domingo, 20 de marzo de 2016

Mi vieja Conor


¡Qué lio! Quien me mandaría a mi meterme en estos berenjenales.
Tengo una vieja Conor City 1000 de color azul, bicicleta de acero y del tipo “hibrida”, ruedas de 700, manillar de montaña, guardabarros y trasportín, 18 velocidades y componentes antiguos de gama baja. Con ella hice largos recorridos con alforjas como el Camino de Santiago o la Ruta de la Plata; después, fue sustituida en estos menesteres por una Merida de color dorado y azul. Durante unos años la utilice como bici de ciudad, pero con el tiempo también fue sustituida, esta vez por una Mongose tipo fixie y paso a dormir el sueño de los justos en un rincón del garaje.

 
Desde que comencé a montar en bici de carretera, hace ya unos años, siempre he mantenido que su manillar me parece más "cómodo" que el de montaña, incluso la postura que se adopta la encuentro más ergonómica y satisfactoria para hacer muchos kilómetros a pesar de lo que pudiera parecer por ir menos erguido .
Sin embargo el destino se ha confabulado para que la mayoría de mis viajes fuera el manillar de montaña el que prevaleciera. Pero desde hace algún tiempo estoy dándole vueltas a la cabeza para sustituir el de doble altura que llevó ahora por uno de carretera; pero el problema es económico y de oportunidad. Me explico; la bicicleta que utilizo en estos momentos, una Cannondale F500 con más de 15 años y frenos de disco -aunque de origen llevaba instalados cantiléver- que me ha dado muchas alegrías. Y ahí radica el problema, las nuevas manetas hidráulicas de carretera, son excesivamente caras y no estoy dispuesto a realizar tal dispendio. 


Por otro lado está mi vieja Conor, cubierta de polvo en el garaje y una idea se va implantando lentamente en mi celebro ¿Porqué no recuperarla?
Mi querido amigo Antonio Máximo hace tiempo que me ofreció un juego de manetas de carretera para tres platos, unas viejas Shimano Ultegra aún en buen uso. Paco Martinez, Paco Bombas para los amigos me ha "pasado"; en realidad ha sido una herencia en vida, unas bielas de las que llevaba muchos años enamorado, unas Shimano RX100 de tres platos, con desarrollo de 28, 43, 42, 50 con las que me imagino subiendo por casi cualquier sitio. El central el chico para todo y el pequeño para los sitios difíciles, en especial si lo combinamos atrás con 30 o 32 dientes. Un cambio trasero Acera casi nuevo, un desviador Durace totalmente nuevo que tenía guardado en un cajón, la cadena y unas antiguas Mavic, han hecho el resto, he convertido mi vieja Conor en una bici “casi” nueva, mañana salgo a probarla. 


Mariano Vicente, 20 de marzo 2016

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