

Nos hemos gastado varios cientos de miles de euros en la
construcción de esta infraestructura y ahora no nos gastamos unos pocos miles
en su mantenimiento. Ya nació condenado, con rampas imposibles y sin una sombra
bajo la que refugiarse en una región en la que el sol cae como plomo fundido en
verano. Dónde los arrastres de las escorrentías depositas su carga sobre este
carril bici que casi nadie usa. Mal diseñado y construido solo para cubrir el
expediente, para que el resto del mundo viera lo modernos que somos, que estamos
por la bicicleta y la movilidad sostenible y así nos va.
Pero no hay mal que por bien no venga, seamos positivos y
aprovechemos esta infraestructura para algo más acorde a su condición; el
turismo de aventura y los deportes de riesgo, ahí queda nuestra sugerencia para
los responsables del turismo regional.
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