miércoles, 29 de diciembre de 2010

Paseo por el Valle


Suena el teléfono. ¿Dónde lo he puesto? Mi mujer aparece con él en la mano.

-Toma que tienes una cabeza…

Le doy al botoncito verde y suena una voz; es Matías.

-¿Qué vas hacer mañana? ¿Salimos?

La verdad es que estoy un poco fuera de juego, como sabes han operado a mi mujer y esta muy dolorida, lo que iban a ser diez minutos se transformo en una hora de quirófano y trescientos cincuenta gramos de inquilino.

-Yo, a las nueve pienso estar mañana en la peluquería.

Si señor, con un par. Esto resuelve mis dudas y decido salir con Matías. Salida que nos va a servir para aliviar nuestras culpas, pues a pesar de las buenas intenciones y propósitos de enmienda para estas fiestas navideñas, terminaremos como siempre comiendo y, sobre todo, bebiendo demasiado.

Más que una “salida” va a ser un paseo para desentumecer las piernas y despejar la cabeza. Decidimos acercarnos al Valle, subiremos por los Puros y nos dejaremos caer hacia la Fuensanta y por Patiño regresar a casa.

Hace frío, así que quedamos tarde, recojo a Matías pasadas las diez, y nos dirigimos a por su sobrino David, por el camino nos encontramos con Ángel. Iba ha salir una hora antes, o al menos eso fue lo que me dijo ayer.

Nada más comenzar la subida de los Puros, aun en el asfalto nos encontramos con el resto de la grupeta, más madrugadores que nosotros ya de regreso. Subimos con calma, charlando de cómo se presentan las fiestas y casi sin darnos cuenta estábamos en el collado del Relojero.

-¿Por dónde bajamos?

Propongo hacerlo por el GR hasta el santuario, David esta de acuerdo, Matías prefiere bajar por la pista y propone que le esperemos en el santuario. Las piedras del sendero; húmedas y resbaladizas nos inyecta un poquito de adrenalina.

En el santuario esperamos a Matías y regresamos por la carretera de Patiño. Y quiero dejar constancia de que no fue premeditado –como algún mal pensado opinará- y como la mejor forma de superar la tentación es caer en ella, caímos y como. En la bolera que esta antes de la curva de Patiño hicimos un alto. Cerveza, vino, tocino, salchicha, longaniza, butifarra, blanco, olivas…Y vuelta a empezar. No tenemos solución.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sierra de Ricote

Sierra de Ricote, sábado 11 de diciembre 2010



Hoy hemos disfrutado de una bonita mañana de ciclismo por la sierra de de Ricote. El jueves, mientras almorzábamos en el restaurante La Vereda de Torreaguera, tras unas horas de pedaleo, decidimos hacer el sábado una salida por Ricote. Dicho y hecho. Llamamos a nuestra amiga del restaurante Mari Paz y le encargamos un arroz con serranas.

La mañana es templada y las capas de niebla diluyen en paisaje hasta convertirlo en algo casi irreal. Avanza el día y la niebla se disipa en jirones por las cumbres; aguantando, a duras penas, en el fondo de los valles.

Bajamos de los coches y preparamos las bicicletas. Copito luce preciosa con sus nuevas ruedas, le dan un aire más esbelto y liviano. Decidimos comenzar la jornada con un buen belmonte algo cargadito que nos entonara para nuestro primer compromiso; una fuerte subida nada más empezar a pedalear que nos lleva hasta la casa forestal de Cuesta Alta.


Este tramo nos hace esforzarnos para superarlo, así en frío, si no me tomo el café no subo. Poco a poco nos vamos entonando y cogiendo ritmo de pedaleo. En las umbrías, las carrascas gotean sobre nosotros el rocío de la mañana, el terreno está húmedo pero sin barro. El sendero; llamado de la Madera, porque se utilizo para la repoblación forestal de la sierra, se abre paso entre quebradas y barrancos y el sol, esplendoroso, ilumina la mañana. Somos afortunados al poder disfrutar de esta temperatura; más de diez grados en plena sierra y en diciembre, y de esta tierra nuestra, tan diversa y llena de contrastes en muy pocos kilómetros.


El sendero bordea la sierra por el Norte cogiendo altura sobre los campos de la Bermeja. Continuamos con nuestro ascenso en zip-zas rodeando el cabezo de los Machos hasta llegar al collado del Moro. Nos encontramos con un grupo de ciclistas que había subido desde Yechar, charlamos un rato y ellos continuaron hacia el sendero de la Madera y nosotros nos introducimos por el viejo camino que lleva a la casa forestal de la Calera, para regresar al poco tiempo sobre nuestros pasos. De seguir, se no haría algo tarde para el arroz y preferimos que no se pase.

Continuamos hasta el collado Linuesa y subimos a la garita de Vigilancia, punto más alto de nuestro recorrido con 944 m. (949 m. marca el gps), nos hacemos las fotos de rigor y nuestro amigo David nos ilustra con una lección de geografía situando los picos de la Región que son visibles desde aquí.



Comenzamos el regreso rodeando los Riscos del Gato, nos encontramos de nuevo con nuestros amigos, los que habían comenzado en Yechar, que buscaban la pista de bajada que una tala forestal les ocultaba. Precisamente nosotros veníamos por ella para cruzar la rambla de Ambrós y subir hacia Piedra Negra. Charlamos un rato y cada cual continúo su camino. Retomamos de nuevo el sendero de la Madera y por la casa forestal de Cuesta Alta regresamos al punto de salida.



Somos siete, tres con algo de prisa que “solo” tomaran un bocata de lomo. Los otros cuatro; con sosiego y buen hacer, dimos cuenta de un buen plato de embutido mientras salía el arroz. Estaba bueno con sus serranas, pero queríamos más y nos trajeron una fuente de chuletas de cordero a la brasa. De postre; pan de Calatrava y tocino de cielo. Lo bueno de no tener que conducir, esta vez le ha tocado a José Luis, es que puedes tomar todo el orujo que quieras para desengrasar.











Murcia, sábado 11 de diciembre de 2010.

Enlace a Wikiloc: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=1353226


Punto de salida restaurante Mari Paz: 448 m.
Altura máxima garita de vigilancia: 949 m.
Acumulado subiendo: 1002 m.
Acumulado Bajando: 869 m.


  

lunes, 6 de diciembre de 2010

Vuelta a Revolcadores sobre un manto blanco y helado.



Algunos agoreros argüían que no saldría bien. Se equivocaron; a pesar de los pronósticos que vaticinaban el día más frío del otoño y probablemente del año en la Región de Murcia, pasamos un día maravilloso, emocionante y divertido.

El noventa por ciento de la “grupeta” se “rajo” a pesar de que algunos “son del norte”, allí donde empezó la Reconquista. Otros adujeron compromisos familiares y otros directamente pensaron que estábamos locos. Pero no, no lo estábamos y pasamos un día realmente memorable.



Comenzamos con cinco grados por debajo del cero, pero después de los “carajillos” en el restaurante de Los Odres ya superamos el positivo. Comenzamos a pedalear en dirección al Hornico para dirigirnos al collado Ballesteros. Era divertido pasar haciendo equilibrio sobre los charcos helados para comprobar con asombro que aguantaban estoicos nuestro paso, y eso que yo supero los cien kilos.

Divertida y vertiginosa bajada hacia la rambla de Inazares horadando la nieve virgen y helada. Había que extremar la precaución, este manto blanco y puro, podía ocultar sorpresas desagradables lo que hacía subir la adrenalina.

En Inazares, repusimos fuerzas en el restaurante El Nogal ante un buen plato de embutido y una jarra de vino. Eso sí, con gaseosa para hidratarnos.

A continuación nos esperaba una dura y resbaladiza subida sobre la nieve helada. El pedalear se hacía difícil; constantemente la rueda trasera perdía tracción y, nosotros el equilibrio.

Ya en el collado nos hicimos las fotos de rigor y disfrutamos de unos reconfortantes y luminosos rayos de Sol que templaron nuestros cuerpos. A partir de aquí, lo mejor de la jornada. Nos esperaba la bajada hacia la rambla de la Rogativa. Virgen, impoluta, helada, esperaba la pista nuestro paso. Descendimos abriéndonos camino sobre dos palmos de nieve que se hundía a nuestro paso crepitando ruidosamente. Os puedo asegurar que nos divertimos como nunca. Ya, más abajo, cuando la nieve solo alcanzaba algunos centímetros me atreví a rodar un pequeño video que dejara constancia de nuestro paso.

La subida desde la ermita de la Rogativa no fue especialmente difícil, salvo en la parte final, junto a Puerto Alto, ya que el camino se iba convirtiendo poco a poco en una pista de patinaje. Más duro fue el descenso hacia Cañada de la Cruz por un asfalto traicionero, en el que las placas de hielo; pulido como el acero, se alternaban con rodadas de nieve helada que nos obligaban a escoger con sumo cuidado la trayectoria.






No hemos pasado frío, al contrario, ha sido un día estupendo, que terminamos como a nosotros nos gusta, alrededor de una mesa disfrutando de los amigos; gente de buen yantar y mejor beber, que no se arrugan por un poco de frío y se crecen ante las dificultades.

Mariano Vicente, sábado 4 de diciembre de 2010.