Nace en oscuras profundidades y, cegado por la luz del Calar, se despeña en hermosa cascada. Nació a mil doscientos metros y casi sin darse cuenta ya ha perdido los primeros doscientos. Inconsciente, continua saltarín entre pozas y cascadas.
El Parque Natural Los Calares del Río Mundo y de la Sima es una zona calcárea, que facilita gracias a su porosidad, la disolución de calizas y dolomitas. El agua penetra hasta sus entrañas formando innumerables simas y galerías. Almacenando el agua proveniente de la fundición de la nieve del invierno y las lluvias de primavera y otoño. Al alcanzar un determinado nivel, a través de este laberinto kárstico de gran complejidad, surgen las aguas con extraordinario empuje lo que conforma el denominado “Reventón”. Espectáculo de belleza efímera que apenas dura un día.
Etimológicamente, su nombre proviene del adjetivo "mundo" (lat. mundo), antónimo de "inmundo": "limpio, claro".
Espacio solitario, poblado de bosques de coníferas acompañados de carrascas y robles. Así lo describe Don José María Galiana: “…Aquí florece el cerezo, el tejo, el avellano, la carrasca, el roble, la noguera, el olmo, el guindo, el fresno y los pinos negral, laricio, carrasco y piñonero...Habitado por cabras y gatos monteses, zorros, muflones, ginetas, venados, jabalíes, garzas, nutrias, anátidas invernantes y rapaces como las águilas reales, perdicera y calzada, el alimoche, los búhos chico y real, el buitre leonado y el halcón peregrino…”
Desciende, se apacigua por un lecho de arena y cantos rodados hasta el Charco de las Truchas, después, bajo chopos y pinos se dirige hacia Riopar, sin llegar a entrar en él. Gira al este y se hace acompañar por la Cañada Real de Andalucia, que no abandonara hasta los Arejos. El tramo entre Riópar y Mesones, es conocido por el Valle de las Truchas, y antaño se pescaban a mano, como siempre se hizo en nuestros pueblos. Nos acompañan grandes masas de pinares y manchas de bosque mediterráneo.
Riopar como otros muchos lugares, fue primero romano, visigodo después, para terminar siendo musulmán y cristiano hasta su abandono. Nos referimos al Viejo, hoy habitado de nuevo, con su arruinado castillo, guardián del coqueto cementerio de su interior y junto a él la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, donde se descubrieron importantes frescos tras su altar mayor.
Riopar, el Nuevo, debe su nacimiento a una cédula por la que Carlos III, en febrero de 1773, concedió la construcción de las Reales Fábricas de San Juan de Alcaráz al ingeniero austriaco Juan Jorge Graubner. Esta ferrería fue la primera manufactura española y la segunda europea tras la de Gosslar en Alemania. Pascual Madoz las describe así: "Minas y fábricas de zinc y latón denominadas de San Juan y San Jorge, y conocidas generalmente con el nombre de fábricas de San Juan de Alcaráz, al SE de la villa de Riópar y a la distancia de 1/4 de legua, luego que se baja de la población, se encuentra una ferrería abandonada, que fue del infante D. Sebastián, situada en un punto delicioso entre heredades y árboles frutales: como a un tiro de fusil se halla el primer establecimiento de las fábricas, en el que se elaboran cazos y toda suerte de casquería, como braseros, chocolateras, etc”.
Continúa el Mundo entre roquedos acompañado por chopos, ahora sin hojas. Visita las aldeas del Quejigal, Las Ánimas, La Alfera y Los Alejos, este en su margen derecha. Ciñe el cerro de Cabezallera y recibe por su izquierda los afluentes de Vadillos y Bogarra que antes se ha nutrido de Los Endrinales y Los Vinazos. Grandes paredones cobrizos se miran es sus aguas formando impresionantes desfiladeros. Nosotros no podemos seguirle, le acompañan solitarios crestones, profundos barrancos y retorcidos meandros. Delgados bosques ciñen sus orillas constreñidos por los paredones calizos. La Carretera huye hacia el páramo para rodear Peña Albarda, y nosotros con ella.
Nos reencontramos con nuestro compañero bajo la aldea de Rollo-Odrea, caserío en equilibrio inestable sobre una cortadura que vuela sobre el río. Continua la carretera, ya sobre la margen izquierda, hacia Aýna. Acompaña al Mudo constriñendo huertas y bancales, entre hortalizas y frutales, casi desaparece bajo la espesura, pero reaparece formando un hilo de plata que se enhebra con las primeras casas de la población.
Aýna, la de los “Ojos Bellos” la de “Las fuentes escondidas” que la llamarón los árabes, se encuentra suspendida, a riesgo cierto de despeñarse, sobre las cantarinas aguas del Mundo. Pueblo de bravos encierros, de antiguos asentamientos paleolíticos, de castillos y frontera, de dominio Santiaguista. Felipe II la convirtió en Villa, separándola de la entonces toda poderosas Alcaraz. Calles estrechas de sabor morisco, que serpentean hacia el río, con su plaza mayor y su fuente de dos caños, uno menos que su vecina Lietor, pero no de peor agua o menos fresca.
Encajonado entre ocres farallones continúa el Mundo su recorrido, escoltado por estrechos bosques de ribera; regando las huertas de Alcadima, Hijar y Lietor, frontera permanente entre los reinos de Murcia, Toledo y Granada. Encaramadas a los grises crestones, aún quedan las ruinas de algunas fortalezas, ultimas defensas islámicas del reino de Murcia, que por más de treinta años contuvieron el avance castellano, hasta que tropas santiaguistas las redujeron penetrando desde la meseta hasta corazón el mismo de la sierra de Segura.
Lietor, a la que menciona en 1243 el infante don Alfonso, el futuro rey sabio, cuando concede Segura de la Sierra y toda su heredad a la Orden de Santiago. Tierras de gazpacho y hojuelas, de miel y tortas escaldás, de orujo, de sonoros órganos y ajuares árabes. Hermosa fuente de azulejos que ya se menciona en el s. XIII "... este pueblo es abundoso de agua potable porque tiene muchas fuentes (...) y las que están en el pueblo son: La Rambla y la fuente principal de la Plaza y la Canaleja y los Albercones…". Y dice de ella Pascual Madoz: "...fuente pública que brota en una casa de la plaza y por tres caños que vierten en un pilón, surte al vecindario, el cual también se provee de otras que igualmente manan en varias casas…".
Escoltado por choperas y bancales de verduras, hortalizas y olivos, regados desde los azudes que jalonan su recorrido, continúa raudo a desaguar en el pantano del Talave, donde recibe los aportes del Tajo. Deja a tras las montaraces sierras de Segura para adentrarse en los ondulados campos de Hellín. Se abre el paisaje y comienza el dominio del cereal y el olivo. Los pinares mantienen sus reductos en las sierras adyacentes, mientras estrechas galerías acompañan al mundo hacia su segundo pantano, el Camarillas. Tramo este de la sierra de los Donceles habitado por fantasmas, unos de ladrillo, otros de ennegrecidos troncos que nos hablan a las claras de la estulticia humana.
El pantano de Camarillas tiene forma alargada, esta situado entre las poblaciones de Agramón y Las Minas. Ruge el Mundo al precipitarse entre las verticales paredes del Cañón de los Almadenes, desfiladero de increíble belleza donde el Mundo luchará entre profundas angosturas para abrirse paso hasta su receptor el Segura.
Un paisaje compuesto de pequeñas montañas blancas; de escombros acumulados a lo largo de los siglos, da paso a la población de Las Minas. Piezas de cerámica y distintos utensilios mineros de época romana atestiguan la extracción del metaloide desde muy antiguo. En el s. XVIII el Padre Ortega dice de ellas: “…estas famosas minas de azufre que son únicas en España y de la mejor calidad de cuantas se hallan descubierto son un tesoro inagotable para la Corona…”. Su extracción duro hasta los años sesenta del pasado siglo. Hoy la población basa su economía en la agricultura del arroz.
A 119 kilómetros de su nacimiento; el Mundo, aún joven y fuerte, rinde sus aguas al Segura.
Alguos datos... | |||||
128 km. | Dificultad: media | Guía practica | Fotos I | Fotos II | track |