permitía enjuiciar nuestra cocina “…ruda cocina de los íberos, que eran tristes
comedores de cabras, como dice Estrabón…” y da alguna referencia para viajeros
intrépidos que recorran estas tierras “…De aquí, (Purchena) el amante de la
historia natural que no tenga miedo a lanzarse por terreno difícil puede ir
hasta Pozo del Alcón, donde comienzan los bosques de pinos, y seguir hasta
Cazorla, que forma un punto de un triangulo con Puebla de Don Fadrique, que
dista quince leguas. Los caminos no pueden ser peores en estos espesos bosques.
Los robles y los pinos son muy buenos…”.
Hay quien piensa que los andaluces son unos holgazanes, pero
basta contemplar estos campos para percatarse de que trabajan y bien. Quizás su
ancestral forma de ver la vida, unido a algunos tópicos interesados, ha creado
de ellos en otras partes de España esa imagen de pandereta, de paisano acodado
en el mostrador sosteniendo un vaso de manzanilla mientras las aceitunas se
momifican en el plato.
Encontraremos un trozo no muy bueno que nos obligara a echar
pie a tierra pasado el cortijo del Entredicho y el depósito de aguas, abajo
unas cabricas (recuerdos para mis amigos de rutasMTBmurcia) sestean entre los
pinos.
El embalse de la Bolera nos detiene de momento, el hotel en
el que pensábamos pernoctar está cerrado (Hotel rural Dehesa del Rincón). Una
llamada lo abrirá para nosotros; María, la dueña se ofrece a ello y nosotros
encantados. Tras una breve espera, mientras el generador enfriaba nuestras
cervezas, nos aposentamos en este bonito hotel, al que solo achacamos la falta
de altura en el baño de las habitaciones superiores (son las que constan de dos
camas), lo que obliga a ducharse algo encogido. María nos preparo en
exclusividad una magnifica cena de la que dimos buena cuenta bajo un limpio
cielo estrellado.
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