Jueves de mediados mayo, calor, ganas de salir en bicicleta;
José Luis, Ángel y un servidor quedan a
la nueve para hacer una salida por el Valle. Poco después de esa hora ya estábamos
dando pedales; el sol, aun bajo, ya anunciaba un día de canícula donde las
temperaturas se alzarían por encima de los treintaicuatro grados.
Tomamos dirección al desfiladero del Garruchal para ascender
por el camino de los puros hasta el collado del Cerillar; una vez allí por la
senda “Colora” hacia el cerro de las Columnas. En este punto nos propusimos
recorrer un sendero del que habíamos oído hablar pero que no conocíamos. Nos
pusimos manos a la obra y comenzamos a descender entre Los Cerillares y Peñas
Negras; el sendero comienza complicado y pedregoso, no apto para todo el mundo;
se compone un poco para volver a estropearse en seguida. Un pequeño regato a
nuestra izquierda, la rambla de las Cabezas, lo complica todo un poco más aportando
el riesgo de caída al pequeño barranco, afortunadamente el sendero discurre
entre pinos lo que suaviza un poco el calor del día.
Ya cerca de la Venta del Civil salimos al camino principal
por el que regresamos de nuevo hasta el cerro de las Columnas, aquí si notamos
el calor, el sol pega de lleno en este tramo, la pendiente y la falta de brisa,
nos hacen sudar lo suyo.
Bajamos el arreglado recientemente sendero de las Columnas,
con sus emocionantes revueltas, ahora protegidas por una barandilla de pequeños
troncos lo que le agrega seguridad, pero le resta emoción. Llegados al
albergue, decidimos bajar por el sendero de San Antonio el Pobre, con un
trocito del encauzado Sangonera, hasta Murcia dónde nos esperaba nuestro
habitual avituallamiento, compuesto de zumo fermentado de cebada y algo para
acompañarla.
Mariano Vicente, diez de mayo de 2012.
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