viernes, 3 de octubre de 2014

Vía Verde de Ojos Negros: (3) Segundo día de viaje




Desayunar va ha ser misión imposible, madrugan poco los responsables de los bares en este pueblo. Por fin a la salida, en una pequeña urbanización, encuentran un local que les había sugerido la Guardia Civil. No tienen pan, tampoco bollería, ni ninguna otra cosa. Esperan. Llega el pan y se piden unas tostadas, que sean de mantequilla y mermelada. Tras un buen rato de espera sale el pan tostado, abren las mantequillas y desprenden un sospechoso olor a queso. Piden otras y estas a parte del olor tienen un color entre gris y negro. Desisten y se pasan al aceite de oliva.
Pedalean ahora por el páramo, pero hoy no les castiga el viento y el sol calienta lo justo, la plataforma ferroviaria se dirige, casi en línea recta, hacia la estación de Teruel, importante base y deposito de tracción del ferrocarril minero, pero antes pasarán junto a Caudé y su aeródromo. Desde Teruel la plataforma tenía un ancho de 6,40 metros para permitir la instalación de doble vía entre esta y la del Puerto del Escandón dando así mayor fluidez al tráfico ferroviario.



Comprueban los viajeros lo cerca que pasaron de este lugar en el año 2013 cuando Juan Bautista y Mariano realizaron el Camino de la Vera Cruz, itinerario que une Puente la Reina en Navarra con Caravaca de la Cruz en la Región de Murcia. Teruel se intuye a la derecha, en la hondonada, entre la fronda del Alfambra. El otrora airoso puente que lo cruzaba, ha sido inmolado en aras del progreso, lo que les obliga a bajar hasta lecho del río y subir de nuevo a la vía verde. El Escandón se recorta sobre el horizonte. Tanto la plataforma minera, como la autovía Mudéjar, el actual ferrocarril y la antigua nacional, se dirigen hermanadas hacia él. Recuerda Mariano cuando paso por aquí por primera vez, no sabe a ciencia cierta cuanto tiempo hace, pero la autovía no existía y la plataforma conservaba todo el balasto, solo habían retirado traviesas y raíles y aun no se sabía bien lo que eran las vías verdes. También recuerda con nitidez los camiones sobre la nacional, renqueantes, en hilera; propiciando la lejanía la apariencia de vagones de un ferrocarril de juguete. 


  
Se encamina la vía hacia Valdecebro ya en franca bajada. Bordea los cerros al acercarse a la Puebla de Valverde a la que no entra, por la que sí pasa es por Sarrión, donde los viajeros hacen un alto para comer. Buscan un lugar adecuado y lo encuentran en el polígono industrial, en el bar la Fragua. Comen bien, en especial conejo, unos a la brasa, otros escabechado acompañandolo en consecuencia.



Reanudan su pedalear hacia Albentosa y su esbelto viaducto, desde él se contemplan; él del ferrocarril hermano, la autovía y la carretera. Sin pena ni gloria pasan Rubielos de Mora y se encaminan hacia Barracas, donde momentáneamente tienen que dejar la vía y pasar bajo enormes y amenazantes molinos de viento. Vertiginoso descenso dónde la eléctrica pierde terreno. Trincheras, puentes y desmontes se suceden, compiten la vía verde y el actual ferrocarril por el espacio disponible, encuentran viejas y derruidas estaciones cubiertas por el polvo del olvido, Caudiel a un lado, Benafer al otro, más lejos Viver. A la derecha se recortan Jerica y su Torre de las Campanas, son las últimas horas de la tarde, buscan alojamiento y dónde cenar; lo encuentran, les atiende una camarera; que, casualidad, es de Ojos Negros. El pueblo en fiestas y ellos cansados; se van a dormir. La eléctrica se ha portado, ha aguantado los 120 kilómetros -claro que muchos eran cuesta abajo-.   


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