martes, 14 de febrero de 2012

Las prisas


Leyendo el blog de Juan Merallo (el de la bici) recordé una situación similar que me sucedió hace algún tiempo.

El lugar; la calle Cartagena en Murcia, primeras horas de la tarde. Circulaba en dirección al río, a la altura de la ferretería Parra por el centro de la calle, en ese momento un vehículo que viene detrás toca el claxon. Lo ignoro y continuo circulado. Insiste.

Un poco más adelante a parte del claxon, su conductor comienza a dar berridos. Sigo ignorándolo. Algo más adelante la calle ensancha un poco, lo que aprovecha para adelantarme por la derecha, a penas sin espacio, obligándome a pegarme a los coches aparcados a mi izquierda. ¡Gilipollas! le grito. Frena violentamente, se baja y viene hacia mí.

Era un hombre de mi edad, y eso supone más de cincuenta años, cara de pocos amigos y ganas de follón. Empieza a gritarme que si la calle es mía, que coño me he creído, y el resto de “argumentos” que todos conocemos. 

Aguanto el tipo y sigo imperturbable, al llegar a mi altura le digo “de verdad crees que merece la pena, que dos “señores” como nosotros, nos peguemos, por una cosa tan tonta como esta”.
Se quedo mirándome sorprendido, confuso. Ya no gritaba, ni articulaba palabra. Termine explicándole mis motivos para circular por el centro de la calle; que si los coches aparcados en batería, que si las puertas, etc. Al final me confesó que nunca lo había visto de esa manera, que en adelante, contemplaría a los ciclistas de otra forma. 

Por supuesto le invite a dejar el coche en casa, a subirse a una bici. Él declino; su argumento: aun no estaba tan loco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por visitar este blog. Si le apetece puede dejarme su comentario.