jueves, 23 de febrero de 2012

Pedaleando por los Llanos del Cagitán y el Almorchón



Como en otras ocasiones nos encontramos en el caserío de las Ventanas, en la parte de los llanos del Cagitán que conforman parte del campo de Ricote. El día es soleado, lo que ayuda en esta fría mañana de invierno. Agradecido clima que disfrutamos los murcianos y que no valoramos suficientemente.


Comenzamos a pedalear al límite Este de los Llanos del Cagítan, al Sur de la Sierra del Oro; nos dirigimos hacia el Almorchón, que se recorta altivo, hacia el Norte, contra el azul del cielo. Pistas asfaltadas sin desniveles notables al principio y de tierra después, pero siempre en buen estado. Los embalses del Cárcabo y Alfonso XIII, junto a los mencionados Llanos del Cagitán y la sierra del Molino, forman una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Al Sur la sierra de Ricote.



Cruzamos la carretera de Cieza a Mula y la Vereda de los Charcos, para pedalear entre campos de almendros ya en flor, bajo el zumbido de las abejas. Los pinos salpican el paisage, en especial por nuestro flanco derecho, que marca el borde mismo de los Llanos del Cagitán.


Poco a poco espesa el pinar y el Almorchón aumenta de tamaño. Hoy hemos decidido no pasar por la fuente del Obispo y nos dejamos caer un poco más abajo, por la pista que recorre una vereda de extraño nombre; de la Manga del Freile. Continuamos hasta la carretera, que podemos seguir hasta cerca de la presa del Cárcabo.



Seguimos la carretera poco menos de un kilómetro para tomar una pista a la derecha que se dirige a la fuente del Obispo, pero que pronto abandonamos para dirigirnos hacia el paso entre el fotogénico Peñón de Antonio y la mole del Almorchón, que rodearemos por el Sur, por el camino de la Fuente de la Murta.


Junto a un pozo recuperamos nuestros pasos y comenzamos el regreso, ha sido una bonita y soleada mañana que nos ha permitido recorrer parte del Campo del Cagitán, hemos disfrutado de unas magnificas vistas de la vega del Segura entre Calasparra y Cieza, del embalse del Cárcabo y de los almendros en flor. Eso sí, apenas no hemos cansado, ha sido un pedalear tranquilo, casi turístico que nos va a servir de pretexto para tomarnos unas cuantas cervezas en el bar de Pio.




Como coartada para la próxima salida por estos lugares, propongo continuar el recorrido por las colas del Cárcabo y el camino del Madroñal, para recorrer parte de la cara norte de la Sierra del Oro y regresar a las Ventanas, pero eso ya será otro día y otra historia.

Fotos
track

Mariano Vicente, febrero de 2012.

martes, 21 de febrero de 2012

Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar




Las Salinas de San Pedro, situadas en el lado Norte del Mar Menor, son el resultado de la transformación de una antigua zona lacustre generada por los aportes de la Rambla de las Siete Higueras, en explotaciones salineras.
Estas salinas fueron aprovechadas desde muy antiguo, se usaban ya en época romana y continuaron con los árabes. Conocidas como las salinas de Patnía, Alfonso X las incorpora a la corona castellana en 1266, el concejo murciano las compra en 1266 y tras diversas vicisitudes en 1905 se crea la "Mancomunidad de las Salinas Marítimas de San Pedro del Pinatar". En 1920 pasan a manos de la compañía mallorquina Salinera Española S.A y en 1985 se crea la Reserva Natural, pasando a Parque Regional en 1992.
Tiene una extensión de 856 has., localizadas en los municipios de San Pedro del Pinatar (salinas y arenales) y San Javier (encañizadas). Su producción, podría situarse en torno a las 75.000 toneladas anuales. 



Decidimos comenzar nuestro recorrido en una de las poblaciones más características del Mar Menor; Santiago de La Ribera. Esto nos permite pedalear por el paseo marítimo hasta la Puntica en Lo Pagan, contemplando como el Sol toma altura sobre la laguna.
Nuestro contacto con el Parque Regional se produce junto al molino de Quimtín, primero de los dos molinos construidos en la ampliación de las salinas en 1905 y del camino que los une. Este camino separa las salinas de la laguna del Mar menor.

Pedaleamos en esta agradable mañana de invierno entre las salinas y la laguna hacia el siguiente molino, el de la Calcetera (o Ezequiela); por desgracia, ninguno de los dos está en el grado de conservación que nos gustaría.
Nuestro pedaleo se refleja en las tranquilas aguas de la playa de la Rota. Poco a poco nos acercamos a las golas del Ventorrillo y el Charco, únicas de carácter natural que quedan en Manga. Estas “golas” son canales por medio de los cuales el Mediterráneo y el Mar Menor intercambias sus aguas. La central del Estacio es una ampliación artificial y proporciona acceso al puerto deportivo, y más al Sur la de Marchamalo, completamente artificial, se construyo para la explotación pesquera.



En estas golas se ha sitiado un sistema de pesca artesanal; las encañizadas. Sistema selectivo y muy eficaz basado en las costumbres migratorias de algunos peces como la dorada, el mújol y en menor cantidad, el magre y el lenguado. Consiste en la formación de laberintos circulares de cañas (de ahí su nombre), en que los peces entran, pero no pueden salir. Esta de la Torre, es la única que queda en uso de todo el Mediterráneo.
En Punta Algas entramos en contacto con el Mediterráneo.
Pedaleamos por la playa de Laña acompañados por el amortiguado rugir de las olas contra los liliputienses acantilados de algas. Que placer poder deslizarse por la arena bajo el tibio sol del invierno con una temperatura que se aproxima a los veinte grados. ¿Qué otro lugar de España reúne unas características como estas?


Nuestras bicis, abren huella en la arena virgen que las olas han dejado para nosotros en la playa de Barranca Quemada. Tras pasar la playa de las Salinas entramos en el Puerto de San Pedro, no nos entretenemos mucho, salvo para contemplar las montañas de sal que se acumulan en el muelle.
Nos dirigimos hacia el otro lado del puerto donde se encuentra el sistema dunar.
Entramos aquí en un sistema de dunas, fijados de forma artificial por encañizadas, para evitar la colmatación de las salinas.

Situadas frente a la playa de Torre Derribada forman un ecosistema propio; las dunas más próximas a las playas y menos estables están fijadas por vegetación autóctona adaptadas a la movilidad y la falta de nutrientes como la oruga de mar o el cardo marítimo.
En las dunas más estables aparece el matorral mediterráneo con especies como el espino negro o el lentisco. Con ellos, encontramos el pino carrasco en el Pimar del Coterillo, junto a algunos pies de sabina costera.


Llegados al Mojón, continuamos girando hacia el Oeste para regresar hacia el origen de nuestra ruta, dejando a nuestra izquierda los saldares, formados en las zonas más bajas y encharcadas con la vegetación típica que se adapta a la alta concentración de sales. Junto a las charcas podemos encontrar algunas concentraciones de juncos y carrizos, lo que da una idea de la gran biodiversidad que enriquece este parque.
Solo nos queda disfrutar del privilegio de vivir en esta región, de la agradable temperatura, de este sol de invierno, de la cerveza que me estoy saboreando en esta terraza junto a la playa, de…

Fotos
Track

Mariano Vicente, febrero 2012

sábado, 18 de febrero de 2012

Vuelta a la Sierra de María




Ruta de aproximación a la Sierra de María. Daremos la vuelta completa a esta impresionante mole caliza en sentido contrario a la agujas del reloj. Nuestro lugar de salida será el histórico pueblo de Vélez Blanco (Veled-Albiad), en el que su bien conservado castillo nos da la bienvenida. 

Salimos de Vélez Blanco por carretera en dirección a María, dejando su renacentista castillo a nuestra derecha, para coger un camino que sale a nuestra izquierda y que seguirá el cordel del Puerto del Peral.
Comenzamos una subida que no abandonamos hasta llegar al cortijo del mismo nombre.

Hay aquí una centenaria fuente que calmará nuestra sed, punto en que seguimos por la derecha, siempre con la Sierra a nuestra izquierda. Superado el collado del Perentín comenzamos una larga bajada que nos lleva a la población de María.


De María se sale por la carretera, que de continuar por ella, nos llevaría a la Puebla de Don Fadrique por Cañada de Cañepla o bien a Orce. Pedaleamos hasta el caserío de Casablanca para introducirnos, a nuestra izquierda, por el denominado Camino de la Cuesta del Bancal, pero antes daremos un paseo por la Dehesa de Levante

Estamos en pleno Parque Natural de la Sierra de María-Los Vélez, imponente mole calcárea que supera los dos mil metros de altitud, frondosos bosques de pino carrasco y encina ocupan las umbrías de la sierra, contrastando con los canchales de las áridas solanas. La diversidad de hábitats presentes en esta Sierra favorece la diversidad y riqueza de la fauna, en la que destacan aves como el azor, el gavilán y el águila calzada en los bosques de pinos. En los cortados nidifican el águila real, el halcón peregrino y el búho real.


Pasado el cortijo de la Cuesta, que dejamos a la derecha, comenzamos una subida que nos llevara entre campos de labor, carrascas y cortijos abandonados al ramal de la Cañada Real del Puerto de Chirivel.
En este lugar, para los más atrevidos, sale un camino por nuestra izquierda, sube el barranco de Molina, lo que permitirá contemplar diversas especies de sabinas, en especial un ejemplar de sabina albar de más de seiscientos años, situado a mil seiscientos metros de altura. 

Nosotros, más modestos, seguiremos por la derecha, para acompañar en su descenso del barranco a la Cañada, para abandonarla por la vereda de la Merced y el cordel del Mojonar

A nuestra izquierda, nos vigilan bajo el tibio sol del invierno, los macizos de los Cuernos y el Cabezo.
Pedalearemos bajo la Piedra del Agujero, el Morrón de los Pavos, el Peñón del Medio Día o el Peñón Colorao y pasaremos, uno tras otro, los cortijos de los Chaveses, Pinar de Arriba, del Ciruelo, de los Ciruelos Altos, de los Paraísos y los Guiraos, antes de llagar a la ermita de Fuente Grande. Aquí, giramos a la izquierda, hacia los cortijos de la Canaleja y por la solana de Fuente Grande hacia los cortijos del Parador y del Puerto.


Ascenderemos por el barranco del Miravete hasta el Mirador del Puerto del Peral, lo que nos permite contemplar unas magnificas vistas de los llanos de Chirivel y de la Sierra de María con el Peñón de las Cucalas en primer término. 

Solo nos resta descender de nuevo al cortijo del Peral y de aquí a Vélez Blanco donde nos espera u buen guiso de gurullos con conejo, pero esa es otra historia que dejo para otra ocasión.
Habrán sido 60 kilómetros de pedaleo por pistas y caminos, por lo general en buenas condiciones, tres puertos y mil cuatrocientos metros de desnivel acumulado, pero lo mejor; como siempre, la compañía. Gracias Juan, David, Junior, Antonio y Jesús en esta magnífica mañana de pedaleo por estas tierras andaluzas.

Ver  fotos

Ver track

Mariano Vicente
P. D.: Ruta propuesta y preparada por David Franco

martes, 14 de febrero de 2012

Las prisas


Leyendo el blog de Juan Merallo (el de la bici) recordé una situación similar que me sucedió hace algún tiempo.

El lugar; la calle Cartagena en Murcia, primeras horas de la tarde. Circulaba en dirección al río, a la altura de la ferretería Parra por el centro de la calle, en ese momento un vehículo que viene detrás toca el claxon. Lo ignoro y continuo circulado. Insiste.

Un poco más adelante a parte del claxon, su conductor comienza a dar berridos. Sigo ignorándolo. Algo más adelante la calle ensancha un poco, lo que aprovecha para adelantarme por la derecha, a penas sin espacio, obligándome a pegarme a los coches aparcados a mi izquierda. ¡Gilipollas! le grito. Frena violentamente, se baja y viene hacia mí.

Era un hombre de mi edad, y eso supone más de cincuenta años, cara de pocos amigos y ganas de follón. Empieza a gritarme que si la calle es mía, que coño me he creído, y el resto de “argumentos” que todos conocemos. 

Aguanto el tipo y sigo imperturbable, al llegar a mi altura le digo “de verdad crees que merece la pena, que dos “señores” como nosotros, nos peguemos, por una cosa tan tonta como esta”.
Se quedo mirándome sorprendido, confuso. Ya no gritaba, ni articulaba palabra. Termine explicándole mis motivos para circular por el centro de la calle; que si los coches aparcados en batería, que si las puertas, etc. Al final me confesó que nunca lo había visto de esa manera, que en adelante, contemplaría a los ciclistas de otra forma. 

Por supuesto le invite a dejar el coche en casa, a subirse a una bici. Él declino; su argumento: aun no estaba tan loco.

viernes, 10 de febrero de 2012

Visita al Castillo de Pliego

El legado andalusí de Pliego, siglo XII

Enclave defensivo del siglo XII mantuvo esta función durante 400 años.
Compuesta de dos partes diferenciadas, la alcazaba y la muralla. Siete torres defendían la aljama de Pliego del peligro cristiano que terminaron conquistándola en 1243, así la población andalusí paso a denominarse mudéjar y el peligro ahora venia del sur, del reino granadino.

Castillo de Pliego (video)

viernes, 3 de febrero de 2012

Por el Tajo en bicicleta. De Peralejos de las Truchas a Aranjuez.


El viajero ha buscado información, ojeado algunos mapas, pero sobre todo ha leído a J.L. Sanpedro.

 El río que nos lleva, libro que nos cuenta la historia de los gancheros. Hombres rudos; pastores de troncos, que año tras año trasladaban –hasta que el mundo los dejo- miles de pinos río abajo hasta Aranjuez.

Supervivencia, humanas pasiones, naturaleza. Unasola palabra, vida.

Las constreñidas aguas del Alto Tajo. Angostas gargantas entre imponentes paredes calcáreas que el río ha ido abriendo con fuerza, tesón y rabia hasta horadar la dura roca, las Alcarrias, los meandros del Tajo medio, las apacibles riberas de Aranjuez, serán su paisaje.
( + para el resto de la historia... )