El pasado día 29 de febrero y 1 de marzo se celebró lo que hemos dado en denominar: I Quedada Retrolevantina para bicicletas clásicas. No quiero pecar de presuntuoso pero si la memoria no me falla es la primera vez que por estas tierras levantinas celebramos un evento de estas características. Casi todo lo que se programa en este país con bicicletas clásicas se hace desde el norte hasta la mitad de la Península. De Madrid para abajo, nada. Quizá haga falta ahora hacer un inciso y tratar de explicar lo que se ha dado en llamar bicicletas clásicas. En principio cualquier bicicleta más o menos antigua se podría considerar clásica pero se ha llegado a un especie de acuerdo no consensuado, pero generalmente aceptado de considerar clásicas a las bicicletas de carretera anteriores a la implantación de los pedales automáticos, la instalación de los cables de freno por el manillar y el cambio en las manetas de freno. Esto significa que serán consideradas clásicas las bicicletas anteriores a 1987 y las posteriores que imiten a estas últimas. Por supuesto que el acero es el rey pero el aluminio también tiene sus representantes, incluso excepcionalmente el carbono, siempre con racores.
La idea de hacer “algo” en Murcia ya me rondaba la cabeza desde hacía algún tiempo, quizá incluso desde mi primera “clásica”: la Pedals de Clip en el 2015 (https://achobike.blogspot.com/2015/04/la-pedals-de-clip-2015.html). Me gusto el ambiente, la gente y las bicicletas, siendo yo un verdadero bisoño en este tipo de eventos, y he de confesar que lo sigo siendo. Hice amigos como Tomás, aguerrido ciclista de las Encartaciones que me acogió como a un hijo y me hizo prometerle que acudiría a su marcha, porque “para marcha clásica, ninguna como la Retrobike Enkarterri: te lo digo yo que las he hecho todas”. Seguí conociendo buenos amigos de este mundillo en Santander, en la Retrovisor (https://achobike.blogspot.com/2015/10/la-retrovisor-2015.html), en especial hicimos muy buenas migas mi mujer y yo con Carlos y Luisa y dese entonces he ido a las que mi trabajo y la familia me han permitido, la última, la Boletus en San Leonardo de Yague, donde coincidimos con Javi y Fany de Elche. Y casi sin querer, animado por el gran amigo Arturo, presidente del club Zeus, y junto a los nuevos amigos ilicitanos, surgió lo que luego cuajo como la I Quedada Retrolevantina. Cuando nos pusimos a trabajar, Enrique de Cartagena se unió a la fiesta, esto nos complico la organización, pues solo teníamos un fin de semana y eramos tres ciudades a organizar un evento. Se consensuó preparar tres rutas y elegir las que más nos gustaran. Difícil elección. Finalmente Enrique, en un acto de coraje muy doloroso para él, nos dio vía libre a Javi y a mí para organizar la Retrolevantina, el sábado 29 en Elche y el domingo 1 de marzo en Murcia.
Fue así como el 29 de febrero nos reunimos un buen numero de amigos bajo la fachada de Santa María en la ciudad ilicitana. Javi y Fany se esforzaron para que todo saliera a la perfección y lo consiguieron. Desde el punto de salida -duchas incluidas-, el estupendo recorrido o la asistencia técnica, todo ha sido de diez. El recorrido, muy bien pensado, ha aunado el secano de las tierras del interior donde hemos alcanzado las cotas más elevadas del recorrido, con los tramos de costa bordeando el mar que nos llevan a Santa Pola. Pero lo mejor ha sido la camaradería, los nuevos amigos que hemos hecho y el reencuentro con algunos largo tiempo ausentes. De Murcia no éramos muchos, pero intentamos quedar lo mejor posible. Han venido amigos de Soria, Madrid o Santander y por supuesto numerosos ilicitanos y lo pasamos estupendamente, porque no solo se trata de bicis antiguas, equipaciones de época, deporte o simple amistad, no, las concentraciones o marchas de ciclismo retro son algo más, son un estilo de vida.
El día 1 fue la oportunidad para Murcia. Día para tomárselo sin prisa, olvidarse de gps y tiempos, no preocuparse por la posición, da igual ser el primero que el último. Si un compañero pincha nos paramos todos, si surge un problema mecánico, todos a ayudar y a aprender porque muchas de estas bicicletas tienen más de 40 años y necesitan mimos y cuidados. Son salidas para recuperar algo que en los últimos tiempos hemos olvidado: la camaradería. Se trata de disfrutar del recorrido, del paisaje, admirar con cierta envidia esas bellezas que circulan a tu lado, aún sin entender de marcas o componentes no puedes dejar de admirar esos elegantes cuadros de acero, sus pulidos cromados o el cuero curtido de sus sillines, esos brillantes pedales con rastrales de cuero que te retraen a un ciclismo de otra época, un ciclismo de héroes y leyendas. Pero no son solo las bicicletas, también sus dueños se sienten imbuidos del espíritu del ciclismo clásico y rescatan mallot de equipos legendarios como el Reynols, Kas, Teka, Kelme, Zahor, BH, Clas, Caja Rural, y un largo etcétera que nos recuerdan a ese ciclismo en blanco y negro, menospreciado por ese otro ciclismo de nuevo cuño que corre según los vatios olvidando las sensaciones, siempre pendiente del pinganillo.
El recorrido ha discurrido por algunos de los lugares más emblemáticos de nuestra geografía regional. Hemos recorrido la Vega Media del río Segura; fértiles tierras de huerta sembradas de norias, hasta acceder al morisco valle de Ricote donde pudimos sentir con fuerza su herencia árabe. Abandonamos las fértiles vegas del Segura para dirigirnos hacia un terreno mucho más árido introduciéndonos de lleno en los Badlans o tierras malas del río Mula. Pero no olvidemos que en ese ciclismo de color sepia se le presta el debido respeto al avituallamiento; ricos pasteles de carne, pipirrana y cerveza de la tierra, nada de barritas y geles. Y la comida en la misma línea, no podía ser de otra manera. Hueva, mojama, bonito, tomates arrugaos, almendras, perdices, zarangollo, patatas con ajo, cordero segureño a la brasa, paparajotes y tarta conmemorativa, como decía autentico ciclismo de antaño. No quiero despedir este escrito sin dar las gracias a todos los amigos que con su participación hicieron posible este evento. Muchas gracias a todos.
Mariano Vicente, marzo de 2020
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