El viajero construye en gran medida su camino, por lo que no
tiene porque ceñirse con exactitud a la ruta trazada. Por eso la nuestra
comienza en la estación de ferrocarril de Callosa, en una mañana templada, algo
dentro de lo normal a finales de abril en la Vega Baja. La devoción a la Vera
Cruz y la concesión del Año Jubilar a Caravaca de la Cruz propicio la creación
de una serie de senderos bajo el patrocinio de la Caja de Ahorros del
Mediterráneo. Son siete los senderos que unen los cuatro puntos cardinales de
la Región de Murcia con la Ciudad Santa. Discurren por caminos tradicionales
usados desde antiguo y pasan por buena parte de los pueblos de la Región. Estos
caminos están señalizados y transcurren por lugares de interés natural y
cultural. El que vamos a realizar hoy es el Camino del Lignum Crucis que une
las localidades de Granja de Rocamora, Abanilla, Fortuna y Ulea con la Ciudad
Santa. Comenzaremos transitando por extensos campos de cultivo de la Vega del
Segura y otros de interés ambiental como el “El Saladar”. Entre Abanilla y
Fortuna, encontraremos los humedales de Ajauque, rodearemos la sierra del Lugar
para llegar al Rellano. Buscaremos la sierra de Ulea y el pueblo del mismo
nombre para cruzar el río Segura por Villanueva y por caminos rurales
llegaremos a las tierras blancas de los Rodeos y Campos del Río.
Campos de frutales, de cítricos, de olivos centenarios se
suceden a lo largo del camino que mantiene en buena forma, aunque algo
descolorida, la señalización. Atravesamos algún que otro ramblizo que drenan
por el sur las sierras Crevillente y Abanilla y algún caserío semiabandonado.
En la Muarada nos reciben dos apuestas municipales que nos confirman que vamos
en el buen camino. Cruzamos el canal del trasvase Tajo-segura y entramos en
Abanilla casi a hurtadillas, seguimos las señales y ya estamos fuera. A dios a
nuestro desayuno.
Bajamos hacia el Chícamo para continuar por una pista que
recorre la cañada del Calderón hasta la Loma del Tale para pasar junto a unas
balsas. En la bajada hacia la rambla del Ajauque, la buena pista que llevábamos
nos hace perder las señales y el camino, pero lo arreglamos dirigiéndonos
directamente a Fortuna, que tenemos al fondo, por el camino viejo de Orihuela.
Para mí era buena hora para almorzar, pero Jesús estaba algo
reacio, partidario de seguir haciendo camino. Nueva oportunidad perdida y van
dos. Salimos de Fortuna buscando el Cortado de las Peñas, entre la sierra de
los Baños y la del Lugar, paso natural y obligado entre Fortuna y el altiplano
de Yecla y Jumilla. Habitado desde antiguo, existió un poblado íbero, el
Castillejo de los Baños, del que se conservan hoy restos de su necrópolis.
Cerca del poblado se encuentra el santuario romano de Cueva Negra. Los
musulmanes aprovecharon los restos de la muralla íbera para erigir un castillo
que dominara el paso.
Una pista nos lleva rodeando la sierra del Lugar hacia el
Oeste, señalizado como Itinerario Ecoturistico de la Región de Murcia. Del
collado al Rellano es un paseo atravesando la rambla del Chorrillo. Algunas
veces se conjugan todo un cumulo de circunstancias que te hacen quedar como un
idiota. Unos días antes cargué las baterías del gps; era un recorrido sencillo
y con su carga al 100 por 100 deberían de aguantar un par de jornadas; pues no,
antes de entrar en El Rellano aviso de baterías bajas y en la población apagón
total, además, no había traído unas de repuesto y encontrar algo en el caserío;
ni pensarlo. Lo dicho; a veces uno queda como un imbécil.
Nos planteamos la opción de continuar sin el gps, como hemos
hecho siempre, pero Jesús sugiere continuar por la carretera hasta la barriada
de la estación de Blanca y yo estoy de acuerdo con él, solo nos costó algunos
kilómetros de más. Ya en la estación de Blanca compramos unas pilas y el
aparatito resucito; el track una decena de kilómetros adelante. Yo tengo
hambre, pero Jesús hombre frugal prefiere continuar. Tercera oportunidad
perdida.
Seguimos en línea recta junto a la vía del ferrocarril
Madrid-Cartagena hasta casi la estación de Ulea para dirigirnos al sur del
Cabezo de los Calderones a la población de Ulea. Le muestro a Jesús, junto a la
carretera, un bar con terraza que ni pintada para almorzar junto a nuestras
bicis. Jesús no parece muy dispuesto, le sugiero incluso una pequeña tienda en
la que hacen empanadillas y algunos dulces. Nada, cuarta oportunidad pérdida y
yo sin tomar un mal café en toda la mañana.
Atravesamos el Segura y Villanueva donde paro a comparar una
botella de agua en una pequeña tienda. La muchacha, impresionada, no sé si por
mi aspecto o por la ruta que estábamos haciendo, se negó a cobrarme el agua; y
además estaba fría. Gracias, muchas gracias. Continuamos nuestro camino por una
carreterilla entre frutales que cuadrillas de jornaleros se afanaban en
recolectar. Furtivamente, con la complicidad del operario del camión, “robe” un
par de albaricoques que de inmediato me comí. Me supieron a gloria.
A la altura de Campos del Río llegamos demasiado pronto;
habíamos previsto regresar a Murcia en autobús pero pasa a las 18.35; demasiado
tarde. Mejor nos vamos a Murcia por la Vía Verde. Alguazas nuestra siguiente
meta. Con una voz débil, casi suplicante, intento despertar los instintos
paternales de Jesús. Y si almorzamos, son las dos de la tarde. Para mi sorpresa
Jesús me responde que sí, que ya va siendo hora y lo dijo tan convencido que me
lleno de júbilo. Alabado seas Jesús.
En Alguazas tengo una amiga que tiene un bar, pero no
recordaba el nombre, con un poco de investigación dimos con él. Bar la Petanca,
se llama. Juan, su compañero, nos atendió de maravilla, en especial con la
cerveza, que más que fríos nos trajo los litros helados. No voy hacer una lista
aquí de los platos de embutidos y demás viandas que trasegamos, ni de los
litros que bebimos, baste decir que estuvimos hora y media de condumio.
Repuestos y con otros ánimos, recuperamos la vía verde.
Tanto que hasta nos “picamos” con una aguerrida ciclista de Molina de Segura;
invitada quedo para el día 28 de mayo conmemorar con nosotros el XVIII Día de
las Vías Verdes. En La Ribera, abandonamos la vieja plataforma ferroviaria, no
nos apetecía nada meternos en el centro de Murcia en plena tarde, así que
optamos por Javalí Viejo, La Raya y Nonduermas. A Jesús aún le quedaban fuerzas
para “picarse” con un par de mozas que iban con “flaca” hacia Alcantarilla. Ya
en la capital nuestros instrumentos marcaban 122 kilómetros, suficientes para
un día.
Mariano Vicente, 26 de abril de 2016.
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