Decididamente tengo
que plantearme algunas cuestiones; no sé si es la edad pero cada día
le doy más vueltas a la cabeza. En estos momentos mientras subo por
el camino del Abuznel y los demás se van alejando lentamente
impidiéndome desarrollar mi yo más social y abocándome a la
búsqueda de ese yo interior que no llego nunca a descubrir me
pregunto que hacer; entrenar más y comer menos para bajar algo de
peso, o comprarme una bici eléctrica, lo que me permitiría el
desarrollo de ese yo social que en estas salidas no llego nunca a
alcanzar. Por más que me esfuerzo siempre termino a mi propio ritmo
que normalmente no coincide con el de los demás. Lo curioso es que
en el grupo hay gente de muy diversa forma física; incluso, estoy
convencido, que peor que la mía, no obstante logran ir todos juntos
y yo no. Tengo que hacermelo mirar.
Hoy nos hemos
reunido a las puertas del Jarro de Oro, y solo eso, porque estaba
cerrado, seis compañeros con ganas de realizar la ruta que ha
preparado Juan Bautista, nuestro hombre “Espuñero”. Ruta que
comienza subiendo por el cordel de Librilla y el camino del Abuznel,
en la solana del Cabezo de los Lobos, para salir al Centro de
Visitantes Ricardo Codorniu y por la senda de los Siete Hermanos
buscar el sendero del Águila. Hace un magnifico día; sol y una
temperatura ideal, a pesar de encontrarnos en pleno mes de noviembre.
Bajamos las bicis de los vehículos y en unos pocos minutos estamos
ya en marcha. Comenzamos en frío con subidas importantes que nos
calientan en pocos minutos. El camino, en en relativo buen estado, se
retuerce hacia el canal del trasvase hasta cruzarlo y continuar con
el mismo tono por la solana del Abuznel.
Los compañeros me
dejan atrás, poco a poco eso si, pero me dejan. Una vez que cojo un
ritmo, no me siento capaz de alterarlo para alcanzarlos. Sigo y sigo
como una pila defectuosa de esa marca del conejito. Pero bueno que le
voy hacer, a mi edad, ya no voy a cambiar. En el collado que da paso
al nacimiento de la rambla del Azaraque me esperan y nada más
llegar, con mucho recochineo por su parte, se oye: -vámonos que ya
esta aquí. Muy graciosos los zagales. Supongo que mucho no han
esperado, no les hago caso y continuo sin detenerme obligándolos así
a tener que seguirme. Volvemos a subir hasta enlazar con la pista que
viene de la Casa de la Fuente de las Zorras para desembocar en la
carretera de Fuente alta.
Esto es una
verdadera manifestación, ciclistas por todos lados; por la
carretera, los caminos, los senderos. Todo esta esta tan lleno que
cuando me encuentro con Rafa Guzman, un viejo amigo ciclista ahora
reconvertido en motero, me dice que han subido a almorzar a la Fuente
del Hilo, pero que se van a probar al Berro, que aquí es imposible.
Nos despedimos y sin dilación continuamos subiendo hacia La Perdiz
para entroncar, antes de llegar, con el sendero de los Siete
Hermanos. Ahora si, esta es la parte que me gusta, en la que no me
dejan atrás, en la que normalmente me siguen ellos y solo logran
adelantarme si me detengo para hacer una fotografía. Son zonas de
senderos angostos, con dificultades de paso, algo pedregosos que nos
obligan a concentrar nuestra atención en los pocos metros que
podemos ver por delante, con subidas y bajadas importantes, pero
normalmente cortas, en las que la adrenalina se dispara y uno se
siente feliz. Tras algunas revueltas, el sendero nos devuelve otra
vez a la carretera de Fuente Alta. Nuestro verdadero propósito es
introducirnos por el barranco de Leyva para buscar el comienzo del
Sendero del Águila.
Nos introducimos en
el barranco de Leyva que va a desembocar al de Espuña. Pasado casa
Leyva, en la que hay un grupo excursionista, cada vez nos vamos
encontrando con menos gente, vaya en bici o andando. Pasamos Fuente
Bermeja para tomar una estrecha vereda que va colgada de la ladera
norte; es el sendero del Águila, abierto solo de julio a diciembre
para respetar la época de cría de las rapaces. El sendero es
verdaderamente precioso, estrecho y virado, técnico en algunos
puntos, pero divertido y ameno. Te obliga a ir concentrado en el
palmo de anchura que tienes delante de la rueda, pero disfrutas.
Procuro pasar desapercibido, en silencio, que no resbale ni un taco,
con la degradación justa para que la maleza no lo invada en los seis
meses que esta cerrado. Si quieres ver el paisaje no tienes más
remedio que detenerte en un recodo y contemplar el enorme barranco,
garganta incluida, que ha logrado horadar algo aparentemente tan
pequeño como el río Espuña. La naturaleza siempre me sorprende.
Por desgracia el
sendero se acaba poco después de pasar la tubería del Canal del
Taibilla que sirve o servía, no lo sé, para dar fuerza a la central
eléctrica del Rápido de los Molinos, aprovechando el desnivel de
162 del canal. Le tendré que preguntar a Juan Bautista, que para eso
trabaja en una importante empresa eléctrica, porque aquí mismo hubo
otra, la Fabrica de Electricidad de Alhama, construida en 1902 y que
se surtía de la caída del Caño de Espuña de casi 200 metros de
desnivel. Ahora es el trasvase Tajo-Segura el que nos sirve a
nuestros propósitos, que abandonamos por la rambla del Molino. Nos
volvemos a divertir; la rambla nos regala un divertido sendero, no
exento de complicaciones, que nos obliga a extremar la precaución si
no queremos terminar con nuestros huesos en el suelo. Esto llega a su
final, hemos pasado un estupenda mañana de ciclismo en compañía de
los amigos. A algunos los hemos echado de menos sobre la bici y a
otros también en el verdadero final de la ruta, él que siempre hace
nuestro grupo al rededor de una buena mesa.
Mariano Vicente, 19 de noviembre de 2016.
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