En nuestra ruta de hoy haremos un recorrido por la zona de
Yechar, pedanía de Mula. Recorreremos cañadas y veredas; antiguos abrevaderos.
Pedalearemos por Zonas de Especial Protección para las Aves; saltaremos de
charca en charca, por una zona de las más áridas de la Región de Murcia; todo
un oasis, Fuente Caputa.
Las aguas infiltradas en los Llanos del Ardal y área
suroccidental de la Sierra de Ricote emergen en la cabecera de la rambla de
Perea formando un manantial permanente que vierte al cercano río Mula cerca del
paraje de las Baños, aguas abajo del embalse de la Cierva. En su trayecto se
encaja entre las elevaciones de Loma de Herrero y Cejo Cortado, formando
pequeños saltos y varias charcas de gran atractivo y declarado Lugar de Interés
Comunitario por los valiosos hábitats que alberga.
Zona habitada desde antiguo, en los alrededores existen
pinturas rupestres, yacimientos de la edad del bronce y restos de villas
romanas; de estos recibe su nombre. En el
abrevadero de la Fuente del Capitan confluyen la cañada Real de Calasparra,
la vereda de Valentín y el cordel de la Huerta, zona de descanso habitual de
los ganados trashumantes.
Los restos romanos de Fuente Caputa están conformados por
los restos de una posible villa (s. I-II d.C) y la presa, muro de
contención de aguas localizado al pie de la Loma de Herrero a menos de dos
kilómetros del anterior.
Este humedal permanente es considerado como Zona de Especial
Protección para las Aves en la que es habitual la presencia de rapaces como el
búho real, el águila real, aguilucho, gavilán, halcón peregrino o águila
perdicera, también es fácil de contemplar la chova piquirroja o el sisón.
La vegetación está conformada en su mayoría por especies
características de Ramblas, como adelfas, carrizos o juncos; en las zonas de
monte vemos especies como romero, tomillo, sabina negra, esparto, jaras y
acebuche y arbóreas como el pino el carrasco.
La calima cubre los campos y vela el sol; pero hace calor.
La luz da un aspecto opaco a los frutales que jalonan el camino, pero sus
flores rosas lucen esplendorosas, algunos ya las han perdido y están vestidos
del verde de sus hojas. Pedaleamos en plena Cañada Real de Calasparra. Pausadamente
adquiere altura por la solana de Cejo Cortado, el paisaje cambia y los frutales
son sustituidos por almendros que paulatinamente se alternan por espartizales
salpicados de pino carrasco.
Un vertiginoso descenso entre pinos, nos lleva al abrevadero
del Capitan; desde antiguo, descansadero de ganados trashumantes, la
disposición de agua de forma permanente hace que en él confluyan cañadas y
veredas.
El agua mana casi de forma imperceptible, pero arroja cerca
de 20 litros por segundo y va horadando la roca formando pequeñas charcas que
en algunas zonas se amplían considerablemente. Una tras otra se suceden a lo
largo de este tramo de la rambla de Perea, solo interrumpidas por manchas de
carrizo.
Croan las ranas señalando el
camino que entre rocas se retuerce rambla abajo, en algunos puntos la maleza se
empeña en cerrar el camino, en otras las rocas forman pronunciados escalones.
En los puntos más conflictivos hay instalado un pasamanos que nos ayudará en
días húmedos, son escasamente ciclables y muy comprometidos.
Estamos en la última poza bajo el acueducto del Taibilla, el
agua que se precipita en diminutas cascadas consecutivas, presenta un atractivo
color esmeralda. A nuestro pesar, tenemos que abandonar el cauce de la rambla
para ganar altura por su margen derecha, la pedregosa pista serpentea entre
pinares hasta coronar en la pequeña meseta que nos separa del río Mula.
El
paisaje cambia radicalmente, los baladres y el carrizo son sustituidos por el
esparto, los pinos por los almendros y los humedales por el erial.
Buscamos el cauce del Mula, y el pantano de La Cierva, en
concreto su presa que se encuentra al otro lado de la autovía del noroeste, que
salvamos por un paso subterráneo.
El embalse tiene una
superficie de 53 ha. y una capacidad de 7,28 km³; su presa tiene una parte más
antigua de mampostería y otra más reciente de hormigón. Cruzamos la presa y
descendemos a su pie para cruzar el cauce, comenzamos así una fuerte subida por
asfalto hasta coronar la ladera de la margen izquierda. Pasamos bajo enormes
estructuras de cedulas fotovoltaicas y salvamos la autovía por otro subterráneo
para dirigirnos hacia Yechar por un polvoriento y rectilíneo camino que cruza
los campos del Arreaque.
Sin más esfuerzo; que la de resistir la atracción que nos
produce la bella contemplación de los campos de frutales en flor, de sus
hermosas flores que van del blanco al rosa, de la perfecta simetría de los pies
formando líneas que se pierden en el horizonte.
Nos despedimos, de esta pedanía de Mula, ante una merecida
cerveza bien fría y algunas cositas para acompañarla.
Mariano Vicente, Yechar 02 de abril de 2012.