¡El
campo andaluz, peinado por el sol canicular, de loma en loma rayado de olivar y de olivar! Son las tierras soleadas, anchas lomas, lueñes sierras de olivares recamadas.
Antonio
Machado
La Pandera
Estamos en tierras de la Cordillera
Subbética que comprende tanto la Cordobesa, como el Poniente Granadino o los
Montes de Granada y sobre todo la Sierra Sur de Jaén donde nos encontramos.
Territorio abrupto con moles importantes como la Sierra de la Pandera que se
eleva hasta los 1870 metros sobre el nivel del mar. Santuario del ciclismo en la comarca, esta
espectacular cumbre ha sido en numerosas ocasiones meta de la Vuelta Ciclista a
España, ganando en 2003 nuestro paisano Alejandro Valverde. El corredor del Kelme-Costa Blanca volvió a imponer su punta de
velocidad en un apretado final junto a Roberto Heras (US Postal), y el
colombiano Félix Cárdenas (LaBarca-2). A falta de 4 kilómetros para meta el
bejarano decidió atacar, pero a pocos metros de la línea de meta, Heras y
Cardenas fueron cogidos por Valverde y Sevilla, que viniendo desde atrás
encontraron el merecido premio al trabajo en equipo.
Cumbre ocupada por una
base militar que mantenía cerrada la carretera y restringido el acceso. En los
noventa la base se encontraba en desuso, pero una valla seguía impidiendo el
paso. Desde el año 2009 la valla está abierta lo que nos permite “disfrutar” de
la subida hasta la cumbre.
Saliendo del monumental
pueblo de Alcalá la Real tendremos casi 50 kilómetros hasta alcanzar la
Pandera. Pedalearemos entre ondulantes colinas pobladas de olivos hasta llegar
a Freiles. Comienza una bonita subida donde el olivo es sustituido por coscoja
y encina con porcentajes que fluctúan entre el 4 y el 9 por ciento hasta llegar
a un primer collado. Bajada y subida al segundo collado y ahora sí, nos regala una
larga y agradable bajada hasta Valdepeñas de Jaén. Aprovecho para un pequeño
descanso y me preparo para lo que se me viene encima, más de 13 kilómetros y medio y 970 metros de desnivel hasta la
Pandera.
Poco más de seis kilómetros nos dejan a
los pies de la Pandera. Cruzamos la verja, el primer kilómetro será al 15%.
Llegados a un disimulado collado, en una gran curva a izquierdas, se suaviza
durante un par de kilómetros, pero es una argucia que nos oculta lo que nos
espera. En frente las casi verticales laderas del Matarratas con rampas que van
del 13 al 18 por ciento. Llegar al Cerrillo de la Caldera nos dará algo de
descanso antes de enfrentarnos a una nueva rampa que nos deja en la cima.
Estamos a 1815 metros de altura y ante nosotros se abre una amplia y soberbia
panorámica de casi toda la provincia de Jaén; al sur, casi a nuestros pies, Valdepeñas
de Jaén, al norte, la propia ciudad de Jaén y cerrando el horizonte por el
sureste, la imponente mole de Sierra Nevada.
Desandamos lo andado y nos dejamos caer a
Valdepeñas de Jaén. Reponemos fuerzas, como me gusta la agradable costumbre
andaluza de las “tapitas” que hará que tomemos con buen ánimo la subida hasta
el cruce donde debemos tomar una decisión; volver sobre nuestros pasos hacia
Frailes o continuar con una bonita y merecida bajada hacia el nacimiento del
río San Juan y Castillo de Locubín a los pies de la Sierra de la Morenica.
Como no podía ser menos, pasado el
nacimiento, comenzamos una nueva subida hacia el pueblo que nos compensará con
bonitas vistas de la campiña de Martos. Pasado el pueblo, accedemos a la
carretera de Alcalá hasta superar el puerto del Castillo con 940 metros de
altura. Una bajada y una nueva subida nos dejará en Alcalá.
El carril bici de la margen izquierda del Segura será el hilo conductor que nos sacara de Murcia hasta la Contraparada, azud mayor en Segura del que parten las dos acequias principales, Aljufía, al norte, y Alquibla, al sur. Aunque de probable origen romano, su importancia se acrecentó en época de Abderramán II. A día de hoy sigue derivando sus aguas sin interrupción desde, al menos, el siglo IX. Tras gozar un rato de su contemplación, abandonamos el lugar buscando de nuevo la margen izquierda, el río Segura hasta encontrarnos con la carretera de la Ribera de Molina.
Pronto la dejamos atrás y a la altura de la Ribera nos incorporamos a la Vía Verde del Noroeste, que no abandonamos hasta el puente Rojo o de Alguazas que atraviesa el Segura, para continuar por su margen izquierdo, buscamos la vieja Torre de los Freiles, que no logramos encontrar. Lo que sí encontramos es la “Máquina” antigua noria transformada en “fábrica de luz” que daba servicio a las poblaciones de Lorquí y Ceutí. Hoy; solo un motor de riego.
Continuamos junto a la Acequia Mayor de Alguazas hasta enlazar con la mota derecha del Segura que seguimos hasta el puente de la carretera que une las poblaciones de Ceutí y Lorquí para dirigirnos a esta última población cruzando el Segura. Nos encontramos de frente con la vieja Noria del Marqués de Corbera, hoy fuera de servicio y restaurada como objeto ornamental, aunque funciona perfectamente. Cruzamos la carretera para dirigirnos a otra noria, la del Tío Rapao, situado en la acequia Mayor del Azarbón de la Cierva es un arte significativamente más grande que la anterior, pero que regaban el mismo número de tahúllas, unas trescientas, construida en acero y madera, contiene 112 cangilones y 156 paletas. Está declarada Monumento Histórico Nacional.
Es buena hora para almorzar y que mejor sitio que en el Merendero El Cordero, cerca de la noria y en servicio desde 1991, unos trozos de morro a la brasa y cerveza bien fría serán suficientes para reponer fuerzas y llegar a Murcia. Atravesamos Lorquí pasando por delante de fábrica de conservas artesanales Modesto, donde solo me detengo para comprobar que todo sigue igual; espárragos, tomate, pimientos, alcachofas, mermeladas y hasta atún, todo con muy buena pinta, ya volveré. La ruta aún nos dará otro punto de interés antes de finalizar, el museo etnográfico Carlos Soriano. En 1875, un tal Joaquín Portillo terrateniente del lugar, vendió al abogado Carlos Soriano unas tierras en El Llano de Molina con noria incluida situada sobre la acequia Subirana, y este creo una colonia agrícola poniendo en cultivo las tierras con olivo y morera -ya había subvenciones en aquella época-. Por ley estas colonias debían de disponer de viviendas, -hasta seis llego a tener-, para los colonos, escuelas para sus hijos, almacenes comunales y hasta una iglesia que se construye en 1892. El museo como tal surge en 1999 con la adquisición de los inmuebles por parte del ayuntamiento de Molina. Está compuesto por la propia ermita y la casa solariega del abogado. Es un edificio de dos plantas, la baja de servicios y la superior de dormitorios. Se conservan la cocina original, los tinajeros y el dormitorio y en las salas habilitadas para exposición hay trajes regionales, enseres y menaje de la época.
Tras recrearnos un buen rato en la contemplación de la bonita y coqueta noria que toma sus aguas de la acequia Subirana, junto al museo. Continuamos sobre el propio cauce de la acequia, (está entubada) hasta salir a la carretera y meternos de lleno en el espectacular soto de los Álamos donde los árboles se miran coquetos en las aguas del Segura formando un frondoso bosque de ribera. La Vía Verde nos llevará hasta la Universidad de Murcia y de allí bajaremos hasta el Molino del Amor y el Cuartel de Artillería en nuestro querido Barrio del Carmen, donde finalizaremos el recorrido.
El sol rompe el horizonte, contundente y molesto, a ras de suelo, casi no veo la carretera, voy en dirección a la costa alicantina, concretamente a la zona de Torrevieja para realizar una ruta con mi vieja Conor, una bicicleta hibrida a la que hoy pomposamente llaman de gravel.
En menos de una hora estamos en lo que hoy es el Parque Natural de las Lagunas de la Mata y Torrevieja situado en la comarca de la Vega Baja alicantina. Ocupa parte de los términos municipales de Torrevieja, Guardamar del Segura, Los Montesinos y Rojales, formado por dos lagunas separadas por el anticlinal del Chaparral y unidas por un acequión y dos canales que las comunican con el mar. Su uso tiene dos vertientes diferenciadas, por un lado, como explotación salinera, por otro como área de nidificación e invernación de aves, principalmente flamencos a los que acompañan diversas variedades de patos, el zampullín cuellinegro, la cigüeñuela o el tarro blanco. Junto con los vecinos parques naturales de El Hondo y las Salinas de Santa Pola, forman un triángulo de humedales de crucial importancia para el desarrollo de los ciclos biológicos de numerosas especies que lo utilizan en sus migraciones, nidificación o invernada.
Las lagunas de La Mata y Torrevieja ya se explotaban en 1321 cuando la Corona cede la segunda a la ciudad de Orihuela. La primera también pasará a sus manos en 1364 tras ser confiscada a Guardamar. Finalizando el siglo, la Corona concede su explotación para la pesca construyéndose unas acequias para comunicarlas con el mar, proyecto que fracasó por la excesiva salinidad de las lagunas. En 1759, se declaró la reversión de la propiedad de la laguna de Torrevieja al Estado bajo la dirección del Administrador de las Reales Salinas de La Mata. Desde el siglo XV estas lagunas han sido uno de los principales centros salineros del Mediterráneo. Fue declarado parque natural en 1988 por la Generalidad Valenciana, aunque la declaración definitiva se produjo el 10 de diciembre de 1996. . Aparcamos en la misma puerta del Mesón-Arrocería Las Jarras donde tenemos la intención de comer un buen arroz, que al fin y al cabo es especialidad de la zona, como aún está cerrado, buscamos un local para tomar un café y lo conseguimos en una calle adyacente. Mi intención era hacer la foto de rigor y comenzar la ruta junto a la Torre de la Mata, hoy una edificación venida a menos, pero que en su origen no solo fue sólo un puesto de vigía, sino que podría haber tenido funciones defensivas. Su principal objetivo era la vigilancia y seguridad de la Era de la Sal de La Mata y del muelle de embarque.
Entre unas cosas y otras son más de las diez, un poco tarde para ir hasta la torre, por lo que empezamos a pedalear buscando un paso bajo la carretera que une Guardamar con Torrevieja que nos acerque hasta la laguna. Ya en la orilla la contemplamos en todo su esplendor y continuamos rodeándola por un camino de arena que dificulta el pedaleo. Cruzamos el acequión que la comunica con el mar y entramos en una caseta para la observación de aves -hide-, no logramos ver gran cosa, las pocas que había remoloneaban en el centro de la laguna.
Continuamos nuestro pedalear en dirección al Moncaio o Moncayo, queremos alcanzar el vértice geodésico de Guardamar situado a 107 metros de altura, nos puede parecer poco, pero he de recordaros que estamos al nivel del mar. Abandonamos la laguna por caminos que nos llevan entre cultivos hasta alcanzar las estribaciones del cerro, el camino desaparece sustituido por un sendero que se difumina entre el matorral. Poco a poco empeora y se vuelve más pedregoso hasta alcanzar un otero que nos proporciona unas espectaculares vistas del litoral, estamos a unos 80 metros sobre el nivel del mar, lo que nos permite ver una extensa franja que abarca desde los acantilados de Santa Pola por el norte, hasta Cabo de Palos por el sur.
A estas alturas del recorrido ya nos faltan dos compañeros, Matías y Tomás, se han quedado más abajo y ya no los volveremos a ver hasta un par de horas después. Miguel y Pedro se niegan a continuar, les pido que me esperen, quiero llegar al vértice geodésico, esto me va a obligar a desandar el camino para reunirme con ellos en lugar de bajar por el otro lado que era lo previsto. El sendero empeora ostensiblemente, piedras y escalones ponen a prueba los neumáticos de 38 de mi vieja Connor de acero, en algún que otro punto me tengo que bajar, pero logro llegar al mojón de granito que marca el vértice geodésico, ¡lo he conseguido!
Bajar también tiene su “miga” mis estrechas ruedas tienen que darlo todo para conseguirlo, pero llego sano y salvo hasta reunirme con mis amigos al pie de un barranco que desciende vertiginoso hacia la playa. Me dicen que han llamado Tomás y Matías que nos esperan abajo. Miro y conociéndolos dudo mucho que se hayan atrevido a bajar por ahí, ni siquiera andando. Expreso mis dudas a Miguel y Pedro, pero me aseguran que es así. Nos metemos en el barranco y a los pocos metros tenemos que desmontar, las escorrentías y la pendiente lo hacen impracticable.
Una vez abajo, ni rastro de los compañeros. Todo ha sido un error de interpretación. Nos llamamos y decidimos vernos al otro lado del cerro del Moncaio, cerca de la antena radionaval conocida como la Torre de los Americanos. Tiene 365 metros de altura y según el Ministerio de Defensa su función principal es la comunicación con los submarinos. Unos senderos nos orientan hacia el lugar, pero Pedro, poco acostumbrado a la bici de montaña lo está pasando mal, por lo que descendemos un poco y buscamos un mejor camino, lo encontramos y aunque damos un gran rodeo, todo es más fácil.
Por fin nos reunimos todos en la carretera de los Montesinos, y ahora sí, retomamos la ruta prevista desde un principio que rodea la laguna por el norte y el oeste hasta llegar a un carril bici. La idea era continuar hacia Torrevieja por el trazado del antiguo ferrocarril salinero que unía Albatera, en la línea Murcia a Alicante, con Torrevieja. Pero es cerca del medio día y no queremos llegar tarde para comer, por lo que desechamos el plan y nos dirigimos directamente hacia La Mata. Volvemos a circular por caminos de arena junto a la laguna entre una vegetación típica mediterránea como el coscojar, el pino carrasco, el tomillo, el albardín y una pinada de repoblación de pino piñonero, pino carrasco y eucaliptos.
Nos vamos a marchar sin ver una de las especies más apreciadas del parque que es el flamenco común, que congrega cerca de 2000 ejemplares durante la época de cría. También es importante la presencia del zampullín cuellinegro, con unos 3000 ejemplares. Del resto también son de destacar la cigüeñuela, el tarro blanco, el aguilucho cenizo, la avoceta común, el chorlitejo patinegro, el charrán común, el charrancito y el alcaraván. Casi al final del recorrido me fijo en algo que me había pasado totalmente desapercibido; una extraña plantación de viñedos y recordé lo leído en algún sitio, que aquí se daban algunas de las cepas más antiguas del Mediterráneo, la Moscatel de Alejandría y la Merseguera.
Tras unas cervezas, sentados a la mesa, disfrutamos alrededor de una somera paella de arroz a banda, de buen sabor, pero para mi parecer, de precio excesivo. Sin más que contar por el momento me despido de vosotros hasta la próxima ruta.
Cuando tienes cierta edad, los deseos e ilusiones te las tienes que tomar con pragmatismo. Lo que viene a continuación no es más que la lista de esos deseos para el próximo año y quizá el siguiente o más allá. No sé si la salud y demás circunstancias que la vida nos depara me permitirán satisfacerlos, pero por ganas e ilusión que no quedará. Eh aquí algunos de ellos:
- Río Guadalquivir (Completo) (Gravel) Acompañar al Guadalquivir en su recorrido desde las sierras de Cazorla a su desembocadura en San Lucas de Barrameda, ya en el océano Atlántico.
- Río Ebro (Miranda-Delta) (Gravel) Será la continuación del recorrido que ya empecé hace trece años en Reinosa hasta Miranda (Alto Ebro) y que quiero terminar junto al Delta.
- Camino del Sur (Guadix-Baza) (Gravel/Mtb) En primavera del año 2022 intentamos hacer este recorrido entre Guadix y Caravaca de la cruz, pero la DANA (Depresión Aislada de Niveles Altos) en la primavera de 2022 nos lo impidió realizar la primera etapa entre Guadix y Baza. (Camino Espiritual del Sur)
- Desierto de Tabernas (Mtb) Siempre me ha atraído esta parte del sureste español y en especial la parte más desértica y por unas circunstancias u otras nunca pude hacerlo con la bici, aunque sí por otros medios y no quiero retrasarlo más.
- Alcaraz (ctra.) No es más que una continuación de las 200 millas que llevo a cabo desde años atrás.
- Javalambre (ctra.) Algo que desde Murcia combinará tren y bicicleta con pernoctación en el Refugio Rabadá y Navarro.
- Mis Montañas Vacías (Mtb) Sería mi segunda parte, eso sí, muy personal, de Montañas Vacías.
- Al Veleta desde Capileira (Gravel) Ya subí al Veleta, lo hice desde Granada saliendo de Lorca. (El Veleta y yo) Ahora lo quiero hacer por el sur, desde Capileira.
-Jaén (ctra.) Creo recordar que fue en 2002 la primera vez que me fije en este puerto. Las imágenes que ofrecía TVE en la Vuelta de ese año con el bejarano Roberto Eras a la cabeza me dejaron impactado, ¡yo quiero subirlo! Pasaron los años y en 2022 fue Richard Carapaz el ganador. Si no puedo subir el puerto, al menos recorrer la zona.
- Ruta de la Plata (N-630 Gijón-Sevilla) (ctra.) Ya hice parte de la ruta por caminos, una de las veces con mi hijo que en aquella época cumplía los 17. Ahora quiero hacerla por carretera, con grandes etapas, hasta llegar a Sevilla.
- Camino Eulaliense (Mérida-Totana) (Gravel/Ctra.) Este camino une Mérida con Totana. Parece que los Templarios recorrieron este camino para llevar los restos de Santa Eulalia.
—Te he de contar una cosa. Este año la Numantina va a dar un salto
espectacular, queremos unir Numancia y Cartagena.
Es curioso como la cabeza muchas veces funciona a una velocidad muy
diferente al tiempo real. Mientras Enrique me decía estas palabras
acudieron a mi mente escenas del Camino del Cid, de la Vía Verde
de Ojos Negros y sin darme cuenta, estaba montando un itinerario entre
Numancia y Cartagena cuando apenas Enrique había comenzado a contármelo.
—Queremos utilizar vías verdes, más que nada, para alejarnos de las
carreteras, las bicicletas que llevaremos es mejor alejarlas de los
coches. Queremos que sean las mismas que utilizamos en la Numantina, ya
sabes, de la época del primer Tour de Francia o de la Primera Vuelta a
España e iremos vestidos a modo. Queremos que vengas con nosotros.
—Pero Enrique, tú sabes que tengo varias bicicletas clásicas, pero no
tan antiguas.
—Seguro que podrás conseguir alguna o te la pueden dejar Fari,
Álvaro o alguien del grupo, alguna habrá para ti.
Con esta simple conversación comenzó para mí toda una odisea. La verdad
es que no tenía demasiado interés en el tema, pero he de confesar que me
dejo convencer con excesiva facilidad y un par de llamadas de Enrique
hicieron el resto. Pero de dónde voy a sacar yo una bicicleta de esas,
una pionera, sin cambios, todo acero y sin ropa adecuada. No sabía nada
más del tema, la información era exigua y todo estaba por hilvanar.
Sería la primera marcha ciclista teatralizada por etapas de España y
probablemente la más larga de las que se celebran en el mundo. Cinco
etapas y más de 500 kilómetros reviviendo las gestas de los primeros
ciclistas que corrieron el Tour de Francia en 1903, el Giro de Italia en
1909 o la Vuelta a España en 1935. Quedarían unidas tres importantes
ciudades del Imperio Romano en Hispania, Numantia, Saguntum
y Cartago Nova. Aún faltaban un par de meses, tenía tiempo.
Gira la Tierra, el Sol y la Luna se pasean por el cielo y el tiempo pasa
sin que nos demos cuenta. Las fechas se echan encima y no tengo nada
preparado. Toca correr. Es una emergencia y llamo a Pepe Reina:
—Pepe, necesito tu ayuda, he de hacerme con una bicicleta, que, si no es
de primeros del siglo pasado, al menos lo aparente.
Y Pepe, como no podía ser de otra manera, se pone a ello. Busca en
mercadillos, pero sin éxito; en la Red, igual; entre su nutrido grupo de
amigos, nada. Pepe termina comprando una Peugeot ochentona, en
demasiado buen estado, para transformarla en pionera. Me la quedo, es
una bicicleta preciosa —cada uno tiene sus debilidades—. Hay que buscar
otra cosa. Pepe le había dado a un amigo común un viejo y oxidado
cuadro.
—Ángel que vas a hacer con el cuadro que te dio Pepe Reina.
—Yo nada. ¿Lo quieres tú?
Y así empezó la “deconstrucción” y montaje de la “nueva” bicicleta. Pepe
buscó bielas de un solo plato y ruedas de un solo piñón en lo más
profundo de sus anaqueles. Preguntó a sus amigos para potencia y
manillar, pero lo que más trabajo nos dio fueron los puentes de frenos,
hubo que cortarlos y volverlos a soldar con las medidas apropiadas, unas
cubiertas nuevas, y un usado Brooks completaron la creación. Ya estaba
lista para la aventura.
La ropa fue aún más complicado, no tenía nada tan antiguo, ni siquiera
que lo pareciera. Busqué en mercadillos y en el fondo de mis armarios y
no encontré nada. Al final un viejo pantalón fue cortado por debajo de
las rodillas y puesto unos botones. María, una buena amiga, vino a
salvarme, me transformó un par de viejos jerséis en verdaderos maillots
antiguos cosiéndoles unos bolsillos en el pecho y en la espalda. Una
vieja gorra y unas gafas hicieron el resto.
El destino quiso frustrar en parte la empresa, llamaron a mi mujer para
una intervención quirúrgica unos pocos días antes. Debía reorganizar
todo el plan. Era improbable que pudiera ausentarme de casa tantos días,
por lo que tendría que adaptarme a las circunstancias, decidí hacer
solo los dos últimos días, así que acompañaría a mis amigos en las dos
etapas murcianas; la primera, de Caravaca a Murcia por la vía verde del Noroeste y la segunda de Totana a Cartagena por la del Campo de Cartagena.
La Numantina: IV Etapa Caravaca
a Murcia por la Vía Verde del Noroeste.
Son poco más de las seis de la mañana cuando salgo de casa con dirección
a la estación de autobuses, hemos de trasladarnos mi bici y yo hasta Caravaca
para encontrarnos con los amigos que vienen de Soria. Unidos por un
humeante café, nos contamos los últimos acontecimientos, los percances
de nuestras vetustas bicicletas, pero que en realidad solo han
representado pequeños contratiempos que no han impedido que hoy estemos
aquí dispuestos a comenzar la cuarta etapa de la Numantina. Subimos
hasta la basílica de la Vera Cruz y recibimos la bendición para
nosotros, nuestras bicicletas y nuestra labor que no será otra que unir
la ciudad de Numancia y Cartagena. El párroco, como buen juez, bandera a
cuadros en mano, dio la salida de esta etapa que nos llevará hasta
Murcia.
La Vía Verde del Noroeste nos acoge en su seno y a pesar del fuerte
viento rodamos rápido, pero con constantes detenciones por las pequeñas
averías. Curiosamente, tras pasar la estación de Cehegín desaparecen y
nos permiten seguir sin mayores contratiempos. En el Niño de Mula
tomaremos el correspondiente refrigerio que nos permite continuar
pedaleando. Pequeña contrariedad por unas obras sobre la plataforma
ferroviaria antes de Albudeite, pero que no nos impiden seguir. Poco a
poco van cayendo los kilómetros, superamos Alguazas y llegamos a la
Ribera de Molina, punto en el que hemos decidido abandonar la vía verde
por la ribera izquierda del río Segura, esto nos permitirá llegar
prácticamente hasta la puerta de la catedral sin contacto alguno con
vehículos a motor.
Aparece la torre-campanario de la catedral y el imafronte oculto tras una lona. Desgraciadamente
para nosotros está en obras y nos priva del placer de su contemplación.
Para quitarnos el “mal sabor de boca” decidimos sentarnos en una
terraza con una fría cerveza en la mano. Esa noche, en la pedanía de Cobatillas,
disfrutaremos de una cena típica murciana en la que no falto el
zarangollo, las morcillas o el conejo con tomate o al ajillo.
La Numantina: V Etapa Totana a Cartagena por la Vía Verde del Campo de
Cartagena.
Otra vez me toca subir a un autobús hasta Totana para reencontrarme con
mis amigos. He dormido en casa, en el barrio del Carmen, mientras ellos
lo han hecho en el centro cultural de Cobatillas
y se han desplazado por la A-7 a Totana en vehículos privados. Tras la
correspondiente salida bajo la bandera de cuadros y el estridente sonido
de la trompetilla, nos encaminamos por la plataforma ferroviaria hacia
Cartagena. Me he sorprendido gratamente con el estado de la plataforma
en algunos puntos, se han hormigonado algunos tramos que estaban muy
deteriorados por las galerías hechas por los conejos y la pasarela
metálica sobre la carretera de La Pinilla a Mazarrón, que no estaban
cinco años atrás cuando la recorrí por última vez. Sin más sobresaltos
llegamos hasta la Aljorra,
dónde decido con pesar, dejar a mis compañeros y dirigirme hasta la
estación de Renfe con la intención de coger un tren para regresar a
Murcia, no quería dejar mucho tiempo sola a mi mujer recién operada.
Ellos continuarían hasta Vistabella
donde pasarían la noche celebrando con una contundente barbacoa la
quinta etapa de la Numantina y el casi final de la aventura.
La Numantina: Cartagena Modernista.
Los primeros rayos del sol calientan la esplanada
del puerto de Cartagena, poco a poco van apareciendo una serie de
extraños personajes más propios del siglo XIX que de la época actual.
Llegan andando; en bicicleta, alguna más antigua que ellos mismos, y en
preciosos vehículos propios de un museo. Vienen vestidos al modo de la
época y con espíritu festivo, rememorando los buenos tiempos de la
“Belle Époque”. Cartagena se viste de gala para la VIII Muestra
Modernista y la Numantina tendrá un protagonismo preeminente. La
comitiva, encabezada por la alcaldesa Noelia Arroyo vestida al modo de la época, se encaminó hacia los Héroes de Cavite, lugar de la llegada al esprint de la Numantina, en que Gerardo se llevó los laureles con propiedad, seguido por Carleti y Juan Deelor.
Se intercambió tierra de Numancia y Cartagena y se ofrecieron los
laureles en homenaje a los héroes de Cuba. Un paseo por la ciudad
visitando los puntos más emblemáticos relacionados con el modernismo,
movimiento que buscaba romper con el orden establecido y en especial las
reglas burguesas, creando un arte que representaba la realidad como
reflejo de la subjetividad y accesible a todas las clases sociales.
La visita al Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua)
fue el colofón perfecto para finalizar una completa jornada. Aún
quedaría la cena de gala como broche final de la Numantina que ha unido
las tierras de Soria y Cartagena, las antiguas ciudades romanas de Numantia, Saguntum
y Cartago Nova con más de quinientos kilómetros y cinco jornadas de
convivencia y amistad, rememorando a aquellos ciclistas de principios
del siglo XX que forman parte de la memoria colectiva, verdaderos héroes
de aquel Tour de Francia de 1903, del Giro de Italia en 1909 o de la
Vuelta a España en 1935. Esperamos haberlo conseguido.